La gran mentira
Antuña, Joaquín - jueves, 07 de julio de 2016
Repetir una mentira muchas veces es hacerla verdad según Goebels el gran maestro en la sensibilización lease manipulación de las masas. La gran falsedad, que repite toda la oposición al PP es que Rajoy causó con su política un gran daño a los españoles. Es el parapeto de Pedro Sánchez en su efímero y ridículo No, es no, es la afirmación de Susana la de Triana cuando se opone frontalmente al Partido Popular y a Rajoy. Es la intolerancia de un Albert Rivera, el íntegro por antonomasia Don Limpio, cuando se opone al liderazgo de Rajoy. Los datos hablan por sí solos, el naufragio económico del segundo gobierno de Zapatero, impulso al líder de la política de genero, a tomar medidas impopulares, llegando a congelar las pensiones. Al final de su mandato dejo un gran deficit, que se estimo en 5 y cuando Rajoy desembarca en La Moncloa era más del 9! La tozudez y gravedad de estas cifras puso a la economía española al borde del colapso y a las puertas de un gravoso rescate. Rajoy siguió con las políticas de ajuste de Pedro Solbes y su antiguo colaborador Montoro prosiguió con la labor de evitar el rescate. Se optó por sanear la Banca pública y privada y fueron muchos millones de euros destinados a restablecer el crédito y la solvencia puesta en entredicho. Una labor muy meritoria, que la falta de patriotismo impidió elogiar. Si los "recortes criminales" de Rajoy hubieran sido tales no tendría España una de los mejores sistemas sanitarios del mundo y una educación universal gratuita. Punto oscuro es la notable disminución de la hucha de las pensiones, que sin embargo permanecieron intactas y se revalorizaron levemente, es verdad que en años con incremento incluso negativo del índice del coste de la vida. En el capítulo corrupción los tribunales han actuado con notable independencia destapando los chanchullos de una clase política que se creyó en un País de Jauja y se imaginaba amparada por la impunidad más absoluta. Los habitantes del Sur de Europa, aunque simpáticos, alegres y jaraneros no se han distinguido nunca por su moralidad publica, dada su pillería, astucia innata y desconfianza en la imparcialidad del poder y los políticos que siempre barren para casa. En el país del dinero y trabajo en negro, con una gigantesca economía sumergida y un nepotismo rampante, my family first, mi familia ante todo parodiando a una eficaz frase inglesa, es casi imposible poder operar una regeneración de la clase política y de la ciudadanía en general. En este punto Rajoy ha fracasado rotundamente, pero dígase en su defensa que es muy difícil cambiar hábitos y costumbres de la noche a la mañana.Veremos que podrá hacer Albert Rivera el nuevo Torquemada, en país también en que floreció la Inquisicion. La tan cacareada ley mordaza, que la deficiente política de comunicación no explico que se trataba de una ley antiviolencia, que pretende acabar con los residuos de intolerancia salvaje, con agresiones, escraches, rotura de escaparates, de cajeros, quema de autobuses y mobiliario publico, que alguien tiene que pagar, es una ley anti impunidad. Naturalmente no agrada a los anarquistas ni a sus simpatizantes. A falta de una política educativa, que sea concordada y aceptada por todos Rajoy no supo cortar este nudo gordiano, pero garantizo la libertad de los padres en la elección y reforzó la educación religiosa en un pais, no se ovide, de fuerte tradición católica. Hay artículos en la Constitución que garantizan las libertades económicas y fue en el derecho a la vivienda, donde la crisis de las hipotecas y del crédito alegre se cebo en muchos ciudadanos y causó verdaderos dramas sociales, que motivaron la reacción ciudadana y el surgir De la Plataforma Antidesahucios, que catapultó a la Colau a la alcaldía de Barcelona. Rajoy no resolvió esta situación pero salvo la seguridad jurídica como buen Registrador. Por todo ello y en un clima de recuperación del consumo y un pequeño crecimiento económico que se percibe poco a poco no se puede tildar a Rajoy de mal gobernante, ni de Don Tancredo, ni descalificar su gestión sino calificarlo de gobernante que ha sabido navegar contra viento y marea, con una política que en su Galicia se llama del sentidiño, el castizo sentido común.

Antuña, Joaquín
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