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Como me gustaría envejecer

sábado, 19 de marzo de 2016
Varios alumnos de la Uned Senior responden a la pregunta de "Cimo me gustaría envejecer".

Manuela Sánchez Vázquez


"Comenzaré diciendo que nunca jamás me lo he planteado. Por extraño que parezca. Vivo el momento presente y un poco más lejos del día no planifico mucho, no sé lo que puede llegar a pasar.

Responder a esta pregunta, me parece una cuestión a largo plazo que la iré resolviendo a medida que se acerque el momento, esa fase en la vida y con ella ese ¿cómo? Ya se verá...
Es cierto que a día de hoy, no quiero pensarlo, ya lo decidiré. No quiero, ni soy así: planificar mi vejez.

¿Para qué voy a molestarme en planificar una vejez que quizás no llegue a vivir?

No me preocupa en absoluto. Iré viviendo...Iré viviendo...Iré esperando...

Si no envejezco más, no habrá que romperse más la cabeza con estos pensamientos, y si llegan tiempos más longevos, estoy convencida que serán desde luego, con buen humor mucha alegría, y ganas de hacer mucas cosas.

Mi papi me dio una lección de vida y la seguiré siempre y mi madre, una luchadora que que conseguirá llegar a más vieja, y yo, lo veré.

Viviremos, disfrutaremos, seremos felices. La mejor medicina contra le vejez es el buen hacer; la vida es cómo la haces y la vejez es lo que haces."


Pablo Ruano Alonso

"Pasé parte de mi vida, acumulando experiencia y pensando en el día de mañana.

Al alcanzar la edad madura, vino marcada por la ilusión, el entusiasmo y promesas que me ayudaron a diseñar, cómo me gustaría envejecer.

Me gustaría envejecer en compañía de la familia, tener salud y calidad de vida.

Me gustaría recoger lo que sembré y completar muchos proyectos, que no pude realizar mientras trabajaba y criaba a mis hijos.

Me gustaría viajar, tener una vida activa, no aburrirme, no me gusta la soledad.

Me gustaría ser independiente y autónomo para mi vida diaria, y llegado el caso, diera el menor trabajo posible.

Me gustaría que me respetaran, que no me miraran como a un viejo inútil, que me escucharan.

Me gustaría llenar las horas de contenido que merezca la pena......


Jaime Varela Gontad


"Ante todo tengo que decir que como hombre de fe, cristiano, lo primero que te viene a la cabeza es aquello de “ya será lo que Dios quiera”, en alusión a que el Supremo Hacedor, sabe mejor que yo lo que verdaderamente mi espíritu necesita para su evolución terrenal en la última etapa de la vida.

Pero dicho esto, y para no intentar eludir la pregunta iré al tema en lo que concretamente se refiere a mi idea de envejecer.

Previamente tengo que decir que pienso varias cosas. Para poder envejecer no se puede morir joven, o sea, que aunque nuestra vida está en manos del Creador y por tanto moriremos cuando él lo disponga, nosotros tenemos el sagrado deber de cuidar de nuestro cuerpo y nuestro espíritu para poder llegar hasta la ancianidad (o hasta donde Dios quiera), en las mejores condiciones.

La ancianidad hay que prepararla a lo largo de toda la vida, no se hace de hoy para mañana. Y eso en todos los aspectos: económico, físico y espiritual.

La ancianidad es una etapa más de la vida, y posiblemente sea más interesante que las anteriores, yo así lo voy descubriendo día a día.

La ancianidad es personal e intransferible. Cada ser vive su propia ancianidad.

Al igual que las otras etapas de la vida, la ancianidad tiene su propio misterio, donde la persona nunca sabe lo que puede pasar en un momento determinado.

Mientras en las anteriores etapas de la vida siempre ves la ancianidad como un período de tiempo que vendrá “después” o más adelante; cuando se está en ella poco a poco vas tomando consciencia de que ya no hay ése “después”, no hay más etapas, y sólo queda un final llamado “muerte”.

