Horror en Bruselas
Antuña, Joaquín - martes, 22 de marzo de 2016
El Dios de la ira se ha manchado las manos de nuevo, mientras el Dios de la Misericordia agita las palmas de la reconciliacion. Alcanzar el paraíso cumpliendo los designios de un Dios colérico, que exige sangre, venganza y dolor. Que dos visiones tan distintas y distantes de la religión!. Del fanatismo, del ángel vengador al amor y la concordia.
A esos seres fantasmales que mueren a lo kamizake sin importarles ni su vida, ni la de los demás, les espera al otro lado el Arcángel Gabriel quien les colma de bendiciones. Es imposible razonar con este tipo de personas.
Recuerdo en Mauritania una aterradora comitiva con los ojos encendidos repitiendo las jaculatorias que proclaman que Dios es el más grande, "Alah Akbar". Mis amigos me ocultaron entre sus túnicas y pasaron sin verme quienes llevaban la antorcha de la destrucción y de la muerte. Es aterrador pensar que el dulce nombre de Dios pueda infundir la furia y la destruccion. Estamos sumidos en una pavorosa guerra plagada de atentados en todo el mundo, para sembrar el pánico y aterrorizarnos. Cuando la religión se convierte en visceral es como un pedernal del que brota la chispa y surge un fuego destructor, que arrasa a las personas, las humilla, las flagela y las destruye. Es odio destilado convertido en bomba, en explosión, en lágrimas de apocalipsis.
El amor, el afecto, la amistad, la solidaridad, es el amor al prójimo, es el Dios de la ternura y de la misericordia. Seamos implacables contra quienes quieren destruir nuestras vidas y nuestra sociedad, pero imploremos al Dios de la Pascua que mueva estos corazones de la ira hacia la tolerancia y la concordia. Nuestras mentes están repletas del horror de quienes han sufrido estos atroces atentados y de sus familias y seres queridos. Nuestro amor hacia todos ellos y roguemos a este mismo Dios del amor, que aplaque a estas fieras feroces, que les haga destruir sus copas repletas de hiel y saborear los caldos y los nectares de la comprensión y encontrar el abrazo de sus hermanos y no descargarles su mortífera cimitarra.
Horror en Belgica. Duelo en la capital de Europa. Dos visiones de la religión y de la civilización frente a frente. Apostemos por el amor, pero tengamos los ojos vigilantes.
(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación)

Antuña, Joaquín
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