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S. Antonio de Padua, contra la usura

martes, 14 de junio de 2016
San Antonio defiende el principio cristiano de la función social de la propiedad, en virtud del cual los bienes que no son necesarios al rico para las exigencias fundamentales de la vida, pertenecen al pobre que se halla en necesidad .

Alza la voz contra los nobles(DIGASE POLITICOS) que «despojan a los pobres de sus bienes insignificantes y necesarios, a título de que son sus vasallos».

Pero lo que hace actual a Antonio, guerrero de Dios, es la permanente lucha del Santo contra la usura de su tiempo. Esta enfermedad aún sigue causando tragedias en las familias; la acumulación de riquezas en las manos anónimas de grandes multinacionales sigue sustrayendo los bienes al Sur del planeta, sacando los recursos de los países pobres para repartirlos, bajo formas de dividendos, entre los accionistas de las grandes sociedades internacionales; y consiguiendo enormes beneficios con la explotación del trabajo infantil y de la inmigración clandestina.

El mensaje de Jesús es político por el simple hecho de proclamar la dignidad de la persona. En consecuencia todos los testigos de Jesús deben ponerse de parte de todos aquellos que sienten amenazada su dignidad de personas, personas sometidas a la miseria y a la opresión y que no pueden llegar a ser sujetos. Ésta es una de las tareas más acuciantes de la pobreza como virtud evangélica. No olvidemos que la predicación de Antonio se caracteriza por su particular atención a la gente sencilla, a los menores, a los pobres. Siendo un teólogo instruido y docto, Antonio se sentía enviado, siguiendo los pasos de Cristo, a «llevar la buena noticia a los pobres» anunciando el Evangelio como mensaje de liberación y de promoción de los más pobres.

Bastaría recordar su predicación contra la usura, el egoísmo de los ricos y la violencia del poder político, la explotación de los trabajadores y la opresión de los pobres. Antonio, Dulce consolador de los pobres. Quizá nosotros también tengamos que redescubrir una vez más a los pobres. Para nosotros no son sólo una cuestión social, de desigualdades económicas o de marginación.

Nuestra sociedad actual se va caracterizando cada vez más por la ausencia de expectativas, que lleva a la gente a la pasividad y a la indiferencia. Estamos necesitados de personas capaces de protestar y que no se dejen manipular, que se pongan al servio de aquellos que se ven desposeídos de su dignidad y que lo hagan como servicio, prodigando generosidad. Hombres y mujeres que no dejen de reclamar, frente a todos aquellos que matan la esperanza. Esta esperanza tiene que ser desencadenada por aquellos que se han entregado, con todas las consecuencias, a la labor de gestionar los servicios públicos.

La emprende con leguleyos y abogados(ES DECIR PODER LEGISLATIVO,JUDICIAL y por ende EL PODER EJECUTIVO): «idumeos, sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres». «Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias» para engarbullar a sus clientes.

Contra los banqueros(CONTRA EL PODER ECONOMICO,QUE DESTROZA AL PUEBLO),digase el campo--ganaderos,agricultores,etc): “La avaricia roba, hiere y chupa la sangre. ¡Maldito el avaro! Poseído por la codicia del dinero, esa plata miserable que encierra el genio del mal, el avaro husmea doquiera el olor de la ganancia, oprime al pobre y desangra al desgraciado. No tiene corazón en el pecho. No ve la angustia de las lágrimas. No siente piedad. Sus manos chorrean sangre: sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Sus vestidos están tejidos de robos y rapiñas. Su opulencia es su condenación. Aplastad al ladrón infame bajo las piedras de la maldición.” (San Antonio de Padua).

“Espinas son las riquezas. Y cuando pinchan hacen brotar la sangre. Bestias feroces son los pérfidos usureros, que roban y devoran. Raza maldita, se han desarrollado y esparcido por todas partes. No respetan ni al Señor ni a los hombres. A veces tienen la osadía e hipocresía de dar limosna que chorrea sangre de pobres.” (San Antonio de Padua).

«No queremos propaganda electoral, queremos soluciones para el campo». No es un eslogan, aunque podría serlo, ante las elecciones del día 26. Es mi reacción ante la próxima cita electoral tras haber comprobado un notable hartazgo en mis feligreses.

La situación del campo, caracterizada desde hace más de un año por el bajo precio de la leche, me ha llevado a mostrar el rechazo a la propaganda electoral en busca de medidas concretas. Cada feligrés de mis parroquias podrá reunir la propaganda que los distintos partidos manden a su domicilio, haciendo constar su nombre. Yo las reuniré y luego, con ayuda de algunos vecinos, las separaré según las distintas siglas. A continuación, repartida ya, se enviará a partidos y a coaliciones, pidiendo que por cada paquete se paguen diez euros.
Rodriguez Patiño, Luis Ángel
Rodriguez Patiño, Luis Ángel


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