Y así, según las creencias religiosas de cada uno, esa “transición” por llamarlo de alguna forma es esperada de distinta manera.

Unos lo esperan con esperanza, otros con miedo, y algunos con indiferencia, pero lo indudable es que cuando llegue, otra “misteriosa” etapa se abrirá ante nosotros.

Personalmente, para mí la muerte es un estado transitorio previo a la resurrección, de la que nos han hablado no sólo Jesucristo, sino también las religiones orientales.

En primer lugar, y aunque ya me he jubilado hace poco, creo que posiblemente esté entrando en la etapa de la ancianidad, pero de momento, casi no lo he notado, puesto que me mantengo y procuro mantenerme todo lo activo que puedo tanto física como mentalmente. Mientras no te miras al espejo y te ves las canas, piensas inconscientemente que eres el mismo de “siempre” y que estás como “siempre”.

Si he llegado a esta etapa de la vida, tengo que agradecer infinitamente a Dios en primer lugar; dar gracias también a mi esfuerzo y mi lucha diaria a lo largo de la vida, preparando, como dije antes, en las anteriores etapas la ancianidad. Y también, quiero dar las gracias a todas aquellas personas que Dios puso en mi camino para ayudarme, con las que te relacionas a lo largo de la vida y que también están ahí, interactuando contigo para que evoluciones.

Gracias también a mi familia, por haberme inculcado los valores cristianos.

Continúo aún preparándola de forma muy activa mientras la salud me lo permita, participando activamente en actividades de tipo cultural, intelectual y social. Para ello me he integrado en la UNED Sénior y en la Asociación "Consello de Maiores de Paderne".

Cuando Dios me dio la vida, me dio también un papel de una obra de teatro que debía representar: “MI VIDA”. Y me tocó representarla dentro del entorno familiar, local y social particular mío,que no fue fácil. También en un momento determinado de la historia, y no cualesquiera, sino uno muy concreto, en el que se desarrolló mi existencia.

Pues llego hasta aquí con la satisfacción y la tranquilidad que da el saber que dicha representación la realicé, y continúo realizando, de la mejor manera que pude y supe hacerlo, y siempre dentro de los límites de la moral cristiana.

He criado dos estupendos hijos, chico y chica, que ya caminan por la vida solos, incluso uno ya formó su propia familia y me dio dos estupendos nietos.

He podido, con la ayuda de Dios, construir un hogar digno, donde puedo vivir y descansar al lado de mi amada esposa hasta que Dios lo crea oportuno.

Por todo ello me siento en paz conmigo mismo, con Dios y con los que me rodean.

¿Que como quiero envejecer?

Pues sintiéndome igual que me siento ahora, en paz con todo y con todos, y en armonía con el cosmos.

Disfrutando a tope de cada momento que Dios nos da.

Ayudando dentro de lo posible a nuestros semejantes que lo estén pasando mal.

Disfrutando de la juventud que viene que son los nietos. Paseando y visitando lugares nunca vistos en compañía de mi querida esposa, mientras la salud nos lo permita a ambos.
Aprendiendo todas aquellas disciplinas que mi cuerpo y mente puedan recibir y asimilar para el engrandecimiento de mi alma. Llevando una vida lo más saludable posible en cuanto a la alimentación del cuerpo y del espíritu. Viviendo con mucha fe y con toda la esperanza de que soy capaz.

¿Y Luego?

Cuando el Supremo Hacedor considere que ha llegado el momento de marcharme, como persona cuadriculada que soy, he preparado concienzudamente a mi familia (esposa e hijos) para que hagan lo que tengan que hacer sin notar mi falta, de manera que se note lo menos posible que me he marchado.

Yo seguiré mi camino a donde quiera que vaya, espero que de la mano de Dios.

Todo lo aprendido en este planeta, todas las vivencias guardadas en algún sitio de la mente, y todas las personas que habré conocido a lo largo de mi existencia, suponen un bagaje enorme de conocimientos o, como dicen los ingleses know how, saber hacer, que no puede ni debería desaprovecharse perdiéndose en la infinitud del cosmos.

