
Que cada rico tiene su paraíso
fiscal, no es cuento nuevo ni hacía falta tanta escandalera periodística para denunciarlo. Algunos ya lo hicimos, hace ya mucho tiempo. El que se codea con la gente adinerada sabe que esta, siempre tiene a mano despacho de abogados especializados en la evasión de impuestos y bien elegidos los paraísos que más le convienen para tapar sus cuantiosas fortunas. Hubo un tiempo en que los más ricos contrataban a gente que se marchaba de Hacienda y luego se dedicaban al lucrativo negocio de aconsejar a los defraudadores. Así que, imagínate como estaba el patio.
Yo conocí a un tipo que se jactaba en las reuniones de empresa de no haber pagado un solo impuesto en España y -a la vista de lo que a mí me han robado como autónomo que fui- te confieso que me daba cierta envidia el hecho de no haberme permitido tal licencia. La explicación es que algunos estudiaron para ricos y otros lo hicimos para imbéciles, visto para lo que sirven nuestros impuestos hoy en día.
Los Papeles de Panamá siguen descubriéndonos solo los nombres de las personas que han sido propietarios o directivos de empresas offshore y la verdad que algunos que salieron a la palestra resultan sorprendentes, como el de Vargas Llosa, por ejemplo, que tuvo una opaca solo un mes.
Pero de nada servirá la consecución de los datos del despacho Mossack Fonseca, en la capital panameña sino se demuestran los fraudes fiscales y los delitos que hayan podido cometer los dueños de esas singulares empresas.
Así que, tranquilos todos. Porque, salvo en casos que están muy claros, la gente de la lista facilitada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación tiene las espaldas a cubierto y se irán de rositas.
Esto no quiere decir que estemos en desacuerdo con la denuncia. Al menos sabemos de alguna gente cuya ética es ahora más que dudosa.