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De la indignación al miedo

miércoles, 08 de junio de 2016
Me emocionó la lectura de "Indignaos", aquel librito que escribió Stephan Hessel en 2010. Me emocionó el movimiento popular de la Puerta del Sol -15-M- . Me emocionó comprobar que jóvenes y veteranos se encontraban en las calles y plazas para pedir justicia social y sobre todo cambios. Lo interpreté en dos claves. Recuperar la democracia cautiva por la partitocracia. Poner fin a un capitalismo obsceno, inhumano, sin límites. Y es que mi generación procede de aquellos estudiantes emocionados con el mayo francés del 68, la denuncia contra el coloso americano dispuesto a emprenderla con bombardeos de Napalm contra los pueblos que no seguían sus dicterios.

Me emocionó la lucha de tantos españoles para terminar con la dictadura. Me emocionó como se hizo la transición a la democracia, se recuperaron las libertades y se consagraron tres pilares para la convivencia: Estado de las Autonomías; derechos fundamentales; derechos sociales(ciudadanía). Pero, nada es eterno, nada resiste la llegada de nuevas generaciones y nuevas herramientas para: saber, estar y participar. Al igual que pasa con las empresas, las leyes se hacen viejas, y en los dos casos, o hay mutaciones, o se produce la quiebra.

El sistema político, social, económico, del Estado español, necesita mutar. Lo malo es que tal mutación la dictan desde unas instancias ajenas a España. De la Europa de los ciudadanos, nos han colocado en la Europa de los mercaderes. El capitalismo se ha encargado de barrer de Europa a la social democracia. Aquellos modelos que hicieron soñar a mi generación, Olof Palme, Delors, Wily Brandt, Harold Wilson, se han desvanecido y han dado paso a esa Troica, que a su vez obedece órdenes de los poderes fácticos del siglo XXI.

Pero lo peor son las consecuencias en nuestro país. Paro, pobreza, trabajo que no permite ejercer la ciudadanía, desigualdades y desequilibrios insultantes, hambre que mitigan los comedores sociales de Cáritas, desahucio, emergencia social, desánimo, inseguridad, desafección, injusticia, corrupción, falta de credibilidad en las Instituciones, ruptura del marco convivencial, emigración por necesidad vital, y sobre todo...miedo.

Miedo a perder lo que tenemos. Miedo a que nos quiten lo que hemos consolidado a base de esfuerzo y trabajo. Miedo a que nos engañen. Miedo a que nos usen y luego nos tiren a la basura. Miedo a que nuestros hijos y nietos, tengan que hacer las maletas por necesidad. Miedo a la violencia generada por los que siempre han visto las guerras como un negocio. Miedo a la dictadura del capital. Miedo a la reacción. Miedo a los salva patrias. Miedo a perder las libertades por falta de recursos y de garantías. Miedo a perder la ciudadanía real fruto de los derechos y la igualdad de oportunidades. Miedo a que aquel Estado democrático y social que construimos en 1978, de paso a un Estado totalitario o liberal; en el primero se conquista el cielo y desde tal se imponen los dicterios; en el segundo se deja hacer, se acepta la corrupción, se sustituye la cultura de la decencia por la del negocio dónde la mano de obra carece de garantías procesales y debe obedecer o conformarse.

Espero que no volvamos a escuchar aquello que nos enseñaban desde el nacional catolicismo. "La autoridad viene de Dios".
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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