La desfachatez de unos impresentables

En este País no hace falta decir de qué partido son los corruptos. Ciertamente en todos hay algunos, pero los genes son propiedad exclusiva de los de siempre. Hay individuos que saben que este cortijo tiene a los patriotas atados al dinero de Suiza, a los papeles de Panamá, a los de las Islas Vírgenes o a sus Putas Mamás. Aquí sólo están de paso, vienen a disfrutar del sol, la playa y otras lindezas mientras el personal cree las mandangas que les cuentan los Arias Cañete, por ejemplo.

No hay como los tirantes con la enseña nacional y los yates señoriales para alimentar la ingenuidad de los parados o de los despedidos con una ley laboral que tanto bien hace a las grandes fortunas. Aquí pueden ustedes seguir votando a esos que tanto los indignan cuando se enteran de sus desmanes. No se quejen tanto y sean coherentes. Sigan ustedes creyendo en esta justicia y sufriendo estoicamente su uso político, porque debieran saber que la democracia es una versión laigt del Franquismo. Aquí sólo valemos para pagar impuestos y permitir que unos despabilados vengan a saquear las arcas públicas vía empresas afines o mordidas suculentas. Somos capaces también de aplaudir las trampas de los defraudadores o copiar como se roba en el trabajo que para algo somos hijos de la picaresca. No olvide que robar es fácil, y si no que se lo pregunten a un alcalde que conocí yo. Si, si aquí hasta aquel famoso ciego de las tertulias televisivas alterna con los mafiosos. ¡Si llega a ver se llevan el cobre de Telefónica!. Pero es verdad aquello de que no son todos los que están ni están todos os que son, que algunos presiden constructoras y equipos de fútbol.

Pregúntense porque en Galicia no se investigan los orígenes de algunas fortunas y todo se reduce a turbios asuntos de puticlub. A lo mejor aparecían honrados funcionarios y personajes con aureola de honestidad. Pero de algo valdrá el marisquito y los chupitos de inmoralidad.

Seguimos viviendo ajenos a los tejemanejes de los políticos ricos y poderosos permitiendo su agresividad contra las pocas personas honradas, honestas y sinceras que les hacen frente, y sería deseable que, en vez de darme la razón, los apoyáramos con nuestra gratitud y nuestro esfuerzo.