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Breves apuntes do concello de Castro de Rei

lunes, 09 de octubre de 2006
Breves apuntes do concello de Castro de Rei Castro de Rei forma parte de la comarca natural de A Terra Chá y de su mancomunidad de municipios. Limita al norte con los términos municipales de Cospeito y A Pastoriza, al sur con los de Lugo, Castroverde y Pol, al este nuevamente con Por otro lado y Pastoriza, que al con los de Cospeito y Outeiro de Rei. Con una extensión de 176,9 Km2, agrupa veinticinco unidades parroquiales en las que podríamos llamar división administrativa, mientras que en la eclesiástica son veintiséis, pues la feligresía de San Isidro de Matodoso fue creada como tal el día 11 de mayo de 1986, según decreto de “erección” firmado por el Excmo. Rvdmo. D. Jacinto Argaya Goicoechea, Obispo de la Diócesis de Mondoñedo Ferrol. Tienen estas feligresías una superficie media de 7,076 Km2 siendo la más grande San Pedro de Triabá con 1.736,8 hectáreas, y la más pequeña San Juan de Castro de Rei con solamente 31,5 Has. Quedan clasificadas por orden decreciente en superficie de la siguiente forma: Triabá 1.7368; Loentia 1.489; Bazar 1.234,7; Santa Leocadia 1.037,1; Viladonga 1.010; Prevesos 990,4; Vendia 939,7; Mos 858,6; Pacios 784,8; Duarría 730,7; Ansemar 657; Riberas de Lea 632,4; Ludrio 607,8; Ramil 531,6; Balmonte 529,1; Orizón 521,7; Goberno 494,7; Quintela 472,6; Dumpín 467,6; Duancos 413,5; Mondríz 357; Azúmara 258,7; Coea 155,4; Castro de Rei 31,5 hectáreas.

El sustrato geológico
Litológicamente, el registro estratigráfico de más antigüedad del que se tienen estudios concretos corresponde al Precámbrico (serie Vilalba). Se trata de una potente serie arenosapelítica en la que existen delgadas intercalaciones de gneis anfiolíticos de grano fino, formando el núcleo del anticlinal tumbado de Mondoñedo-Lugo-Sarria. Dichos materiales afloran principalmente en la zona o sector meridional, y están por regla general recubiertos por materiales terciarios y cuaternarios en la parte occidental. A esta serie le sigue la Cándena inferior, formada por cuarcitas y pizarras, que también se encuentran parcialmente recubiertas por sedimentos del Terciario y Cuaternario. Produjéndose más tarde una sedimentación de arcillas verdes, gris-azulasas o rojas, y arenas cuarzofeldespáticas, esto es, los depósitos del Neógeno. Finalmente añadir que estos materiales están recubiertos de un modo discontinuo por depósitos de Peistoceno, o conjunto de terrazas fluviales, y del Holoceno, denominado de una forma simple llanuras aluviales, coluviones y canchales.
Las rocas predominantes, son en gran medida las pizarras negras, de grano fino, con cierta cantidad de materia orgánica y composición casi totalmente arcillosa transformada en secricita. De los varios tipos de granito que se tienen clasificados destaca la granodiorita precoz, roca silícea que se manifiesta paralela a las directrices de la deformación hercínica.
Por la zona de Orizón son frecuentes pequeños bancos de cuarzo o pedernal que suele aparecer acompañado de óxidos de hierro; la serie “Ollo de Sapo”, formada por granos de cuarzo y feldespato y una gran abundancia de micas; roca de origen dentrítico, como lo denota la abundancia de material micáceo y la heterogeneidad del grano.

El Relieve
En buena medida gran parte del municipio, por su emplazamiento dentro de la comarca natural de a Terra Chá, participa de la plenitud topográfica de la penillanura chairega que en muy pocas ocasiones supera los 600 m sobre el nivel del mar, salvo en las zonas montañosas de la periferia, mientras que las cotas mínimas oscilan en torno a los 350-380 metros, destacando entre otros los montes de Os Arroxos (493 ), O Condado (457), Aguceira (449), Abroiti y Pedras Albas, de 478 y 616 m respectivamente. Es la parte oriental del término donde el relieve se presenta relativamente accidentado: 619 m en Pedrasalvas, 631 m. en Monte dos Millares y 620 m en Monte do Marco, siendo todo ello un mero anticipo de las alturas que enmarcan estas mesetas por el este.

