Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Las 'Bocas do Sangue'

jueves, 12 de mayo de 2016
A mano derecha del camino que va de la villa de Ares a Mugados, y como a un cuarto de legua de andadura, se hallan ocultas entre zarzales y malezas, a la orilla de la falda de una colina, unos grandes agujeros como pozos a nivel del suelo, que la gente conoce por el hombre de 'As Bocas do Sangue'. Y dícese que de aquellos agujeros salen, o salían en otros tiempos, unos extraños rumores que, para aquellos que los oían, eran como signo de mal agüero.

Era por los últimos años del siglo XIV, cuando el señor de Andrade gobernaba sus tierras de Puentedeume, en donde aún puede verse la torre de su morada, así como también las ruinas de su castillo de Nogueirosa.

Tenía el de Andrade entre sus servidores un mozo robusto y varonil, llamado Fortún, de veintitantos años, al que correspondía el privilegio de acompañarle en sus cacerías y aun en las ocasiones de guerra cuando era preciso.

Fortún, andaba tras de una muchacha de la aldea que tenía por nombre el de Maruxa y era rubia como una espiga de trigo y tan sencilla y blanca de cara como las azucenas. Los dos hacían una buena pareja, y se casaron.

Pero, un hidalgo emparentado con el señor de Andrade, por nombre Fernán Pérez de Souto, se enamoró de la mujer de Fortún y, con regalos que a ella le complacían y con palabras de afectada delicadeza que su marido no solía dedicarle, fue engatusándola hasta que logró hacerla suya.

El bueno de Fortún nada sospechaba. Contemplaba embobado a su mujer, que cada día estaba más hermosa y mejor vestida y alhajada; pero como parecía ser hacendosa y bien dispuesta, y solía mostrarse cariñosa y sonriente, el hombre vivía feliz. Hasta que un día, una vieja vecina (ellos vivían en Ares) encontró a Fortún en el camino y le dijo:

-Fortún, Te voy a decir una cosa, y no lo tomes a mal, te lo digo por tu bien.

-Hable, señora Andrea, le agradeceré saber de lo que se trata.

- ¿No te has percatado que tu mujer viste ropas muy caras y alhajas de mucho precio?

-Señora , mi mujer es hacendosa y limpia y yo le entrego todo lo que gano, ella lo administra y muy bien.

-Escucha. En Ares todos saben que, cuando tu no vienes a causa de tu trabajo, se aprovecha para hacerle compañía un hidalgo durante la noche.

-¿Es cierto eso? Grito Fortún.

-Te lo juro, dijo la vieja.

-Te agradezco que me lo hayas dicho.

Pero hombre fuerte y acostumbrado al rudo sufrimiento de las luchas guerreras, logró acallar sus amarguras y dominar sus ansias de venganza y castigo, hasta poder coger juntos a los dos amantes para no exponerse a cometer una injusticia.

Un día le dijo a su mujer que tenía que salir con su amo el señor de Andrade para Villalba y que estaría fuera toda la semana. Pero se quedó en Puentedeume sin ir a casa dos días. y, al tercero se fue de noche para Ares. Llegó antes de salir el sol y se ocultó frente a su casa.

Pasó algún tiempo y al amanecer, en la casa se abrió una ventana, poco después la puerta y en ella apareció el bulto de un hombre envuelto en una larga capa oscura. Fortún sintió sus huesos ateridos por el frío; pero, con el odio quemándole las venas, preparó silenciosamente su ballesta.

-Adios amor mio- dijo la voz del hombre dirigiéndose a alguien que estaba dentro de la casa.

-Adios, hasta la noche- le respondió Maruxa

-Estos días son nuestros por entero, don Fernán, tenemos que aprovechar.

Y en la puerta se dieron un último abrazo y besos de despedida. Después, Maruxa cerró la puerta y el hombre se dirigió al cobertizo para montar en caballo que tenía amarrado allí.

Fue entonces cuando Fortún disparó su ballesta. Un pequeño grito, un '¡Ah!' de dolorosa sorpresa, de asombro; un suspiro de dolor y de muerte, y el hombre que se derrumba sobre el suelo blanquecino de la helada.

Fortún se acercó a la casa y llamó a la puerta.

-¿Quién es? -preguntó la voz de Maruxa.

-¡Abre, soy yo, Fortún!

La mujer acudió a abrir y, con los ojos desorbitados por el terror, exclamó:

-¡Tu aquí a esta hora!

-¡Yo!, para castigarte y a la vez a tu amigo, que ya pago su culpa.

-¡Fortún!

-¡Descastada, mala mujer!.

Y le clavó un puñal en el corazón sañudamente.

Después desató el caballo de don Fernán Pérez, cargó en él los cuerpos de los dos amantes y se fue camino de 'As Bocas do Sangue' en donde arrojó los cadáveres. Hecho esto, montó en el caballo y se alejó hacia los montes.

Mucho se habló en el castillo de Andrade, y mucho se habló también en Ares acerca del extraño caso de haber desaparecido el capitán don Fernán, Fortún y la mujer de este, Maruxa. pero nadie supo por qué ni cómo había ocurrido aquello.

Pero, pasado algún tiempo, empezó a notarse por toda la comarca de Puentedeume que una cuadrilla de ladrones había asaltado varias casas, que robaban a los curas de las parroquias, a los labradores ricos y hasta a los mismos hidalgos. y toda la gente andaba con miedo.

Un día que había salido de caza el señor de Andrade con algunos hidalgos de su casa, cuando después de dar muerte a dos jabalíes volvían hacia el castillo, hallaron cerca de un riachuelo a dos hermanos, sobrinos de don Fernán Pérez, el desaparecido capitán de Andrade. Ambos estaban, al parecer muertos; pero a uno de ellos todavía vivo, le quedaban alientos para decir que habían sido asaltados por cuatro o cinco hombres bien armados y que uno de ellos era Fortún; y ya con mucha dificultad, añadió que este jurara matar a todo aquel que tuviera sangre de don Fernán Pérez de Souto, para castigar el daño y la desgracia que este le había causado.

Sabido esto por el señor de Andrade, dispuso que una tropa de ballesteros y lanceros, batido y derrotado, Fortún se vio acorralado y tuvo que huir, y gracias que conservaba el caballo de don Fernán para salvarse, sin que pudieran apresarlo, como les aconteció a sus compañeros.

Pero a pesar de eso, Fortún, cercado por sus perseguidores que también iban a caballo, tuvo que seguir el camino de Mugardos y, al llegar ante las 'Bocas do Sangue', sintiéndose perdido, prefirió darse la muerte por sí mismo antes que dejarse ahorcar, y dirigiendo el caballo hacia las espantosas cuevas, se arrojó a una de ellas, yendo a estrellarse en las profundidades de la sima.

(Santiago Lorenzo Sueiro es Presidente de Alianzagalega).
Lorenzo Sueiro, Santiago
Lorenzo Sueiro, Santiago


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES