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Santa Rusia 1917 vs Laicista España 2016 (II)

jueves, 10 de marzo de 2016
(continuación)

IV.- Análisis del problema en España

Partiendo del apotegma de que no hay efecto sin causa, ¿cómo se ha llegado al lamentable estado político-social que nos está tocando vivir?

Yo no soy ni político, no politólogo, ni periodista, ni tertuliano, ni analista. Eso solo pertenece a los privilegiados aunque no sepan nada de nada. Pero soy octogenario y he vivido en vivo y en directo porque los he visitado, algunos países de diferentes órbitas ideológicas que me condujeron a contar alguna de aquellas peripecias en un ensayo que me titularon “por qué nunca fui de izquierdas,… ni nacionalista,… sí liberal”.

Premisa básica: el ciudadano que se dedica a la política, como norma general, busca estatus económico, no tanto de presente, como de futuro y sobre todo, poder. El poder, no olvidemos a los antiguos, corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. En este axioma no caben ideologías.

Segunda premisa: que ningún político pretenda embaucarnos hablando de derechos humanos porque no hay uno solo que no anteponga sus propias ambiciones a los derechos de los demás ciudadanos.

Modestia aparte creo que estoy suficientemente capacitado para hablar del tema no en vano he sido el primer letrado español que pisó en Estrasburgo la sede de la Comisión Europea de Derechos Humanos profesionalmente en una reclamación contra la Confederación Helvética, hecho que he desarrollado en mi novela “Una aventura europea”, I Parte.

Dicho cuanto antecede vamos a intentar tratar nuestra más candente cuestión en este momento de la vida parlamentaria española.

¿Cuáles han sido las causas que nos han conducido a esta situación de compleja gobernabilidad tras cuarenta años de pseudo democracia y presunto Estado de Derecho?

Soy un defensor a ultranza del principio de presunción de inocencia de toda persona hasta que sea condenada definitivamente pero, a la par y respecto a una ingente mayoría de políticos, asumo, respecto a ellos la presunción de indecencia.

¿Qué estoy afirmando o incluyendo en la expresión indecencia?

Pues aunque yo pudiese hablar de deshonra o de deshonestidad prefiero referirme a la indecencia en sus varias acepciones de vileza, indelicadeza y desaprensión así como a sus homónimos de desvergüenza, descaro, abuso indignidad, humillación, degradación y, en fin, otras conductas miserables.

En base a la citada premisa me tomo la libertad de comentar desde mi particular y personal óptica la supuesta e inexistente cacareada ideología de todos los aspirantes, excepto los de Podemos, a gobernar la laicista España de 2.016.

V. EL ZAR

Simplicísima casualidad. Cual la Rusia zarista de 1.917, la España laicista, que no laica, de 2.016 dispone, en paralelo a la Rusia de 1.917, de su Zar, de su Kerensky, de su Vladimir y de sus mencheviques, que aquí, en vez de ser “blancos”, son “anaranjados”.

El identificado como P.P. o Partido Popular, fundado por mi paisano y amigo personal Don Manuel Fraga, con quien nunca he tenido la menor relación en el ámbito político al igual que con su partido en el que nunca milité, asistí a mítines o mantuve otra cualquiera relación, se encuentra en estos momentos, tras de haber perdido, al parecer un tercio de sus votantes, incapaz de ser aceptado como interlocutor por cualquier otro partido que posibilite su aptitud para gobernar.

No voy a entrar en los problemas de corrupción en que, de modo flagrante, reiterado y contumaz han incurrido gentes de su ralea y el propio partido. No tengo el menor indicio de que personalmente el Presidente se haya lucrado pero si fuese verdad que no estuvo enterado de nada, la falta de atención al tema, dada su jerarquía en el partido, lo inhabilita para seguir al frente del mismo.

Solo a título de inciso, cabe preguntarse ¿por qué en estas fechas tan significativas y cruciales para la vida política de la Nación están apareciendo que no surgiendo por antiguas, de modo tan aparatoso y prolijo, tantas muestras de corrupción en ese partido?, ¿no resulta extraño y llamativo que, de súbito, afloren las peores excrecencias de esa entidad por asuntos de años ha cuando están silenciados casos peores por su cuantía en otras formaciones políticas?, ¿a qué se debe tanto sismo y tsunami precisamente en momentos en que se pretende constituir una aparente imposible gobernabilidad, más bien desgobierno del Estado?, ¿aflora alguna represalia derivada de causas institucionales o de intrigas espurias?

Mi desconexión personal con las redes sociales, en su mayoría sufragáneas de intereses bastardos, decidida de modo voluntario y consciente, no me aconseja profundizar en el tema pero algo, que no alguien, conociendo las magnitudes silentes de corrupción de otros partidos, envidando a las propias del Popular, me induce a sospechas como decía Franklin Delano Roosevelt, “en política las casualidades están siempre minuciosamente estudiadas”.

Tras el dilatado inciso, retomo la conclusión y tal es que solamente por la proliferación de asomos de corrupción, el Presidente del Partido Popular debería, en mi modesta pero convencida opinión, de dimitir de modo inmediato.