Red hidrográfica
El Miño es sin lugar a dudes, el río por antonomasia y en torno a él se articulan las restantes corrientes de agua que discurren por Castro de Rei. En palabras del profesor Ramón Otero Pedrayo, la comarca se caracteriza por “una gran indecisión hidrográfica: los estanques o “illós” los meandros perezosos, las extensas lagunas o "lamas” indican un peniplano alto de recepción de aguas y drenaje incompleto”.
El Miño nace en la sierra de Meira, y su origen está cargado de leyendas, además de las cuestiones morfológicas específicas de la zona. Desde Fonmiñá el río sigue dirección NO recibiendo por la margen derecha el Magdalena, Rigueiro (en este desemboca el Úbeda), Pequeño (al que vierten sus aguas el Santadroa y Pontiga), y el Anllo. Mientras que por la izquierda lo hacen el Azúmara, que recibe las primeras aguas de las fuentes Monceiro y Mirador; Hallase en esta ultima el manantial más importante a unos 880 metros de altitud. Recibe los caudales del Pol y Torneiros. Desemboca en el Miño después de bañar la villa de Castro de Rei, dejando atrás más de 25 Km de cauce. El Lea forma parte del entramado hidrográfico de la zona; nace junto al pueblo de Laga, feligresía de Suegos, término de Pol, regando tierras de Suegos, Lea, Fraialde, y Mos. Desembocando por la aldea de Beloi. Recibe las aguas de los arroyos Porto Muiño y Fieitoso, por su margen derecha, y por la izquierda las de A Carballeira, O Rial, Regadas, Regueira As Olas, Rozas y Corvo.
Esta red fluvial se caracteriza por la existencia de un máximo invernal y un mínimo estival, de acuerdo con el régimen pluviométrico; mientras que la morfología de la cuenca no cambia mucho a lo largo de su recorrido por este concello. Discurriendo atreves de una altitud media o aproximada de uno 400m. dando lugar a valles cuyo perfil transversal se caracteriza por vertientes de suaves pendientes que apenas alteran la planitud de la superficie de erosión.

La vegetación
El término de Castro de Rei tuvo hasta le década de los años 50 y 60 extensos páramos de matorrales herbáceos, tojales, que al irse completando el programa de colonización fueron los terrenos transformados en terrenos de cultivo y pradera.
Las especies arbóreas vienen determinadas por los tipos de suelos y las características climáticas, en cierta medida propias de “A Chaira Luguesa”. Tomando por base de referencia el Censo Agrario de 1982, observamos que la extensión de superficie destinada a cultivo ocupaba casi el 50%, concretamente un 49,4%. La vegetación clímax está representada por especies frondosas, como robles (Quercus Robur), y castaños (Castanea Sativa), actualme-nte en vías de extinción. Dichos árboles suelen aparecer acompañados por pequeñas for-maciones de Sobreiras (Quercus Suber), además de grupos aislados de Predrairos (Acer Pseudoplatanus). algunos chopos (Populus Nigra), bidueiros (Betula Verrucosa) y salgueiros (Salix Salviaeafolia) o distintas especies de pino, entre las que destaca el pinus pinaster, algunas veces asociado con frondosas principalmente en las zonas más interiores del térmi-no mu-nicipal, y otras formando pequeñas masas puras, como en el reborde oriental del mu-nicipio.
La vegetación arbustiva aparece extendida por toda la comarca. Cabe reseñar el Piorno (C-ytisus Albus c. Lusitanicus), la xesta (Sarotamus Escoparius), la Carqueixa (Paterospartium tridentatum) y los referenciados “toxedos” (Ulex).
En algunas zonas donde aún quedan pequeñas extensiones donde crece libremente el matorral herbáceo predominan los géneros (Ulex y Erica), y el sustrato inferior está formado por gramíneas (Avena sulcata, Poa trivialis), siendo utilizados estos matorrales para cama de gandos “estrumes en de cuadras”, con posterior aprovechamiento como abono orgánico.

