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De 'El carro de heno' a 'El camino de la vida'

lunes, 11 de julio de 2016
Así es el haz y el envés del grandioso cuadro (óleo sobre tabla) del pintor flamenco conocido en España por el Bosco. Las tres tablas abiertas (El carro de heno), representan: el pecado, la vida y el infierno; en el tríptico cerrado vemos, todo en tonos grises (con semigrisalla) a un anciano que se apoya en el bastón, y algo encorvado, pero con impulso, camina hacia adelante, quizá para llegar de pie al final de sus días. El carro de heno alude a un proverbio de la época “El mundo es un carro de heno, del que cada uno toma lo que puede coger”. Efectivamente se ve a hombres y mujeres con horcas larguísimas para acometer contra el carro y arañarle el máximo de heno, todos quieren arrebatar lo imposible aunque ello suponga enfrentarse a los otros, ejercer la violencia para evitar que les adelanten, llegar a matarlos si es necesario, y allí aparece sangre y muertos. Todos, todos aspiran al poder y así están representados en primera línea el Papa y el Emperador: religión y poder político. El fin justifica los medios. La falta de ética, la traición, engaños, violencia … el pecado para llegar a conseguir el carro de heno.

La vida sólo es un carro de heno, algo sumamente efímero, y casi inexistente ante las llamas. Las llamas son para el Bosco el infierno, al parecer, de niño vio como desaparecía, comida por las llamas, su ciudad natal (Bois le Duc, 1450) y esa impresión de desastre, de máxima maldad, se le incrustó en el cerebro y condicionó un buen número de sus obras pictóricas.

Algunas veces se huye de la realidad incomprensible y para sobrevivir buscas otras propuestas, el arte, la pintura. La exposición, que con motivo de la celebración del quinto centenario de la muerte del autor, el museo del Prado ofrece en Madrid es una buena opción. Reúne obras del Bosco y de sus seguidores, prestadas por museos de Berlín, Kansas-Misuri, Museo Paul Getty de Los Ángeles, Amsterdam, Brujas, Venecia, Francia, Reino Unido (Coronación de espinas) etc. De los dibujos originales se exhiben ocho de 14 que existen catalogados, entre ellos el Hombre-Árbol llegó de Viena y el Nido del búho de Róterdam. Los cuadros excelsos pertenecen a España, alguno forma parte de colecciones privadas como “San Juan Bautista meditando” de Lázaro Galdiano, pero la mayoría fueron adquiridos por Felipe II en la época y se conservaron hasta nuestros días, entre ellos El jardín de las delicias, La adoración de los magos, La mesa de los pecados capitales (muy interesante por el valor costumbrista) y La extracción de la piedra de la locura. Además hay una serie de miniaturas, grabados y relieves., ¡ah! Y un manuscrito.

El artista, Jheronimus van Aken, sólo vivió 66 años, pero los aprovechó hasta el extremo de conseguir que sus pinturas fuesen inmortales, por ser en su momento, fieles y atrevidas, clásicas e innovadoras, crónicas realistas de la sociedad en la que vivió, siempre en torno a su ciudad natal. Por ellas conocemos la estructura de los burgos, los mercados inmensos con las casetas alineadas en calles que expresan la riqueza del comercio de productos llegados primero de las Indias Orientales y después de las Occidentales, la gran riqueza de los Países Bajos, las casas blasonadas de las familias más importantes de Amberes, las fachadas e interiores de las viviendas, los utensilios de las cocinas u otras estancias, las vestimentas, los alimentos (entre ellos “fresas y madroños, ricos pero sin otro valor, una vez que se disuelven en la boca”, dice), o las artes. Sobre la música sólo defiende la religiosa, la profana lleva siempre al pecado, de ahí el peligro de los festejos que se aprovechan para beber en demasía y bailar. Es interesante el dibujo titulado “Mendigos y lisiados”, porque aparecen todos ellos con sus picardías y sus remedios, para los lisiados todo se arreglaba con prótesis de madera atadas a los muñones , etc., etc.

Como enfrentados a esa realidad, a ese realismo, encontramos, la fantasía predecesora del cómic, los “ grillos” típicos de la época, son animales como peces con ojos sumamente expresivo que vuelan y transportan volando a las personas, o arañas gigantes, o cualquier animal, real o ficticio, con partes humanas; lo mismo hace con los vegetales, árboles mitad ser humano, mitad vegetal, elefantes que portan torres encima del tamaño de varias casas. Los “grillos” en gran parte representan los vicios. Para el Bosco la virtud consistía en saber huir del mal, por eso, para no condenarse “no tanto hay que hacer el bien” como “evitar el mal”.

El Bosco se atrevió a reflejar lo más cálido del ser humano, para condenarlo, pero lo expuso, fue un pintor sensual, voluptuoso, carnal, lascivo, licencioso, concupiscente, erótico y libinidoso, pero un monstruo de la pintura.
Cal, Rosa
Cal, Rosa


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