Saber perder

En las competiciones deportivas ‎es tan importante saber ganar como saber perder. En las recientes elecciones hemos tenido varios ejemplos de buen comportamiento empezando por los chicos de Podemos, en que tanto Errejón como Iglesias reconocieron su derrota y manifestaron que se aplazaba el cambio social que ellos anhelan.
Pedro Sánchez llamo para felicitar a Mariano Rajoy y se reclamo a la historia de su partido para asegurar su responsabilidad ante la ciudadanía.
Ejemplo contrario estridente fue el de Albert Rivera, que empezó por culpar de su mal resultado a la Ley Electoral, como si Messi se quejará del fallo de su penalty que le costó la Copa América a Argentina a las reglas de la FIFA y se mostró en antipático justiciero contra tirios y troyanos. Su discurso antisistema y antipodemos se muto en advertencia de su intransigencia ante los posibles pactos. Se siente un descendiente de Savonarola y hace descargar los rayos del dios nórdico Thor sobre sus interlocutores, en su afán de convertirse en Don Limpio no deja títere con cabeza. Creo que se equivoca con su actitud desafiante de gran Inquisidor, ni un asomo de autocrítica, ni de recoger velas cuando amainan los vientos. Debería mostrarse satifecho por los 32 escaños obtenidos con votos de su partido y no mercancía robada a sus primos populares. Lamentable conducta como lo es el odio a Mariano Rajoy a quien le niega el agua y la sal. Es un caso de enemistad personal. Como te detestan Mariano, se ve que se aproxima el orgullo y a los jóvenes les bullen las entrañas. Son bajas pasiones enquistadas en los gallitos jóvenes frente al gallo de Pontevedra. Rivera rodeado siempre por sus jóvenes pretorianos debería darse con un canto en los dientes ante su electorado que comparte la regeneración y su populismo hecho de latinos incorruptibles y caballeros de capa y espada y damiselas relucientes y sonrientes‎. Mal ejemplo para sus paladines, ya que sin caballerosidad no puede haber liderazgo. El chico sensato de Hospitalet debería aprender a saber perder, se puede pasar por su meticulosidad enfermiza que le hace redactar interminables requisitos, que pugnan contra las leyes de la sintesis, puede aplaudir su gallardía de sentirse español en Cataluña, pero no es de recibo que se convierta en el incordio de todo un Parlamento, lo que en Italia llaman un "rompiscatole". Querido Albert desciende a la tierra, abandona un poco de tu narcisismo. No dejarás de ser el maravilloso Don Limpio ibérico, pero sabiendo perder reforzarias tus virtudes de gladiador. No te conviertas en marianofóbico. La sensatez esta reñida con el rencor.