Los suelos
Principalmente son dos los tipos de suelos que predominan en la actual demarcación municipal de Castro de Rei. Así nos encontraremos con el Vega Parda, Ranker Pardo, tierras ricas en materia orgánica, que suelen ser poco profundas y tienen bastantes limitaciones por su baja fertilidad. El Cambisol Gleico, es el tipo de suelo más abundante en el término. Es más profundo, con agua en el fondo. Se localizan, por regla general, en los valles y depresiones, Son buenos terrenos para los prados aunque para un mejor rendimiento muchas veces exigen un buen drenaje.
Muchas tierras de cultivo de Castro de Rei (praderas, pastizales, huertas, o fincas de labradío), tienen un alto porcentaje en sílice y por lo tanto mantienen su carácter ácido y poco adecuado para buena parte de los cultivos, haciéndose necesaria la labor de corrección con su pH.

El clima
Los aspectos climáticos de Tierra Llana se encuadran perfectamente dentro de lo que podríamos llamar climatología condicionada por los factores geográficos y físicos de su entorno. Si bien tiene características propias del clima oceánico, presenta matices de continentalidad, pudiéndose considerar que estamos en el dominio oceánico continental. Las circundantes minicadenas de montañas que rodean el término favorecen en buena medida la situación, ya que obstaculizan las corrientes húmedas procedentes del Océano y originan un descenso de las precipitaciones anuales que se sitúan en torno a los 1.200 mm. Dicha concentración de lluvias es más frecuente durante los meses de la estación invernal, y al contrario durante el verano son relativamente escasas, resultando de ello que durante el verano no esta sobreabundancia hidrológica.
Las temperaturas a lo largo de todo el año sufren importantes variaciones, con mínimas de 9-12, (en días de invierno), que suele durar (7-8 meses), y en el verano no son frecuentes los días muy calurosos (en contadas ocasiones sobrepasan los 25), estando por término medio entre los 18-22º C.

Historia, arte y patrimonio
Enfocar de una forma sencilla y escueta el conjunto histórico-artístico de Castro de Rei no es tarea fácil, y dadas las pretensiones divulgadoras de su riqueza patrimonial, la valoración histórica hemos incluido sendos apartados documentales donde el lector puede hallar una buena fuente de información, quizás sin el orden metodológico que fuese menester, pero tratamos de dar un visión de conjunto que arrope y explique en sustancia el contexto, usando como fuente inagotable de datos el famoso Catastro de Ensenada”. No obstante retornando recorriendo a la inversa la historia para tratar de partir de las primeras manifestaciones prehistóricas de la zona nos vemos obligados a retornar a la cultura megalítica (4000 aproximada - 1000 a. de C.). Cuyas senas principales de identidad son las construcciones realizadas con piedras de grandes o de tamaños considerables, destacando entre éstas los monumentos funerarios, que son de lo poco que nos queda de ellos, a excepción de otros restos de menor importancia generalmente hallados dentro de las propias cámaras mortuorias. Que según recoge el “Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico”, y otras publicaciones, nada o muy poco resta de los objetos que pudiera haber en los habitáculos debido en parte a lo efímero de los materiales, y al afán expoliativo que sufrieron. Cronológicamente a esta cultura hay que encuadrarla dentro de unos parámetros muy amplios que comenzarían sobre el IV milenio antes de Cristo y que llegarían hasta la época castrexa, incluyendo varias subdivisiones dentro del propio megalitismo, más una buena parte de la edad del bronce.
Al referirnos a este periodo histórico por tierras de la comarca “chairega” resulta de obligado cumplimiento citar el ante dicho inventario, además de otras publicaciones no propiamente especificas.
De esta cultura aún quedan yacimientos en Ansemar, Azúmara, Duancos, Duarría, Loentia (donde se halla el Dolmen de Espiñuca, que es uno de los más importantes del municipio), Ludrio, Pacios, Riberas de Lea, etc...
Por desgracia prácticamente la totalidad de estas mámoas fueron saqueadas, ya en lejanas épocas, y otras arrasadas como sucedió al realizarse los trabajos de explanación del aeródromo de Rozas; hecho que suponemos debido al desconocimiento del valor histórico de estos montículos.

