Un cuento chino sin chinos

La intervención de Pedro Sánchez ha sido un cuento chino, pero sin la productividad y la creatividad de los chinos. Ha sido el discurso de la impotencia, de la sociedad subvencionada.

Es la derrota de una sociedad enferma, sin ideas, en crisis. No se hace un análisis de la coyuntura mundial. Se carece de visión del mundo. El modelo socialdemócrata se ha agotado. La Revolución digital, la Segunda Revolución industrial le ha dado el tiro de gracia.

Asegurar el bienestar ciudadano, no puede basarse en una mera política fiscal y de endeudamiento, hay que abordar la pirámide demográfica y el replanteamiento de la distribución del trabajo y un descubrimiento de nuevas fronteras que exigen una gran creatividad. Hay que encarar una sociedad a la luz del desarrollo sostenible y un examen desapasionado entre crecimiento y protección del medio ambiente.

Una política contra la corrupción demanda una regeneracion de la sociedad y revisar el nepotismo familiar, aunque la familia sea un gran elemento de cohesión social y de afectos y sentimientos.

Nada de esto resonó ni por asomo en el discurso del Divino Pedro, que impecablemente trajeado y repitiendo un inútil "escúchenme bien" no consiguió atraer a nadie excepto a sus incondicionales y futuros estómagos agradecidos.

Suspenso en política exterior, que casi no existió salvo una defensa retórica de los refugiados y un alineamiento con el euro y la Unión Europea. Intentó ganarse a Podemos prometiendo subvenciones sin fin a todos y todas sin explicar como se financian y delineando un ciudadano perpetuamente colgado a las ubres de Papa Estado. Postuló el diálogo para alcanzar acuerdos, pero excluyendo a los populares, a quienes se les relega.

Su frase preferida fue "se puede hacer la semana próxima". Prometió un Plan de Emergencia social y de todas las carencias, abundó en la igualdad de la mujer recordando lo apropiado de quien le llama Zeta-Pedro.

Promesas, promesas, promesas, gasto, gasto y gasto. No apelándose en ningún momento a la responsabilidad ciudadana o a una sana autocrítica. Lo malo son los otros, los malvados populares. Para Sánchez los recortes no han sido causados por la crisis economica, ni por el estallido de la burbuja de la construcción, ni por el problema de las hipotecas en Estados Unidos. Nada de esto. El espantajo, siempre Rajoy. Un discurso largo preparado por expertos condimentado con apelaciones constantes al acuerdo y al diálogo, pero prescindiendo del partido apestado y sin ninguna visión de modelo economico. Da la impresión que le da lo mismo ocho que ochenta, con tal de conseguir el poder, bagage muy pobre para encarar los retos del Siglo XXI. Resumiendo, un cuento chinos, sin chinos.

(Joaquin Antuña es Presidente de Paz y Cooperación)