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Recuerdos balcánicos

jueves, 21 de abril de 2016
Recuerdos balcnicos El 2016 deja una doble onomástica relacionada con los Balcanes, siendo ambas principio y fin de un conflicto. El 25º aniversario del comienzo de las guerras balcánicas que en 1991 le hicieron recordar a Europa que la guerra no ha desaparecido y que los Estados existentes no eran homogéneos. Y, paralelamente, el 20º aniversario de la entrada en vigor de los Acuerdos de Dayton (EEUU) que pusieron fin a las hostilidades y certificaron la desintegración de la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia. Un cuarto de siglo que cambió el atlas europeo y por consiguiente el mapamundi global enseñándonos que, así como en la ex URSS también existían rusos, lituanos, uzbecos, ucranianos, moldavos, turkmenos o georgianos, entre otros, en la ex Yugoslavia también estaban croatas, bosnios, serbios, macedonios y eslovenos.

Curiosamente, en 2016 también se cumplen 25 años de la desaparición de la URSS, colofón del final de la guerra fría.

¿Están mejor hoy los Balcanes que hace 25 años? No hay duda de que la estabilidad ha amortiguado los conflictos nacionales, religiosos y sectarios subyacentes que aún no desaparecen. De las seis ex repúblicas yugoslavas, sólo dos (Croacia y Eslovenia) ingresaron en la Unión Europea. Macedonia, Bosnia, Montenegro y Serbia están a la lista de espera. Incluso Kosovo, entonces región administrativa serbia, es hoy un Estado de facto no reconocido por la ONU.

Causa curiosidad la doble onomástica balcánica precisamente en un 2016 donde la crisis de refugiados ha puesto contra la pared a una Europa inerte que asiste impasible al espectáculo de otra crisis humanitaria. Y son precisamente las rutas balcánicas los caminos por las que pasan estos refugiados que huyen de otras guerras, como Siria, Irak, Libia, Somalia o Afganistán, donde el espectro de la desintegración no sólo estatal sino social y moral subyace en la superficie. Una reproducción en vivo y directo de lo que vivieron bosnios, serbios y croatas 25 años atrás. Pero también una reproducción de esa misma Europa “civilizada” que, como entonces, quiere hoy mirar hacia otro lado cuando ve a esos refugiados vagar por su periferia balcánica.
Mansilla Blanco, Roberto
Mansilla Blanco, Roberto


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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