Cultura castrexa
En palabras del profesor José Antonio Quiroga, esta cultura castrexa “engarza en el final de la edad de bronce, a finales de la primera mitad del primer milenio antes de Cristo, pudiendo constatarse sobre el sustrato de los antiguos pobladores megalíticos nuevas aportaciones étnicas que vienen a constituir los primeros invasores de este territorio, de un origen extrapirenaico y de procedencia céltica, eran los poseedores de un nuevo adelanto tecnológico la metalurgia del hierro, gracias a la cual pudieron imponerse y expansionarse por la mayor parte de Europa”.
El estudio de esta cultura nos remite fundamentalmente a dos tipos de fuentes. Por una parte están las obras clásicas, o sea, aquellos primeros escritos sobre el tema realizados por autores griegos y romanos, que en gran parte conocemos a través de su copla y sucesiva utilización por escritores posteriores. Una de estas obras es la “Ora Marítima” de Festo Avieno Rufo, procónsul por dos veces (una de ellas en África). No obstante será a partir del comienzo de los contactos romanos con el noroeste peninsular y sus gentes cuando aparezcan en las obras de diversos escritores datos sobre la geografía, los pueblos, sus costumbres, tipos de vida, artes, religión, etc…
Una de las mejores fuentes aparece a partir de la expedición de Bruto en el año 137 a. de C., cuyas crónicas recogen el ambiente que habían hallado. Entre los autores que más aportan al conocimiento un tanto “in situ” de la cultura castrexa está Posidonio, a quien siguen Estrabón, Diodoro y Silio Itálico, junto con Plinio, Mela y Ptolomeo. La época en la que escriben todos ellos alcanza hasta el siglo II d. de C. si bien sus relatos pueden llevarse mucho mas atrás. Ya en fechas más recientes escriben sobre lo mismo Orosio, Idacio y San Martín Dumiense.
Durante este período los habitantes de los castros de Castro de Rei, según autores como Manuel Murguía o Amor Meilán, pertenecían a la tribu de Os Valuros, o Baluros, cosa que actualmente parece bastante incierta; incluso el profesor Narciso Peinado Gómez, habla de los Baedios, cuya ciudad sería Baedie ¿?, en Castro de Rei, restando importancia a lo anterior, pues más que una afirmación con datos fehacientes quizás se bate de una arraigada leyenda presente en el folclore popular que Isaac Rielo Carballo recoge: “Baluro, ¿por que vas preso?. -Señor, por cousa ningunha: porque roubei un ramal e detrás viña unha mula.
Seguramente que una de las personas que mejor conoce la historia antigua de lo zona sea Felipe Arias Vilas, (actual Director Xeral da Consellería de Cultura da Xunta de Galicia) que al referirse al tema dice “ni los pueblos de los Zoelas, ni de los Triadivos, que corresponden a la parte inferior de la antigua Gallaecia romana; a Terra Chá estaría ocupada por los Lucenses y quizás por porte de los Caporos por el sur, y por los Egovarros Namarinos por la zona norte”.
Pero sin querer entrar en controversias debemos señalar que estas tierras durante el periodo castrexo (resulta un tanto difícil poder de buenas a primeras desglosar etapa puramente castrexa y castrexa-romanizada), registró una importante ocupación del espacio geográfico como así los atestiguan los numerosos castros que hoy en día se pueden observar, o de aquellos de los que quedan referencias. No debemos olvidarnos que varios de estos yacimientos arqueológicos fueron arrasados durante los trabajos de colonización, pero según el Inventario de la entonces Consellería de Educación e Cultura (1985) aún se conservan más de una veintena de estaciones castrexas. algunas de suma importancia como lo es el Castro de Viladonga (al que dedicamos un apartado en este mismo volumen) o el de Duarría, en el cual fueron hallados interesantes restos.

