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Debatir para esclarecer

jueves, 16 de junio de 2016
España, lentamente, se incorpora a la madurez democrática. Esta vez con dos nuevos hechos: se terminaron las mayorías absolutas, la campaña electoral se fundamenta en los debates. La primera premisa conduce a la cultura de pactos para construir mayorías suficientes en el Parlamento. La segunda premisa debe poner a disposición del tejido social electoral, menos mítines teatrales entre fieles convencidos; y más cuerpo a cuerpo entre candidatos, mostrando preparación, contrastando programas, respondiendo a cuestiones sobre pasado, presente y futuro de lo que cada uno representa. Y es que con tales circunstancias los viejos partidos o hacen sus deberes o desaparecen. Lo mismo que se terminaron las octavillas y las pintadas, y ahora los partidos disponen de expertos en redes sociales, los candidatos no sólo no pueden eludir el debate, es que tienen que convencer de palabra, gesto y preparación.

Dicho lo anterior con fines generalistas, me centro en el debate a cuatro. Lo primero que observa el espectador, la imagen de los candidatos. Desde un hombre al más puro estilo siglo XX, incluso descrito por Antonio Machado en su poema "Del pasado efímero", con gestos de personaje hastiado, sacado de un armario de casona Compostelana, que hizo carrera como alto funcionario, al que le incomodan los cambios, entre otras razones por no estar dispuesto al incordio que supone volver a preparar oposiciones para examinarse ante el pueblo, cuando las que hubo de hacer, las superó y ¡basta ya!. De ahí su frase. "Aquí se viene preparado, no se puede venir a hacer prácticas". Fue sin duda un acto dialéctico que demuestra lo que lleva dentro el personaje. Así se explica su exigencia de estabilidad. ¿Qué estabilidad?. La de siempre, en todo caso pequeños cambios para que todo siga igual.

Un segundo actor. Nunca mejor dicho. Un personaje cuya estudiada pose se basa en tres ingredientes: guapo y sonriente, mensaje que evite alteraciones en el "corral" del que procede, con gayos de pelea dispuestos a quitarle la supremacía que le ha obligado a dar saltos hacia delante con riesgo de caerse por el precipicio; y sobre todo, tratando de hacernos creer que todavía su marca es como FERRARI, santo y seña del progresismo moderado y capaz de producir la alternancia dulce, al más puro estilo de las alternancias del bipartidismo a finales del XIX.

Un hombre joven, nadador, licenciado por ESADE, brillante, que representa como nadie la juventud mejor preparada de este país, sin duda universitario y ciudadano europeo del siglo XXI, rápido, la mejor representación de esa ciudad del sur de Europa, cosmopolita, emprendedora, abierta a la cultura entre el seny y el aprendizaje de todo lo que nos lleva a un país rico en I+D+I. Lo malo es que nadie cree que pueda ganar las elecciones. Lo peor es que se puede colocar como la alternativa al hombre del "casino provinciano". Lo mejor su centralidad, pero, ¿qué centralidad y entre quienes próximos y lejanos?. Sigo pensando que su presencia no es casual. Sigo pensando que tras su eclosión frente al nacionalismo independentista, los poderes fácticos, que siempre han promovido la regeneración de la derecha, ante la incapacidad de unos, la desconexión de los clásicos con el tejido social, y la irrupción de una izquierda revolucionaria, decidieron apostar por una pléyade de jóvenes excelentes para construir el futuro desde políticas compatibles con los mercados de la UE.

Por fin. Un revolucionario con todos los ingredientes para ganar y cambiar el mundo. Con todos los riesgos que ello comporta. Con toda la polarización derecha-izquierda, o conservadores-radicales. Su indumentaria proletaria. Su aspecto bohemio urbano. Su capacidad para comunicar. Su verbo bien sonante. Su sonrisa perfectamente dirigida al pueblo. Su capacidad para sumar. Su empeño en construir un nuevo escenario de enmienda a la totalidad del sistema, evidentemente pervertido por la partitocracia. Su calculado manejo de las redes sociales. Su actitud dura, implacable, pero con guante de seda. Su creatividad para en poco tiempo pasar de la nada a ser la alternativa de cambio desde la nueva izquierda. Los dos aspectos más complicados son, la procedencia de sus medios para estar ahí; la suma de todo: comunismo, separatismo, anarquismo, socialismo. Si es capaz de convencer al pueblo elector de su fuerza para terminar con la opresión del capitalismo, puede hasta ganar las elecciones del 26-J.

En cualquier caso, hubo dos ausencias en el debate. No somos capaces de saber que mayorías están dispuestos a formar para sacar a este país del impase. No tenemos muy claro qué modelo económico van a emplear para responder a la situación de emergencia en la que se encuentra nuestro país, con tres luces rojas. Deuda; pensiones; precariedad laboral. Damos por descontado que todos tienen propósito de enmienda para terminar con la corrupción. Damos por sentado que todos tienen propósito de iniciar otro proceso constituyente.

Si nos refugiamos en la historia, descubrimos que todo ciclo tuvo un final. Si no nos dejamos impresionar, hasta en los momentos más complicados de la humanidad, el sol volvió a salir por el levante y completó su círculo hasta el poniente.

Lo más curioso es que por una vez en un debate, Europa, al borde del precipicio por obra y gracia del Reino Unido, no desvió la atención de los candidatos más allá de lo que somos y necesitamos, como país, como Nación, como Estado de Derecho.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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