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Callejero madrileño gato por liebre

jueves, 28 de julio de 2016
A falta de poder solucionar los problemas que preocupan realmente a los ciudadanos, como son el paro, la dependencia, la seguridad Callejero madrileño gato por liebreciudadana y la limpieza urbana, bueno es tener divertida a la gente fomentando polémicas artificiales. Como sabe perfectamente Paquita Sauquillo la presidenta de la comisión que se ocupa del cambio de nombres de las calles, durante los últimos años del franquismo y primeros de la transición había muy pocos demócratas en España, despues los antiguos franquistas entraron por aluvión en los partidos políticos y la amnesia estuvo a la orden ‎del día. En Madrid si se preguntará a los vecinos habría una gran indiferencia y si un gran fastidio por tener que cambiar la dirección en una multitud de documentos. Se evitará forzando los mecanismos propagandistas de activistas de Podemos, Ahora Madrid con Carmena a la cabeza, que se encargarán de falsear la voluntad vecinal y pretextar un gran entusiasmo por el cambio, que estimó no existe. La solución sería organizar consultas en los distritos exigiendo un quorum de al menos un 25 por ciento de participación del censo. Seria la forma de evitar el tragala.Es cierto que se debe cumplir la Ley de Memoria Histórica que obliga a cancelar los vestigios del régimen anterior, que sin embargo no dicta que los nuevos nombres tengan que ser del bando republicano o revanchistas tratando de reflejar un estado de opinión que sólo es patrimonio de un reducido sector de la población, que ochenta años después todavía se sienten derrotados y víctimas de la guerra civil y que aspiran por decreto a imponer la victoria de su bando. Se falsea la historia y se hace comulgar con ruedas de molino a unos madrileños en su mayoría indiferentes, cuando no hostiles. La solución sería proponer nombres anteriores a la guerra civil y a la República y que en un esfuerzo de imaginacion y creatividad fueran sugestivos y no hijos del fanatismo, aunque sea bien intencionado. Ha faltado pedagogía social, no se ha conseguido convencer a la ciudadanía de que ciertos nombres no son de recibo, pero tratar de imponer nombres que no inspiran, que incluso son incomprensibles para la mayoría de los vecinos es un despropósito. Es una tarea ciertamente difícil, pero esta comisión de sabios debería abordarla utilizando fantasia, poniendo en el cajón de los sastres a los fanatismos, eliminando el odioso adoctrinamiento y siendo creativos. Por el momento hay que suspender a esta Comisión aunque no puedo ocultar mi admiración y amistad con su Presidenta la estupenda activista por la democracia Paquita Sauquillo, pero no me gustan los esperpentos y que nos den gato por liebre.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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