Presencia romana
La romanización es una de las etapas de la historia antigua más importante de Galicia, de la que gracias a la constante labor investigadora llevada a cabo en los últimos años se conoce más y mejor dicho proceso que fue largo y difícil, teniendo además unas características muy propias a tono con la propia singularidad del noroeste Ibérico, pues hasta no hace mucho, no sólo se llegaba a discutir dicha presencia sino que se negaba su impronta teniéndolo como ajeno e incluso hasta cierto punto resultaba un hecho despreciable que había querido aniquilar las raíces galaicas como claro efecto de una sobrevaloración de la cultura “celta”, de tal modo que tratar de acercarnos a la realidad de lo que fue la romanización casi suponía rechazar las propias señas de identidad galaicas. Actualmente todo ello parece estar superado y la tan cacareada impronta celta en la cultura del N.O. peninsular no fue tan imp-ortante ni tan trascendental como ciertos movimientos teórico-politicos afirmaban.
Gallaecia pasa a formar parte del vasto imperio romano hacia el 19 a. de Cristo, como parte de la Lusitania, para luego ser englobada en la Tarraconense, llevando ello aparejada una primera administración militar y política del noroeste. Fruto de aquella dominación de más de cuatrocientos años fue la “cultura latina”, de las que quedan por estas tierras numerosos yacimientos arqueológicos conocidos por castros, que tantas veces dieron nombre a lugares, pueblos y villas; quedando en el término una veintena de ellos, del que solamente uno fue excavado, el de Viladonga, que nos coloca “in situ” ante la gran importancia que tuvo la cultura castrexa-romanizada. o cultura de los castros. En otros como el de Duarría, Duancos, Orizón etc... aparecieron restos de cerámica, monedas, hachas y otras piezas.
Sería ilógico pasar por alto las vías de comunicación, dado que dichos poblados forzosamente tenían que tener algún acceso a una o varías vías de mayor o menor importancia. Ello nos lleva a pensar que en buena medida las medievales veredas discurren por los mismos trazados de las antiguas calzadas. En Castro de Rei hubo dos caminos de importancia: uno, que cruzando el puente de origen romano de Duarría continuaba por O Armental, As Pontellas, O Canda, Bendia, Acea, O Mesón, Quintela, Pereiras, Coea, Veiga da Acea, Outeiro y Gondriz y otros no menos importante que el anterior, que partiendo de Lugo ciudad y cruza-ndo el término municipal de esta seguía a Castro de Rei por Duancos, Mondriz, Ludrio, Os Pinos, Viladonga, O Campillo, Coto de A, y desde allí hacia Meira.
En todo caso se trata de vías secundarias dentro del esquema vial romano, dado que no aparecen recogidas en ninguna de las grandes recopilaciones como la de Antonino, pero ello no es ningún obstáculo para el reconocimiento como tales, avalado por las investigaciones de importantes estudiosos sobre el tema, entre ella Elisa Ferreira Priegue.
Ya tardía-medieval consideramos una tercera vereda que par-tiendo de Quintela pasaba por O Mesón, Ameixide, Estigueiras y A Choqueira para unirse al camino de Duancos a Reguntille en un punto indeterminado.
Finalmente tenemos que suponer con un buen grado de certeza, a juzgar por los anteriores indicios. principalmente por los diferentes hallazgos descubiertos en el yacimiento de Viladonga, que en tiempos romanos los habitantes de estas tierras siguieron habitando en número importante los castros y sólo en el período tardoromano comenzaron a despoblarse e iniciar un nuevo tipo de hábitat ya fuera de los lugares fortificados en los que no tenía sentido seguir residiendo por haber cambiado las condiciones socio-económicas y políticas, comenzando a construirse las primeras aldeas en lugares menos accidentados o incluso a escasa distancia de los viejos castros, como sucede en Ludrio.