Pero, queridos amigos, que os conste que no me tomaría la molestia de pergeñar estas líneas solo para decir que el Señor Rajoy debería de dimitir por el problema de corrupción generalizado en su partido. Lo que pretendo es justificar por qué no solo debería de dimitir sino que está obligado a hacerlo. Tiene, entiendo, que marcharse.

No hace mucho tiempo escribía yo unas líneas en este medio, aunque en tono semijocoso sobre el ego del Presidente en funciones del Gobierno poniéndolo en paralelo con el del “Wladimir” hispano al que luego aludiré. Pero lo del ego, mei, mihi, me, me en latín, del Señor Rajoy traspasa los umbrales de los calificativos con que encabecé esta segunda parte del presente escrito.

¿Por qué abogo por la retirada del Señor Rajoy, no soy quien para exigirla, como condición sine qua non para comenzar a asear la política del país?

En primer lugar y de modo muy destacado porque ha mentido de modo falaz y desvergonzado al pueblo, no solo a sus votantes que también sino a todos los ciudadanos.

El Presidente del Gobierno en funciones ha dado fehacientes pruebas, pese a disponer de una mayoría absoluta para gobernar de, aparte lo ya indicado, es decir, haber mentido gravemente en materia fiscal arruinando a las clases medias, lo ha hecho también con otras varias trascendentes promesas electorales aceptando y avalando las fechorías de su nefasto predecesor.

Ha traicionado a sus votantes al no derogar la ley del aborto. ¿Es cierto señor Rajoy que sus asesores le aconsejaron que la mantuviese porque así sus encuestas decían que solo perdía 250.000 votos y si la derogaba perdía 1.000.000? ¡Qué cobardía!

¿Puede explicar con algún fundamento por qué no cambió como había prometido la mecánica de elección de los organismos judiciales manteniendo enterrado a Montesquieu tras la defenestración que de él había hecho el Señor Guerra, con lo cual la independencia del poder judicial respecto a los otros dos poderes ya no hay tonto que se la crea y le está dejando el campo sembrado a Wladimir que lo que está deseando es tener a los jueces bajo su manto y batuta.

Y que el poder judicial es en muchos casos arbitrario se lo dice alguien que con cincuenta años seguidos de ejercicio profesional, puede hablar con profundo conocimiento del tema, sin ser doctor ni profesor de universidad. ¡Tiene bemoles!

Es usted, señor Rajoy culpable máximo de la situación catalana pues dispuso de tiempo, autoridad y medios para yugularla y no solo no lo hizo sino que con su pasibilidad, su lenidad, y su estulticia, la dejó pudrir hasta el estado en que se encuentra hoy de quiebra social esta región española. Califique usted mismo su conducta como si de un documento a inscribir en su registro de tratase.

¿No se ha parado a pensar que siendo el candidato menos aceptado por el público, el peor calificado, ese hecho no tiene nada que ver con la pérdida de votos y de escaños de su partido?

Es su problema señor Rajoy y el de su partido pero eso le veda la chulería que viene demostrando desde que perdió las elecciones aunque sea el partido más votado.

Señor Presidente en funciones del Gobierno, puede que la macroeconomía vaya mejorando pero el pueblo vive mal y su pésima gestión tiene gran parte de esa culpa. Usted pudo haber cambiado la faz de España pero gracias a su socialdemocracia liberticida, su inacción, su pasividad, ha abierto la puerta al populismo. Si aún pudiese justificar haber estado constreñido por una oposición férrea podría haberle cabido alguna disculpa pero no la tuvo por lo que usted y sus acólitos han despilfarrado cuatro años de historia y eso le ratifica como lo que siempre ha sido, un perdedor, nada menos que en dos ocasiones con el que había sido el peor presidente que había tenido un gobierno en España, su predecesor, al que usted quizá ha conseguido hacerlo bueno pues ha mantenido casi todas les hazañas del para algunos innombrable.

Señor Rajoy, ¡qué seguimos siendo el único país del mundo que llamamos civilizado, que con los impuestos de los ciudadanos estamos financiando los partidos políticos asilo de terroristas y separatistas.

¿Me quiere definir la sedición y el concurso para delinquir?

Yo siempre he respetado la dignidad de las personas pues es un derecho connatural al ser humano pero creo que usted ha malgastado la suya y tal desgaste lo está agravando tanto con su conducta post electoral que, de veras no se lo deseo pero puede ir en camino de caer en la infamia. No se lo deseo pero le aconsejaría que no optase a ganar también esa oposición con el número uno.

La generosa conducta que se comenta está observando con su venerable anciano padre, encomiable sin paliativos, dedíquesela también al pueblo español aplicando, además de los principios hipotecarios que seguro tan bien conoce, los valores humanos que están por encima de intereses de parte, de cobertura de conductas irregulares y de humildad frente a la desmedida ambición de poder y los cantos de sirena de pelotas, aduladores y buscadores de sinecuras. Y que sea o no rencoroso al pueblo le trae sin cuidado. Lo único que le interesa al pueblo es que reconozca sus limitaciones, sea humilde y deje gobernar ya que usted no lo ha hecho con la suficiente eficiencia. Amén.

(continuará)
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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