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Quiero ser presidente...

martes, 02 de agosto de 2016
-Ante la proliferación de candidatos a la presidencia de la República de Chile, me declaro dispuesto a competir con quien fuere, sea del bando de los tirios o de los troyanos, de los izquierdistas a la violeta o de los momios centromoderados o de los cristianos rococó contenidos…

-¿Y a quién representa usted, si se puede saber?

-A los poetas…

-¿A los poetas? ¿Acaso no ha leído a Platón?

-Sí, ya sé a qué se refiere… Pero si es por eso, también Platón rechaza a los comerciantes –o mercaderes- como sujetos del gobierno de la república, aunque hoy, en Chile -copia burda de la ciudadela trasnochada de los Chicago Boys-, la filosofía del tendero prevalece en casi todos los ámbitos… Casi, porque a la mayoría de los poetas y escribas de este menesteroso reino, y a otros “inútiles” de las artes, aún no logra socavarnos por completo el espíritu del mercado.

-Bueno, ¿y cuál es su programa de gobierno?

-¿Programa? ¿Acaso se necesita un programa para gobernar?

-A lo menos, un conjunto de promesas, como la de acabar con la delincuencia y la inseguridad ciudadana.

-Perpetraré mis promesas en sonetos, a la mejor usanza de Quevedo:

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

-Pero con versos pesimistas como esos, no va usted a encantar a nadie. Ahora, más que nunca, el electorado necesita reencantarse.

-Mire, Ricardo Lagos ha hecho recién un diagnóstico que anda muy cerca de la melancolía quevedesca, claro que el ex mandatario está llevando agua a su molino, porque no reprime sus ansias de llegar de nuevo a la primera magistratura, al igual que Sebastián Piñera… Mi abuela colchagüina diría: “Hijito, aquí no hay pan que rebanar”.

-Quiere usted significar que la memoria de los pueblos es frágil, si es que existe…

-Creo que el punto es ese: no existe; lo que repudiaste ayer lo aplaudes hoy. Un cuento más viejo que el hilo negro.

-Volvamos a las candidaturas. Hoy se subió al carro farandulero el alcalde de la comuna más rica de Chile; el hombre ha hecho maravillas -¡cómo si no!- con un presupuesto inagotable.

-Otra cosa es con guitarra, ahora que las arcas fiscales caen en franco y acelerado declive…

-Por eso es más que nunca necesaria la visión austera e idealista de los poetas. Es decir, podríamos ser felices con mucho menos, siempre que lo repartiéramos bien.

-¿Cómo Maduro en Venezuela?

-No caiga usted en ejemplos penosos, hágame el favor.

-Antes que entráramos de lleno en el tema eleccionario, iba usted a contarme una anécdota ocurrida entre don Arturo Alessandri Palma y don Miguel de Unamuno, con ocasión del parecido exilio que los reunió a ambos en París, entre 1927 y 1931, si mal no recuerdo.

-Así es. Luego de la asonada militar del general Ibáñez del Campo, don Arturo partió hacia la cuna de la libertad –por así decirlo- la Ciudad Luz. Allí iba encontrarse con don Miguel de Unamuno –exiliado por otro milico, en este caso, Miguel Primo de Rivera- en unas tertulias que resultan en verdad memorables.

-¿Usted no será un izquierdoso tránsfuga y alesandrista, por casualidad?

-No enrede el diálogo, que confunde y aburre a nuestros pacientes lectores. Antes de proseguir, le aclaro: don Arturo fue un político de acción, librepensador y peligroso para los carcamales de su tiempo, parecidos a los de ahora, aunque con distinto lenguaje. Se le considera hoy, por los sabios analistas políticos, un “populista”.

-Muy diferente a su hijo Jorge, claro.

-Por cierto, pero aun cuando Jorge Alessandri gobernó con la vieja casta de conservadores y liberales, unidos luego en el “partido nacional”, y ahora, en pleno siglo XXI, bajo una sigla que no logro memorizar, fue, creo, uno de los últimos exponentes de la derecha culta de este país. Considere usted que hizo posible el sueño de la Casa del Escritor, donde hoy se cobija nuestra querida Sociedad de Escritores de Chile, en Simpson 7, acicateado por su sobrina, Esther Matte Alessandri, destacada escritora… Ya ve, hay bastante más que papel higiénico y “emprendimientos” truchos en estas familias consideradas ilustres por algunos, y calificadas como expoliadoras por otros…

-No se diluya, Moure, como le suele ocurrir. Venga la anécdota y rematemos.

-En una conversación de aquellas que no se grabaron, lamentablemente, don Miguel preguntó a don Arturo por la obra de algunos de los más destacados escritores chilenos de la época, que aquél conocía a través de sus textos… Uno de ellos, sin duda, fue Alberto Rojas Jiménez; también puede haberse referido a Tomás Lago y a Luis Enrique Délano.

-Rojas Jiménez escribió algo muy a propósito del tema central de este coloquio: “La vida no está en nuestras manos, está en nuestros sueños”, sentencia poética que ofenderá a nuestros pragmáticos borregos de hoy, como les ofendiera, en 1968, aquella consigna escrita en los muros de París: “La imaginación al poder”… Pero siga, siga.

-Bueno, don Arturo respondió breve y claro: “Don Miguel, usted entenderá que con todas las preocupaciones de mi función de Estado, mi tiempo es muy escaso para la literatura”. Don Miguel cerró el diálogo, con su voz tonante, para decir: “¿Preocupaciones de Estado? Hágame el favor, don Arturo, eso no es más que asunto de subsecretarios”.

-Sí, será por eso que ya no quedan estadistas en el mundo, sino simples funcionarios o mercaderes oportunistas. Yo recuerdo algo parecido a lo que usted narra, pero fue en una de las últimas entrevistas hechas al presidente francés Miterrand, por un periodista y escritor galo que vivió en Chile, cuando el mandatario le preguntó acerca del último poemario de Nicanor Parra, mientras destacaba la riqueza de la poesía chilena, con sus dos Premios Nobel (1945 y 1971).

-Nuestro centenario Nicanor, que escribió algo también muy vigente hoy: “La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas”.

-¿Lo dice usted a propósito de…?

-Saque usted sus propias conclusiones. En lo que a mí respecta, me declaro en plena campaña. ¡Abur!
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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