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La madre Teresa

viernes, 02 de septiembre de 2016
Estuve en Roma en su beatificación entre una apretada multitud de miles de peregrinos de todo el mundo. Corría el año de 1993 y era pontífice el energético y vital Juan Pablo II, el apóstol de las masas, el nuevo San Pablo, que oficio esta bellísima ceremonia religiosa, un primoroso sincretismo entre la India y Occidente, en una liturgia en que primaba el inglés y las músicas asiáticas. Como en el funeral de Papa Woytila la muchedumbre pedía que se la declarará "santa subito". Como no, me sentí profundamente conmovido y contagiado por el sentimiento popular recordé mi encuentro con la nueva beata en 1975 en el Centro Médico de México junto a la primera cosmonauta soviética y a una feminista americana, era pequeña, muy pequeña, desgranaba sin parar las cuentas de un rosario, hablaba muy bajo en inglés y despedía una fortísima convicción en sus palabras, se sentía "thirsty" sedienta de Dios, de Jesús en la cruz y ponía su vida al servicio de los más pobres, entre los pobres, los desheredados de la fortuna,los moribundos de Calcuta,ese campo de concentracion, ese lager de la ignominia humana, en esa ciudad bañada por el Ganges en que los buitres revolotean entre los árboles. Era allí donde esta antigua monja de las irlandesas ejercía su labor, su amor, humanitaria con sus hermanas de la Caridad. Pude hacerle una pocas preguntas y le conté rápidamente mi propósito de fundar una ONG, me interrumpió y me dijo 'Dont talk. Do it', 'No hables. Hazlo' y repitió varias veces 'do it, do it'. Besé su mano encallecida y menuda, aunque me la retiro rápidamente y siguió rezando. La siguiente vez que me la encontré fue en un avión de Iberia de Madrid a Málaga. Viajaba solo en clase turista siempre encadenada a su rosario, sin duda desgastado. Acaban de concederle el Premio Nobel y advertí a una azata su presencia. Despues en el autobús se sujetaba con una mano y con la otra seguía desgranando sus plegarias, miraba al suelo y estaba concentradisima. El doming 4 de septiembre Papa Francisco la elevará a los altares en este Año del Jubileo de la Misericordia, en un año en que el drama de los refugiados y las persecuciones religiosas, son los asuntos que más preocupan al sucesor de Pedro. La madre Teresa nos deja muchísimas enseñanzas como símbolo de la cultura de la paz y la no violencia, por la imperiosa necesidad de abrazar a quien sufre, de compadecer a los miserables y contribuir a paliar la miseria del mundo‎. Todos los que se sientan "thirsty" sedientos de amor al prójimo compartirán las causas de la madre Teresa, otra cosa es que lo consigan.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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