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'Sólo para hombres' (1960) en la Semana Internacional de la Mujer (2016)

lunes, 14 de marzo de 2016
Una tarde aburrida de lluvia y calle vacía, allá por el verano de 1960 o 61, “daban” en el cine del pueblo una película que se titulaba Sólo para hombres, titulo radicalmente tentador para toda mujer en cualquier situación, 'Sólo para hombres' (1960) en la Semana Internacional de la Mujer (2016)máxime para una adolescente de aquella época, que comenzaba a ventear la discriminación de género en cosas menores, las cuales podían hacerle la vida agradable a los chicos, pero a ella no.

Todavía no comprendía por qué, pero era así. Y aquella imposición absurda y cruel se iba repitiendo y creciendo a medida que te hacías mayor. Sólo para hombres era fumar, ir al fútbol en la práctica, -¿recuerdan aquella canción de alegre música en que la muchacha se lamentaba en el estribillo de que su novio no la llevaba al fútbol los domingos, y ella se sentía abandonada…? -, llevar pantalones, ir a los entierros de seres queridos -las mujeres de la familia no estaban bien vistas en el duelo-, sentarse a la mesa sin haber ido a la compra, ni puesto el mantel ,y levantarse de la misma sin saber quien la recogía ni si alguien lavaba platos, tenedores, cucharas, cuchillos. Todas estas menudencias y otras muchísimas más de mayor calado eran cosa de chicos, tabú para la feminidad de una mujer.

Claro, cuando una película se titulaba “Sólo para hombres”, e ir al cine con las amigas no estaba prohibido, el empeño en verla fue total, lleno de deseo de compartir algo que sólo era para ellos, aunque fuese en celuloide. Aunque la censura le había cascado un tres, yo no me resignaba y mi madre cedió ante mi incontenible deseo.
Me fui con mi pandilla de chicas, todas un poco mayores que yo, lo cual también era un escalón más en la escala de la integración social. Entramos alegres aquel jueves de agosto a media tarde, era la única sesión de cine que había entre semana. Se apagó la luz y se iluminó la pantalla, radiante con el blanco y negro, sonó la música mientras las letras de crédito anunciaban el reparto: ¿Qué sería eso de “sólo para hombres”?, ¡qué emoción!.
Sonaron unos pasos apurados por el pasillo a oscuras, cuando veo al maestro señalarme con el índice de las narices: “¡Tú, la de la familia X!, ¡sal inmediatamente!", dijo el apellido de mi familia muy alto. “¡Horror!”, me dije ya en la picota, “el honor de mi apellido por el suelo”. Salí abochornada.

Colorado como un cangrejo me lanzó, “¿Cómo te atreves a entrar en una película para mayores?”. “Me dejó mi madre”, respondí. Era la pura verdad. No atendió a razones en aquel ataque de furor desproporcionado. Me quedé en la puerta con una rabia , que tantas veces habría de sentir ante represiones tan absurdas. Me pareció que había un plus de indignación hormonal en aquella faz encendida, virulenta, por el hecho de prohibirle algo a una niña, no sólo porque era unos meses menor de lo establecido por la censura eclesiástica, sino porque era una fémina retando el orden, amenazando con un futuro no controlable.

Ayer vi cumplido mi deseo por fin de ver completa la reposición de aquella peligrosa película en la TV, y me pregunté por qué tal ingenua y chusco relato había sido calificado con un tres por la censura: su inocencia es total ,ahora y también entonces, ¡lo cual ya es decir…!: una chica de fines del XIX se lanza a trabajar en un ministerio, y el gallinero, lleno de hombres, se alborota de tal manera que se produce un escándalo nacional en clave de humor.

Pero claro, es cierto, eso sí, que se detecta una alteración sexual notable entre los oficinistas con la presencia femenina de la despanpanante Analía Gadé con sanas intenciones y gesto de bobita. y supongo que el sector más integrista de aquel país oficial, representado localmente por la autoridad eclesiástica y el magisterio público, veía amenazado ya su orden decimonónico con la inevitable integración laboral de las mujeres al mercado del trabajo, más allá de maestras de niños y enfermeras cuidadoras. Esto no se debía tomar de broma, ni aunque fuera una comedia de Mihura adaptaba por Fernando Fernán Gómez sin posiblemente aviesas intenciones. Bueno...tal vez un poquito temeraria cachondeándose de cosas tan serias.

Yo creo, que aquel señor maestro vio en mi la última ocasión de cortar de tajo la inevitable avalancha de mujeres que se venía encima, demandando obscenamente trabajos sólo para hombres. Eso sería, digo… en la Semana Internacional de la Mujer.
Pena López, Carmen
Pena López, Carmen


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