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Las banderas de la discordia

viernes, 20 de mayo de 2016
La prohibición de flamear las esteladas ‎en el Estadio Calderón durante el partido de la final de la Copa del Rey ha indignado al Presidente de la Generalitat catalana. Habla de un atentado contra la libertad de expresión. La UEFA la autoridad futbolera europea es la que veta la presencia de banderas políticas o religiosas en los coliseos del balonpié, para evitar que se conviertan las competiciones deportivas en mítines políticos. Por lo tanto no es el lugar adecuado para mostrarlas y alardear de su carga simbólica. En un momento de fariseismo en que imperan los iconoclastas a sentido único, que se permiten violar las leyes, pero no aceptarían que en sus campos de juego se exhibieran las banderas nacionales de España, es fundamental la pedagogía, explicar a la ciudadanía que las reglas deben respetarse y no pervertirse. Es una cuestión de sentido común, quien por ejemplo ofrece una recepción, una fiesta de cualquier tipo, tiene la posibilidad de imponer unas reglas de vestuario y de comportamiento, no se trata de coartar la libertad de expresión, sino de afirmar unos criterios de urbanidad e incluso estéticos, es la etiqueta. La vieja Europa con sus bellos monumentos y refinadas costumbres tiene que defender sus tradiciones y sus normas de convivencia frente a los nuevos bárbaros que desean subvertir los valores hasta hacerlos desaparecer, no se trata Sr Puigdemont de ejercer ningún derecho de libertad, sino de aceptar unas directivas europeas. Impedir que las tiendas puedan rotularse libremente y no hayan de serlo obligatoriamente en catalán so pena de sabrosa multa si es atentar contra las libertades individuales y hacer de las calles una pancarta política. El apaciguamiento de Múnich que consistió en la política de aceptación de todas las anexiones del nazismo no trajo buenos resultados. La fiera del nacionalismo, su prepotencia, su arrogancia, su tergiversación de la historia se alimento y creció cada vez mas, hasta convertirse en sofocante y devorar con saña a sus opositores y finalmente a sus propios entusiastas partidarios. Tienen que existir reglas de juego, imaginemos una partida de cartas o un torneo deportivo sin ellas conduciría al caos y a la destrucción de la baraja. No se inventen libertades quienes pretenden imponer un pensamiento único, cumplan a rajatabla la facultad de expresión y no repriman,no levanten muros de intolerancia, acaten las normas de convivencia y resquebrajen su fanatismo. A una iglesia, a un lugar de culto se va a rezar, a recogerse estremecido ante la divinidad, no a desnudarse y proferir obscenidades Srta. Maestre portavoz del Ayuntamiento de Madrid,con esta conducta se están violando las libertades religiosas de los fieles. Política y Religión no deben invadir los santuarios ajenos se trata de respetar elementales normas cívicas. Quien asiste a un acontecimiento deportivo tiene derecho a disfrutar del espectáculo y no tiene porque aguantar que se pervierta esta finalidad y se le brinde un mitin político. Amigos del Barsa, un verdadero combinado mundial, deleitadnos con vuestro juego excelso, pero no os convirtais en pretexto para ofender los sentimientos de muchos ciudadanos e incluso de vuestros propios seguidores, los fans, los hinchas enfebrecidos y entusiastas, no mezclemos las churras con las merinas y por favor recomendad con todo cariño a vuestros incondicionales que se metan los pitos y silbatos en salva sea la parte.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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