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Ritos ancestrales

viernes, 26 de febrero de 2016
‎En Hong Kong y en toda China cuando se inaugura una tienda se celebra un rito de iniciación con unos dragones rojos o Ritos ancestralesanaranjados, el color de la suerte y prosperidad, bailando entre chorros de humo y dando volteretas y otras cabriolas. Personajes vestidos como en los tiempos remotos reparten chocolatinas en forma de monedas doradas. La animación de los dragones corre a cargo de dos jóvenes muy ágiles. Recuerda remotamente al aurresku vasco, con que se saluda y da la bienvenida a los visitantes. Estos ritos iniciaticos que se remontan a siglos pasados contrastan con el febril mercantilismo de Hong Kong tipo Hospitalet de Llobregat o cualquier ciudad industriosa del Norte de España.

Es curioso como en China se mezcla modernidad, técnicas avanzadas comerciales, el marketing de las ciencias empresariales con ritos folclóricos de corte religioso, que se reclaman a la sabiduría de Confucio, tan presente en muchos aspectos de la vida cotidiana. En el día en que la prensa hongkonesa, el South of China, recoge la polémica entre el Papa Francisco y Donald Trump por la prometida como baza electoral de construcción de un poderoso muro entre Estados Unidos y México. A lo que Papa Bergoglio réplica que no es cristiano levantar muros, sino tender puentes, en poderosa parabola que traspasa las fronteras y llega al Mar de China. Los dos dragones siguen bailando, redoblan los tambores y se acrecienta el ruido, los Ritos ancestralesdueños de la tienda de artículos de regalo contemplan a una multitud presta a inundar las salas y curiosear en las estanterias.

La vida sigue poderosa pero en su trasfondo late un soplo de trascendencia que se refugia en los simpáticos y omnipresentes dragones, en los castellets o castillos humanos catalanes o en los danzarines del aurresku, pero la tradición debe ser un puente que une a los pueblos y no un muro que los separa. Lo mismo vale para las lenguas, que si se convierten en barreras de incomprensión siembran discordia, pero cuando la lengua de Toltoi, Shakespeare, Moliere, Verdaguer, Castelao o Cervantes se abren brindan espacios de comprensión y armonia.

Los sonidos de las gaitas galaicas y astures llaman a fiesta, a fraternidad con las otras músicas del mundo, sean o no celtas. Los ritos son inseparables con la actividad humana, incluso las mesnadas incultas y fanaticas de la nueva caverna que se burlan y ridiculizan de la tradición se inventan orgullos y otras lindezas. Lo obsceno en estos cavernarios casposos intenta sustituir la belleza que brota de ritos y tradiciones seculares. Escupen al cielo y recogen sus gargajos. Tradición y modernidad se abrazan e intrecruzan en estas danzas de dragones que invocan a la prosperidad y a la buena fortuna. Bien harían los amigos chinos en no irritar a sus vecinos del Mar del Sur de la China de Taiwan, Filipinas y Vietnam con sus misiles en las islas fronterizas en disputa y en vez de ello mezclarse alegres en los bailes de sus vistosos y coloridos dragones y dejarse de gaitas.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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