Yo tengo la firme esperanza que el creador ha de saber aprovechar esas vivencias de alguna manera, posiblemente, y ¿porqué no? guardándolas para dar vida con ello a una nueva existencia. Eso creo yo como hombre de fe que soy".


Carmen Taboada Sánchez

"Por todo el mundo pasan los años, y la vejez, llega a todos inevitablemente.

A pesar de ello- como en todo- las formas son lo que importan, y de ellas es de lo que quiero hablar en esta reflexión escrita: cómo me gustaría envejecer.

Físicamente resulta imposible que los años no hagan mella en uno mismo, pero eso no es lo que más preocupa. Sí es cierto que para mí sería una mala noticia tener que ser una carga para los míos, que tengan que estar pendientes de mí y yo depender de ellos; es decir, no ser válida para vivir de forma autónoma mi día a día.

Sin embargo, el aspecto psíquico me inquieta más. A mí lo que realmente me gustaría es que se mantuviera intacta mi cabeza, mi memoria, mi capacidad de recordar. Poder acordarme de las cosas que he vivido y seguir generando vivencias y buenos recuerdos. Sería, sin duda, una de las mejores situaciones que se podrían dar con el paso de los días.

Además de todo esto, envejecer no es sólo un deterioro de la persona.

Envejecer es tambien darse cuenta del paso de los años, y no sólo de uno mismo, sino también en aquellos que nos rodean. Este paso del tiempo me entusiasma especialmente en el caso de mis nietos. Los quiero ver crecer a todos, desde la más pequeña a la más mayor, viviendo cómo se hacen mayores y van quemando etapas en su vida, sus primeras comuniones, sus avances en los estudios, sus bodas... Estar yo presente y siendo partícipe en cada una de esas etapas, hasta que los años me lo permitan.

Lo mencionado anteriormente es muy importante, pero no por ser escrito antes lo es más en lo que queda por decir.

Mis nietos son especiales en mi vida, sin duda, pero no son los únicos. Mi familia también son mis hijos y sus parejas; mi familia es mi marido, con el cual he tenido la suerte de compartir la mayoría de mis años; y, aunque legalmente no sea así, mi familia también son mis amigos, con los que comparto alegrías, emociones, y que están cuando se les necesita.

Es por ello por lo que me gustaría estar el resto de mis días con todos ellos. Reuniéndonos los fines de semana, días de fiesta, días de diario o en ocasiones especiales. Es decir, rodeada de los míos.

Tampoco me quiero olvidar de la gran cantidad de cosas que puedo hacer a mis años y que no pude hacer antes: actividades de la UNED, hobbies como la música o la cocina, aprender a utilizar herramientas vinculadas a las nuevas tecnologías...

En definitiva, es uno viejo cuando pierde la ilusión y vive de recuerdos, y yo, la ilusión la tengo intacta".

María José Martiño

"A mí me gustaría envejecer poco a poco, sin darme cuenta de que me estoy haciendo vieja. Me gustaría seguir conservando mi cabeza lúcida. Poder moverme por mi cuenta, y sobre todo, rodeada de mis seres queridos. Por desgracia no puedo contar con la única hija que tengo. Tengo sobrinos y pienso que "no me dejarían tirada" en una residencia o en un asilo. No me gustaría.

Cuando ya no pueda, me gustaría permanecer en mi casa, acompañada de mis seres queridos, rodeada de cariño, seguir organizando reuniones, comidas..Rodeada de mis "animalitos".

Pido a Dios, si puede ser, que me evite el dolor y que no me falle la memoria.

Tengo una medio hermana con la que hasta ahora, he podido contar. Soy viuda desde hace seis año y ha sido ella quien me animó a matricularme en la UNED Sénior de A Coruña, y mantener mi tiempo libre ocupado con otros compañeros, acudir a las clases, cantar, reirme, aprender Historia, Medicina...

Es cierto que tengo momentos de tristeza y soledad, que espero ir superando cada día".
Uned Senior Coruña
Uned Senior Coruña


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