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Regreso de ultratumba

lunes, 11 de abril de 2016
Hace unos días, en mi casa que mira a la mar Cantábrica, suena el teléfono-fijo-. Se trata de un número procedente de Alava. ¡Qué raro se me hace!. No tengo noticias de aquellas tierras vascas. Sus recuerdos se detuvieron en septiembre del 2002, cuando decido voluntariamente que regreso a mi Galicia natal, para vivir como gallego y en gallego. Atrás dejo una historia que comenzó en junio de 1976 y finaliza el día que recupero la ciudadanía en el Concello de Cervo-Sargadelos. Hoy, soy un jubilado con numerosas vivencias que contar a mis nietos. Tengo la inmensa fortuna de vivir en un paraíso natural dónde aprendí a leer y escribir gracias a Don Francisco Rivera Casás, dónde el apellido Mosquera es genuinamente gallego, dónde usando el rancio argot nacionalista, puedo presumir de ser pobo galego.

Hacía mucho tiempo que no entraba a leer la prensa vasca. Lo hago y observo que están a punto de celebrar elecciones al Parlamento, dónde yo ejercí la condición de representante de los alaveses durante cinco legislaturas. Dónde conocí a personajes de todos los perfiles políticos. Dónde me las vi con tres Lendakaris. Garaicoechea, que me despreciaba. Ardanza, todo un caballero. Ibarreche, un buen amigo. Hoy, ejerzo de nostálgico que trata de saber y contar, para que mis hijos y nietos, conozcan las venturas y desventuras de un médico que hizo política a riesgo de perder la vida.

Entro en páginas periodísticas. Descubro que la Universidad de Mondragón presume de ser una de las más influyentes en investigación a nivel mundial. Sé que el Glorioso Deportivo Alavés, del que llegue a ser directivo en su momento más esplendoroso, encabeza las posibilidades de ascenso a la primera división del futbol nacional -España-La Comunidad Autónoma del País Vasco, ha sido junto a Galicia, cumplidoras del déficit autorizado para sus cuentas pública. Supongo que tendrá mucho que ver el Concierto Económico que garantiza una Disposición Adicional de la Constitución Española, motivo de discrepancia en los órganos de la Unión Europea que ven tal pieza fiscal como un privilegio insostenible. Me imagino como los empresarios vascos cuidarán sus relaciones con España, para evitar que el reino con sede en Madrid, deje la defensa de tal "derecho Foral".

A mi interlocutor telefónico le explico mi total desconexión con los vascos. Me preocupa Cataluña, dónde tengo familiares y amigos que son españoles sin más. Me acuerdo de lo mal que lo pasó mi familia en aquel país de vasquitos y nesquitas que se habían llegado a creer que podían alcanzar la independencia de España con soflamas nacionalistas de las que ETA era vanguardia de gudaris. Hoy, sólo son y para bien, un territorio con algo más de dos millones de habitantes. Quizá por eso ya no son noticia, y hasta alguna empresa periodística ha dejado de influir tanto como lo hacían. Hasta el negocio de la seguridad se ha derrumbado. Euskadi es una comunidad como tantas otras, eso sí, con cuatro Parlamentos y cuatro Gobiernos.

Resulta curiosa mi imagen en el país vasco. Cuando se ponen en contacto conmigo lo hacen por asuntos relacionados con la política. Incluso, una persona de escaso nivel que colocaba delante de su apellido castellano un de, para simular descendencia noble con heráldica de alcurnia, llegó a tratar de ofenderme diciendo que, mi nombramiento como Gerente del Hospital de La Costa en Burela se debió a mi puesto político.

Que pocos saben o quieren saber que, gracias a mi gestión, se monta e inaugura el Hospital de Txagorritxo en 1978, que fue puesto en marcha por un equipo de médicos procedentes de Barcelona, dónde habíamos aprendido en una de las escuelas de asistencia sanitaria de más prestigio en Europa.

Cuando llego a Vitoria en junio de 1976 se daban las siguientes circunstancias. Heridas muy recientes por los incidentes del 3 de marzo y la huelga que fue atajada por orden de Manuel Fraga y Adolfo Suarez. Los hospitales públicos eran: Santiago Apostol, de FASVA y concertado con la Seguridad Social, por cierto el mejor Hospital Provincial que conocí, mientras la Seguridad Social, disponía de una vetusta Residencia en el barrio de Arana. Vitoria no tenía más que un ambulatorio en la calle Olaguibel; por lo que puse en marcha una red de centros de salud en Zaramaga, Txagorritxo y Zumaquera.

Cuando me dedico a la política, lo hago desde mi condición de Jefe de la Unidad de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital General Santiago Apostol de Vitoria, amén de ser Inspector Médico de la Seguridad Social y Médico de Familia, todos ellos por oposición y en excedencia voluntaria. ¿Cuantos vitorianicos o llodianos que se hicieron políticos podían presentar mi curriculum profesional?.

Me gustaría que alguna vez, alguien recordara que contribuí a la modernización de los servicios asistenciales de la Seguridad Social en Alava, gracias a mi trabajo, al equipo que vino desde Barcelona acompañándome y la magnífica formación hospitalaria que tenía, para una ciudad entre clérigos y soldados.

Pero volviendo a la llamada de ultratumba...Me preguntan por mi conocimiento y opinión sobre determinados hechos relativos a corrupción en Vitoria. Mi respuesta es que no sé nada, no me interesa lo que acontezca en Vitoria, he perdido la pista de los personajes presuntamente relacionados con el asunto, y que como ciudadano estoy hastiado con las noticias que muestran las dos preocupaciones máximas de los españoles: el paro y la corrupción.

Mi postura; la misma que adoptaban los eruditos del Mundo Antiguo. Los dirigentes de la sociedad han de tener al menos dos virtudes: ser cultos y decentes. Si no lo son, alguien deberá perseguirlos en "aumento de la justicia contra malhechores".

Los vascos se han creído un pueblo muy importante. Mi idea basada en la historia es que son primitivos, carecieron de romanización, apenas tiene patrimonio cultural, histórico y artístico, y no nos llegan a la altura de los zapatos al viejo, culto y maravilloso pueblo Celta-Gallego. La mayor parte de su historia hay que buscarla entre guerras banderizas y durante el siglo XX en las páginas de los sucesos terroristas. No les debo nada. Me deben mi trabajo durante más de 25 años.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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