Hemos tenido unos días muy movidos en la política internacional con el atentado de Niza y el golpe de estado en Turquía, mientras tanto la política nacional sigue estancada en la ciénaga. El final del 14 de julio se tiñe de sangre con el camión asesino y cuando todos los focos estaban en Francia y en la Costa Azul, el día 15 nos reservaba una sorpresa mayúscula, se había producido un golpe militar en Turquía. Las primeras noticias eran alarmantes con tanques en las calles, aviones y destrucción

parcial del Parlamento. En Estambul tomado el aeropuerto,la televisión y el gran puente que une la parte europea con la asiática. Erdogan estaba de vacaciones y sirviéndose de una comunicación digital se dirigió a la población pidiendo que salieran todos a la calle y ocuparán las plazas. La reacción popular fue grandiosa, miles de ciudadanos se lanzaron a defender la democracia. Por su magnitud se podía comparar con la manifestación kolossal en El Cairo cuando un Nasser derrotado en la guerra de los seis días anunciaba su dimisión y las masas se echaron a la calle para disuadir a su líder. Erdogan ha demostrado también arrastre popular y tener millones de partidarios. Como en nuestro 23F se buscan a los inspiradores de esta fracasada asonada. Erdogan acusa a su antiguo aliado el clerigo Gulem exiliado en Estados Unidos en Pensilvania fundador de una organización musulmana una cofradía que por su elitismo algunos comparan con el Opus Dei y que pretende introducirse en todas las esferas de poder de la sociedad y orientarla hacia un moderado islamismo.F ueron aliados y amigos hasta que el poder les separó y surgieron las denuncias de corrupción y nepotismo, al tiempo que Erdogan se convertía en un gran lider,que aspiraba a cambiar la Constitución y modificar el estado laico que Ataturk el padre de la moderna Turquía al frente de los jóvenes turcos había querido para su país, después de la primera guerra mundial y la derrota del imperio otomano. Mustafa Kemal Ataturk modernizo el país, le dotó de escritura occidental, secularizó Turquía europeizándola, suprimió los feces para los hombres y los velos para las mujeres,pero y esto es muy importante para entender el conflicto actual, creo un Consejo de Seguridad Nacional garante del estado nuevo y de su laicidad. Erdogan ha chocado sistemáticamente con este poder militar y ha intentado que los militares se sometieran al poder civil,que coincidía claro está con el suyo. El desplome del golpe debido a la presión popular ha propiciado una gran purga en las Fuerzas Armadas rebeldes y en las instituciones del Estado, especialmente a la Judicatura, que frenaba las ansias de poder absoluto de Recep Tayib Erdogan. Ahora con las masas que lo llevan en volandas se convierte en el líder más poderoso desde Ataturk y ajusta las cuentas a militares y a magistrados. A diferencia del 23F ha habido muchas muertes más de 250 y detenciones numerosas, 2800 militares arrestados y 2700 jueces destituidos. Sin ánimo de establecer comparaciones Erdogan es el dueño de Zaman el mayor periódico del país y Benito Mussolini era el director del Socialista,ambos periodistas con ideologias,que en el caso de Benito desembocaron en el fascismo y que está por ver a que sistema llevaran a Recep Tayib. El tablero político de la región es de alto voltaje, con Siria e Irak y el tema de los refugiados y de los kurdos, ese pueblo sin nación que se despliega en Irán, Siria, Irak y Turquía. La Unión Europea que ha confiado en Turquía como su perro guardián y de presa, para impedir las invasiones desarmadas de los miles de desesperados, los emigrantes, se inquieta agitada por las aguas turbulentas de sus populistas de derecha y de izquierda dispuestos a saltar sobre los despojos de la más bella utopía realizada en los últimos cincuenta años, el sueño de una Europa unida.