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La presunta muerte del poeta Benito

viernes, 01 de julio de 2016
La presunta muerte del poeta Benito
Yo no sé si el aviso, recibido por interpósita persona (un joven que nadie ha identificado aún), el día 21 de abril pasado, que habría comunicado al repostero sevillano Antonio Gómez el deceso de Benito, en el Bar Amigo, sin mayores datos de lugar, fecha, hora, causa de muerte, sitio de velatorio, hora del funeral, era fidedigno... Según nuestro amigo Florencio, la china Tchi, regenta proverbial de Bar Amigo, habría desmentido la noticia, aduciendo que se trataba de un rumor malintencionado. (En Bar Amigo, como en la Sociedad de Escritores de Chile, hay más muertos presuntos y poetas supuestos que reales).

Ayer sábado, después de concurrir a votar en las elecciones de la Sociedad de Escritores de Chile, me topé en el supermercado de Manuel Montt con el Flaco Cox, que conocía a Benito en el restaurante La Cabaña. Me confirmó su pasamento (esta palabra gallega, "tránsito a la otra orilla", le encantaba a Benito, y la había adoptado en uno o dos poemas, con su fino olfato poético), pero tampoco él poseía detalle alguno, más allá del hecho rotundo e irremontable.

Hoy entré en todos los obituarios on line de Santiago de Chile, y no encontré nada al respecto… El nombre de Benito Moreno Sarmiento no figuraba entre los occisos.

Creo que Benito aparecerá, quizá mañana o in día cualquiera, en la tertulia de "El Refugio López Velarde", de la SECH, para leernos desde su cuaderno magistral, un nuevo poema de su autoría, con voz pastosa de intemperancia y nicotina, aunque llena de amor y de pasión por la palabra desveladora.

Envío un abrazo para todos sus amigos, para quienes compartimos las encendidas tertulias de “Bar Amigo”, “La Cabaña” y “El Refugio”, en especial para su musa valenciana, Cristina, que le recuerda con cariño desde el otro lado del mar… Y recojo aquí los testimonios recibidos, que Benito leerá en el Parnaso.

Puede que al vino y a la palabra alucinante no los venzan ni la muerte.

Amén. (Edmundo Moure).

Hermoso homenaje. Saludos amigo, y agradecido. Todos los poetas cuando mueren, se convierten en estrellas. (Juan Pablo del Río).

Tuve, como tal vez la mayoría de ustedes, la fortuna de leer y escuchar de su propia boca, los poemas de Benito.

La delgadez de su silueta no tenía mucho que ver con la fuerza de sus textos. Su cuaderno azul lo acompañaba como una especie de conjuro, una barrera contra creaciones de dudosa valía.

Benito se tomaba con calma su turno al opinar. Acompañaba su palabra con suaves gesticulaciones; sus dedos largos, adornados por uñas siempre brillantes y cuidadas, asegurábanle nuestra atención, la de sus oyentes, en la siempre necesaria misión de llevarnos consigo hacia los brazos de esa "lumbre poética" presente en cada escrito terminado de leer, propio o ajeno.

Benito amaba las letras. Eso era notorio. Al escribirlas, podías comprobar su talento tanto en el contenido de su creación, muchas espontáneas teniéndonos de testigos privilegiados al proferirlas, como incluso en la dimensión estética de su trazo. 

Benito amaba acompañar la amistad con un par de copas de vino, con cuyo calor enseñaba al mismo tiempo que contendía; era un adversario de cuidado, si quien le argumentaba presentaba adecuada estatura literaria. Desgraciadamente, siempre estuve lejos de serle digno de duelo alguno; más bien, y en estos aciagos momentos en que le extrañamos, para mi contento recibí en una ocasión su justa evaluación ante un par de intentos de unir letras y conjugar palabras. 

Mi amigo Edmundo siempre dice: "todo se pega, menos la hermosura". Compartir con Benito era exponerse a un inesperado espacio de aprendizaje; escucharle, siempre una oportunidad de crecer. Es difícil no salir fortalecido de semejantes experiencias. 

En un país tan despojado del más mínimo sentido de la valoración por la cultura y que ignora la valía de sujetos como Benito, su desaparición física tal vez no provoque titulares, cuñas de radio o televisión. Pero eso es absolutamente irrelevante porque, para quienes le conocimos, su presencia es indeleble.

Para mí, el que Benito me haya regalado un "hay lumbre poética allí", cuando un modesto esfuerzo le presentara hace un par de años ya, es un obsequio imperecedero, proferido desinteresadamente. 

Tu amistad y estima, que dispensaste generosamente siempre, sin excepción, te vuelven inolvidable.

Adiós Benito. Descansa poeta. Gracias por tu talento. (Cristián Loyola).

Amigo Benito muchas gracias por tu generosa amistad y por todos los momentos que compartí contigo, descansa en paz.
(Florencio Vergara).

Con todo el afecto y respeto a nuestro amigo poeta Benito Moreno Sarmiento en su inicio a la eternidad… ¡Descansa en Paz! (Gregorio Dobao).

...Que creo que si alguien puede torcer un poquito el brazo del tiempo son los poetas... que hay otra categoría de tiempos para ellos, otra vida, otra palabra que sobrevive y queda viviendo para siempre…
Buen viaje, Benito, saludos a Edmundo y sus amigos. (Sandra Figueroa, poeta argentina, amiga en las palabras luminosas).

Su recuerdo quedará grabado a través de su poesía y permanecerá en nuestros corazones para siempre.
Descanse en paz, Maestro. (Cristina Gil Barrera, la musa valenciana del poeta Benito).
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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