Diálogo Interreligioso

El intelectual cultiva la curiosidad como el Sr. Luis cuida las plantas y trata de escalar todos los ochomil del mundo. Cuanto más difícil mayor es el reto y más grande la satisfacción de hollar estas altas cumbres. Esta metáfora sirve bien para explicar lo que se proponen los que van a asistir a la segunda cumbre Interreligiosa de Seúl en Corea, entre los que me cuento. Es un desafío singular abordar las religiones y la paz como problema político y no como cuestión de fe, no se trata de teologia, sino de una nueva Ley Internacional, un derecho de gentes revisitado, Una puesta al día del renacentista del padre Tomás Luis de Victoria. Los organizadores del WARP, Cumbre de la Alianza Mundial de las Religiones por la Paz con el Chairman ‎M Lee a la cabeza desean someter este renovado derecho internacional a las Naciones Unidas. En Filipinas impulsaron un Acuerdo en Mindanao entre el Frente Moro de Liberación musulman y la comunidad católica progubernamental, plasmandolo en un emotivo acto. Aquí en Europa habría que hacer algo similar entre cristianos y musulmanes quitándole la carga explosiva meramente teológica y tratandolo como problema exclusivamente político. Es un ejercicio de gran equilibrismo como el que realizó quien fue capaz de caminar entre las Torres Gemelas a cuerpo limpio, sin red. Esta cumbre coreana tiene también el aliciente de confrontarnos con las religiones asiáticas como el budismo, el hinduismo, el sintoismo añadiendo las enseñanzas de Confucio y de Zoroastro. En un momento en que en España y en buena parte de Europa campean el relativismo y el ateísmo ambos enmascarados en la indiferencia. En Estados Unidos abundan las interpretaciones de la Biblia, que pueden englobarse en el cristianismo a pesar de su hetorodoxia. Esta hambre de eternidad, la búsqueda del hecho religioso tan antiguo como la presencia del hombre sobre la tierra ha sido un componente esencial en todo tipo de sociedad, desde la remota tribu hasta la más sofisticada democracia, pasando por las autocracias más o menos tiranicas. Intentar desvetirlas de su ropaje religioso y llevarlas al campo, a la arena política es una tamaña hazaña. Avanzar así hacia una paz internacional bendecida nunca mejor dicho por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que debería sancionar este proyecto es un reto comparable mayor incluso que escalar todos los ochomil. Búsqueda de luz y paz. Para salir de este laberinto contamos con Kate Shin como lazarillo.