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La enigmática sonrisa de las korés

viernes, 24 de junio de 2016
Cada curso tenía que enfrentarme a explicar el sentido simbólico de la sonrisa estereotipada de las korés y los kurós arcaicos. Los intérpretes de La enigmática sonrisa de las korésese gesto ritual, repetido, han deducido que esa mueca era una máscara para diluir la individualidad de estas imágenes en actos sagrados, en los que se utilizaban como ofrendas votivas a la divinidad. Esto interpretaron unos, otros no estuvieron de acuerdo, y las teorías sobre el enigmático gesto son varias. Ninguna ha llegado a una conclusión definitiva. Pero yo tenía que tratar de ser científica en la transmisión del saber, e iba desgranando en el aula una por una de las hipótesis.

Fue pasando el tiempo; yo me he ido haciendo más que mayor, a la vez que entrando en una interpretación de la relación e interacción humana más experimentada, lo cual me ha llevado a una concepción menos sublimada y más escéptica de lo religioso, cayendo en que los gestos enmascarados de las/los oferentes o exvotos de los templos griegos arcaicos pudieran ser la concentración de una sonrisa universal, pero no de satisfacción ante la divinidad, sino esa burlona del interlocutor ante el relato del otro, la que expresa su incredulidad; esa maliciosa de “conejito” que te transmite sin palabras el que te escucha cuando no te cree; la que amaga la pareja al escuchar una versión muy tuya y reiterada con la que no está de acuerdo; la malintencionada del que viene a por ti, sabiendo tú punto débil, apuntando a tu línea de flotación a ver si de nuevo y una vez más te hunde… -bueno, no nos vamos a poner trágicos-, o te neutraliza. Esa malicia de los ojos y los labios de Quim, el marido de la Colometa de La Plaza del diamante de Mercé Rodoreda, la risilla burlona sin palabras a la que ella temía más que a un nublado, mucho más que a sus palabras.

Naturalmente que mi nueva interpretación no tiene rigor pedagógico, es pura invención e interpretación de la mímica universal desde la experiencia personal un poco paranoide que tiene todo ser humano, y que intuyo coincidente con la de muchas y muchos otros y otras. Pero ahora que estoy libre de la docencia reglada puedo no ser científica e inventarme un relato particular, no contrastado, sobre el misterio de la sonrisa eginética.

Además, me avala en esta metodología narrativa todas las interpretaciones sentimentales que ha habido en la historia del arte, basadas en una interpretación emocional de teorías sociológicas y antropológicas. Entre otras muchas destacaría el del cultísimo y pasional geógrafo Don Ramón Otero Pedrayo, cuando habla en su libro Una interpretación del arte occidental sobre la sonrisa arcaica, impersonal, simbólica, si bien “Como dura y burlona, denotando el espíritu valeroso y estrecho de las dominantes castas militares. Pudiera relacionarse con los caracteres de los héroes novelescos del Conde de Gobinau, que en el siglo XIX exaltó una especie de “dorismo” de raza superior”.

¡Qué apasionado en sus utilizaciones de las teorías era este Don Ramón!, de una pasión certera. Porque, ya sabéis que los dorios eran aquellos griegos militares, fuertes y duros, que iniciaron la iconografía de las korés, acabando por crear un estilo arquitectónico sin adornos -el dórico-basado en la estrategia estética de lo mínimo, de lo aparentemente impersonal, de la belleza de la medida y las proporciones adaptadas al lugar en que se erigieron sus templos, en los que las alturas y anchuras de las columnas no sólo son armónicas en su conjunto, sino en relación a la mirada del espectador, a su punto de mira, ocultándose en esa aparente repetición del más antiguo y arcaico orden engaños calculados para convencer al espectador, para lo cual las columnas de las esquinas del Partenón son menos estilizadas en sus fustes, mientras que las intermedias son unas micras más anchas, disminuyendo su anchura de abajo arriba en sus fustes, de manera que el interlocutor no descubra el por qué de su enigmática armonía, de su burlona y refinada sonrisa que nos atrapa.
Pena López, Carmen
Pena López, Carmen


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