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Por fin

jueves, 16 de junio de 2016
Pasaron solamente poco más de cuatro años, pero la verdad es que parece que fueron cuatro lustros. La opinión pública española, tan fácilmente manejada por la opinión publicada, viró en el 2011 dándole la espalda al Sr. Zapatero que había traído a nuestra sociedad enormes avances en derechos sociales y civiles y recibió, como si de un Mesías se tratara, al anodino e indolente registrador de la propiedad de Santa Pola, al Sr. Rajoy.

Pronto se habían olvidado muchos pensionistas de las notables mejoras que habían experimentado en sus pensiones durante el mandato del Sr. Zapatero; muchas mujeres ya no se acordaban de las Leyes contra la Violencia de Género o sus medidas a favor de la paridad y la igualdad entre personas de distinto sexo: los miembros del colectivo LGBT no daban ya ningún valor al matrimonio homosexual; los emigrantes con derecho a voto se habían olvidado de las regularizaciones que se llevaran a cabo; los divorciados ignoraban la custodia compartida y el “divorcio exprés”; de la Ley antitabaco y del carnet por puntos ya no se acordaba nadie; tampoco de la creación de la UME (Unidad Militar de Emergencias) y de los impagables servicios que venía prestando. Por no acordarse, ya nadie recordaba que nos había sacado de una guerra urdida con mentiras repugnantes.

La “opinión publicada” regía las frágiles y manejables voluntades de los votantes españoles. Entre sálvame y la isla de los famosos, que concitaban las mayores audiencias televisivas, introducían alguna noticia que culpaba al “desastroso” gobierno de Zapatero de la crisis mundial ocasionada por la avaricia sin fin de los capitalistas, pero no dejaban tiempo para reflexionar, pues rápidamente empezaba “gran hermano 15” y quién podía resistirse a sus interesantes devenires. Y así, entre mentiras y programas basura, apareció el ínclito Rajoy, pasando de su cómodo anaquel (del que nunca lo debimos quitar), a la pantalla de plasma.

Y ahora, tras dilapidar en solo cuatro años 35.000.000.000 de la hucha de la pensiones e incrementar en 350.000.000.000 la deuda pública haciéndola impagable, se nos va. Y se nos va, no porque la “opinión publicada” no siga haciendo su trabajo, que lo hace, y a conciencia. Se nos va, porque apareció un nuevo partido que abrió los ojos a todos esos votantes que, perteneciendo a los de arriba o situándose en los de abajo, creen en la honradez del ser humano y no están dispuestos a perdonar ni un minuto más la desvergüenza de este gobierno y de su presidente que, por mentir, les miente hasta a los niños. El otro día un incauto chavalín le preguntaba en un programa televisivo: Sr. Rajoy, ¿ha cobrado usted alguna vez en B? No, nunca, le respondía. El tic de su ojo lo delataba. Ya no le quedaba nadie a quien mentir.

Existen muchas incógnitas en cuanto al resultado electoral del próximo 26. ¿Quién ganará en votos, Podemos o el PP? ¿Quién en escaños, Podemos o Psoe? ¿Se hundirá Ciudadanos? ¿Quién controlará el Senado? ¿Dimitirá Pedro Sánchez? ¿Se nombrará una gestora? ¿Habrá gobierno progresista?, etc... Pero de lo que no cabe ninguna duda es que el Sr. Rajoy y sus secuaces se irán, por fin, para sus casas.
Sampedro, Jorge
Sampedro, Jorge


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