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Un grito en La Almudena

viernes, 08 de abril de 2016
Diez mil cristianos asesinados al año es el duro balance de una Iglesia perseguida. En la Catedral madrileña, el cinco de abril, se celebró un funeral por los últimos mártires en Pakistán y en Yemen. En Lahore fueron setenta víctimas inocentes que festejaban gozosamente la Pascua en un parque infantil y en Yemen cuatro monjas de la Caridad que cuidaban a ancianos y a inválidos los que vieron sus vidas segadas. En ambos casos furia fanática y odio primitivo.Un grito en La Almudena

El arzobispo de Madrid, Don Carlos Osoro, invocó en su homilía la enciclica de San Juan XXIII "Pacem in terris" que predica la paz en la justicia, que debe guiar a todos los hombres de buena voluntad y dentro de la cultura del encuentro que postula Don Carlos proclamó que ninguna religión puede difundir el odio‎, cuando deben ser fuente de amor y concordia.

Estuvieron presentes el embajador de Palestina y el de Pakistán con todos los miembros de su embajada. La fiscal general del Estado representó al gobierno y el Ayuntamiento de Madrid brilló una vez mas por su ausencia. No eran sus muertos. El día anterior en otro funeral esta vez por el atentado de Bruselas hubo una veintena de representantes europeos y una paupérrima presencia oficial, tan sólo la delegada del gobierno. La familia real tampoco estuvo y los chicos de Carmena como siempre de campo. Es tremenda la indiferencia que las muertes de cristianos suscita en los medios oficiales y en los medios de comunicación.

Los mismos que se rasgan las vestiduras por la suerte de los refugiados ni siquiera condenan estos atentados, ni los mencionan, al contrario, hostigan las procesiones y actos religiosos y se ensañan con la educación concertada. Todo vale para dar leña al mono y erradicar las tradiciones y sentimientos religiosos de gran parte de la poblacion. Hay que aplaudir la sensibilidad demostrada por la diócesis de Madrid ante los estragos causados por el fanatismo yihadista. Los Marianos, Albertos, Pedros y Pablos, a lo suyo, a preparar su empanada del poder y sus ambiciones personales.

En un momento en que impera el feismo se están perdiendo las ceremonias de Estado y los duelos colectivos, salvo en los deportes. Mientras en España impera la libertad religiosa y de conciencia, en algunos países se persigue con crueldad inaudita a quienes profesan la religión cristiana.

En La Almudena ha resonado un grito de protesta y de dolor mezclado con el abrazo dirigido a los violentos para que se deshagan de su odio y lo conviertan en amor fraterno. La sangre derramada por los mártires contemporáneos servirá de caldo de cultivo para una fe más fuerte y un vigor alegre en medio de sacrificios dictados por una interpretación sectaria del Dios del Amor convertido en una deidad asesina que inspira y da alas a la furia ciega de los fanáticos. Pakistan y Yemen son dos botones de muestra de la irracionalidad que impera entre las diversas familias yihadistas, ante esta cultura de la muerte tenemos que proclamar en voz alta la cultura de la Paz y de la Vida como se ha hecho en este sentido Funeral en La Almudena.

(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).
Antuña, Joaquín
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