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Cristina

martes, 08 de marzo de 2016
Toda la prensa ha publicado en sus portadas tu mirada triste, tus ojos sin brillo, eres víctima de un cambio de epoca. El tiempo de la permisividad se termina cuando unos desarrapados, con la complicidad tacticista de Rubalcaba, que los permitió, se instalan en la Puerta del Sol y proclaman su indignación y que otro mundo es posible.

Era el 15M, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo y generaron movimientos de protesta en todo el mundo, desde el ocupa Wall Street a las primaveras árabes. Se derrumbaban los privilegios, surgía pujante un movimiento desordenado y asambleario, que cuarteaba un sistema y que aunque era tildado de populista pues estaba plagado de ingenuidad, dogmatismo, desorden y utopía‎, elevando el pueblo a mito supremo, que desborda las leyes, no dejó de tener una gran influencia en toda la sociedad. Y tu, Doña Cristina, eres víctima de este otro mundo iconoclasta, que no reconoce jerarquias, que es ignorante, doctrinario, fanático, que practica el feismo sistemático, pero que apela a las percepciones de igualdad y de lucha contra los privilegios.

Tuve ocasión de conocerte cuando visitaste mi Fundación con motivo de la ejecución de un proyecto de la Caixa de prevención del SIDA en Sudafrica. Te vi muy lista, sagaz, preparada y respetuosa. Una persona muy competente y que vestía con sencilla elegancia. Aludiste a la Casa Real y a su rígido protocolo. Dejaste un muy buen recuerdo y alborotaste con tu presencia a mis vecinos. Has sido muy cercana al mundo de la cooperación al desarrollo y realizado una gran labor de asistencia a personas muy necesitadas en muchos países.

No sabes con cuanta pena llevamos quienes te conocimos profesionalmente tu actual calvario, tu exposición al morbo público. Has sido víctima de las flechas de Cupido que te enredó con un apuesto grandullón jugador de balonmano. El amor causa estragos y Felipe González te hubiera recomendado casarte con alguien de las Casas Reales, pues desconfiaba el sevillano de los posibles desvarios de los plebeyos. Cada oveja con su pareja. Rehén también de una sociedad tolerante con las malas practicas, donde se veía normal enriquecerse con el dinero publico, habitual disfrutar de la tolerancia que rodeaba la vida de los poderosos, todo estaba permitido e incluso bien visto, en los altos círculos se combinaban negocios en razón de amistad, familia, capricho, saltándose las reglas que se ignoraban o se saltaban alegremente. La sociedad sumergida, el dinero negro, los contratos apañados, los trucos de una sociedad pícara, que nos contaminada a todos. Los regalos fastuosos, las comisiones que se pedían y aceptaban como lo más natural.

Todo esto nos ha afectado al conjunto social en mayor o menor medida, pero que alcanzaba límites astronómicos en los elegidos por el destino, debido a linaje o al estatus económico. En este puerto de arrebatacapas, en este desmadre, de un pais que navegaba con velocidad de crucero hacia la opulencia y el dinero facil, qué podía hacer una frágil infanta de España, que daba ejemplo de laboriosidad y de madre de familia numerosa, ser un bajel que se dejaba mecer por las aguas turbulentas de la hoguera de las vanidades.

Tu culpa ha sido el mal del tiempo en que te ha tocado vivir. En la Revolución Francesa al socaire de la liberté, egalité, fraternité, rodaron las cabezas coronadas de tu antepasado Luis XVI y de Maria Antonieta, para quien cuando el pueblo tenia hambre les recomendaba que comieran galletas, eran otros tiempos y quienes asaltaron la Bastilla derribaron un orden social.

En la democracia avanzada del siglo XXI las monarquías democráticas del Reino Unido, Paises Bajos y Nórdicos son ejemplos de conservar tradición, al ser depositarios de un pasado y progreso. Este es el modelo avanzado que sigue tu regio hermano Felipe VI, pero tu eres hija de un Rey Castizo, que tuvo el mérito de democratizar nuestro país y que era muy cordial, campechano y simpático y al mismo tiempo profundamente borbónico y amante de la vida.

El boom económico, el auge de vidas y haciendas se nutrió de personajes que fueron grandes constructores de ese suntuoso edificio denominado progreso, pero que al mismo tiempo desconocieron las leyes y se crearon su propio paraíso de impunidad.

Los descamisados nos han despertado del sueño de todo vale y tu, querida Cristina, te has convertido en ingrata cabeza de turco de una sociedad agonizante. Los aires de la regeneración se convierten en malos vientos, en temibles tornados cuando se está expuesto al ludibrio público.

Un gran y respetuoso abrazo, Cristina, deseandote mucha suerte y compadeciendo a quien no ha tenido más falta que ser hija de su tiempo.

(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).
Antuña, Joaquín
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