
Decía Marcel Proust en a la búsqueda del tiempo perdido que cuando se va al teatro hay tres momentos, antes pensando en la obra que vas a ver, durante disfrutando de la misma y después deleitandote en el recuerdo. Esto mismo pensaba yo en medio de las Fiestas de San Agustín en mi villa fetiche de Aviles antes de ir al bonito y coqueto Teatro Armando Palacio Valdes que en agosto celebra unas estupendas Jornadas de Teatro, este año con tres estrenos nacionales con grandes actores y eximias actrices como Julia Gutiérrez Caba y Lola Herrera ambas con 84 abriles muy bien llevados y con todos los recursos escénicos acompañadas por Miguel Rellan y Juanjo Artero en papeles de galanes maduros. Las tres obras dirigidas a un público veterano poblado de cabellos blancos y damas de permanente coloreada y protogonizadas por actores que ninguno cumple los 50 y que se destinan a seniors que se ven retratados en temas y personajes. El elevado precio de las localidades ha encanecido al teatro y proporciona a sus espectadores comedias que les interesan y reverdecen sus años mozos. Una vieja señora asediada por sus heredores, una residencia de la tercera edad para militares y una correspondencia de una pareja muy mayor que repasa toda una vida. Asi vivimos los espectadores estas cartas de amor, que nos hizo sonar la campanilla de la nostalgia, de lo que pudo ser y no fue, de la llama que se extingue, pero que todavía nos tiene vivitos y coleando. La magia de la palabra es el secreto del teatro, que nos hace disfrutar mientras asistimos a las vicisitudes de los personajes y que deja poso en nosotros haciéndonos reflexionar sobre lo escuchado y encendiendo los dispositivos de la creatividad. Es una afición que no debe perderse y que tiene que ser accesible a la juventud, como escuela de pensamiento y educación de la sensibilidad. Completaron este ciclo dos temas cervantinos, un extraño Quijote hindú y una comedia canalla inspirada en las novelas ejemplares, pero Julia Gutiérrez Caba y Lola Herrera sentaron cátedra y nos hicieron saborear los tres momentos de Marcel Proust, el antes, el durante y el luego.