Presencia sueva
A finales del siglo IV se produjo de una forma un tanto acelerada el derrumbe del imperio romano, iniciándose una nueva etapa que serviría de transición hasta los preámbulos de la Edad Media.
De estas lejanas fechas no son sobradamente abundantes los datos, sino más bien todo lo contrario. Se puede señalar, sin embargo, que la Gallaecia, o en frase del Biclarense, las Gallaecias, va a estar dominada por los suevos que se establecieron hacia el año 411 en el noroeste peninsular, más o menos la actual Galicia y sus zonas limítrofes, donde fundaron un reino con su capital en Bracara (actual Braga, Portugal) permaneciendo independiente hasta el año 585.
Eran los suevos originarios de la región centroeuropea que por el los se llamó Suabia, entre los ríos Rin y Danubio. Habían traspasado las fronteras del imperio romano con otros pueblos a inicios del siglo V, si bien no era la primera vez que entraban en contacto con Roma, pues ya hay noticias de ellos desde el siglo I a. C.
En Galicia se establecieron sólidamente, primero en calidad de aliados del imperio dominante pero, de hecho, con una independencia que era cada vez más marcada a medida que declinaba el débil poder imperial. Su reino se expansionó y llegó a poner en apuros, mediante razzias, zonas muy alejadas, como ocurrió, por ejemplo, en la época del rey Reckiario (448-457).
No obstante, la expansión se vio frenada no por los romanos, sino por los visigodos, que ya habían ocupado buena parte de la Península, aunque las frecuentes querellas civiles entre estos últimos y las luchas por el trono posibilitaron que el reino suevo se mantuviera por un periodo de tiempo más prolongado de lo que en principio era previsible.
Practicantes del arrianismo, poco a poco se fueron convirtiendo al catolicismo, principalmente en dos etapas o conversiones: la primera de ellas durante el reinado de Reckiario, hacia el 448 y la segunda a lo largo del reinado de Teodomiro (559-570).
De aquel periodo histórico queda por tierras de Castro de Rei una relativa riqueza toponímica, estudiada a nivel provincial por Narciso Peinado Gómez, y de la que tomamos las siguientes referencias: Ansemar, feligresía de este municipio con advocación al Salvador, Guntín, aldea de la parroquia de San Pedro de Bazar, formada por nueve viviendas, Mondriz feligresía de este municipio y que tiene por patrono a Santiago, etc…
José Trapero Pardo en una escueta nota publicada el 23-V-1971 en el diario de Lugo "El Progreso", bajo el título "En Duarría aparece una necrópolis antigua", da a conocer diversos hallazgos arqueológicos, como tegulas y monedas de oro de la época del emperador Nerón, que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional, e incluso algunas según parece las guarda un vecino del lugar. Menciona, asimismo, un relieve con figura de guerrero y las siglas S.P.Q.R. (Senatus Populusque Romanus) además de un pequeño camafeo. No obstante, lo más interesante para nosotros son las referencias que trace de los sepulcros. Dice: "...posiblemente correspondan ya a época cristiana, pero de los siglos de dominación visig-ótica en su última época." Ello nos situaría ante uno de los pocos casos de necrópolis paleo-cristianas. Coincidente con la misma época, a juzgar por la interesante lauda sepulcral descubierta en el atrio de la actual iglesia cuando se realizaban tareas de allanamiento del mismo, debe de ser la fundación del primitivo templo de Orizón. De ser así estaríamos ante una de las primeras zonas cristianizadas y seguramente repobladas por algún contemporáneo de Odoario.

La Edad Media
Es una continuidad de la anterior etapa. Suele dividirse en dos períodos denominados Alta Edad Media, que desde fecha indeterminada para esta zona llega hasta mediados del s. XI, y Baja Edad Media, que se extiende hasta finales del s. XV.
A lo largo de las primera centurias de este período nos vamos a encontrar con una serie de dificultades similares a las encontradas para tratar de la anterior etapa y derivadas de la falta de fuentes arqueológico-documentales que nos permitirían conocer mejor a las gentes de Castro de Rei, su cultura, sus monumentos, en definitiva su "modus vivendi".
Aunque creemos que algunas ya habían sido abandonadas anteriormente, más o menos por estas fechas los pobladores de estas tierras dejan definitivamente las rudas poblaciones fortificadas que habían sido ocupadas durante cientos de años: los castros. Nacen entonces las primeras "villas" (pequeñas aldeas) y el contexto parroquial comienza, muy lentamente, a tomar vida. Hay que tener en cuenta las invasiones, e incluso cierto tipo de ocupación más o menos temporal, realizadas por los árabes cuya presencia en la zona viene refrendada de alguna forma por la abundancia de topónimos entre los que el canónigo Narciso Peinado Gómez referencia los siguientes: Adea, en Goberno; Aceña, en Quintela; Santa Leocadia (equivalente a aldaya); Azúmara (transposición de almuzara, que significa el hipódromo, el estadio); Ardiz (equivalente a engaño) en Coea; Bazar (de bazar); Madorra (de mazmorra o silo) en Ansemar.
Las primeras manifestaciones monacales y, como ya decíamos, de las incipientes feligresías, comenzarían a tomar cuerpo agrupando a los habitantes en pequeñas comunidades. Así lo deja entrever un documento del 30 de Agosto de 1032 que señala a "Irizón" (Orizón) como uno de los puntos limítrofes del territorio de la fortaleza de Labio que el rey Bermudo III (a. 1027-1037) dona a la Sede Lucense y a su Obispo Pedro. Otra de las primeras manifestaciones monacales que, según Nicandro Ares Vázquez ("El Progreso" de 28-XI-1978) había ya en 1128, a juzgar por un pergamino conservado en el Archivo Histórico Nacional y del que existen copias en la catedral lucense, es San Salvador de Duarría. Este cenobio, que sería del tipo de los llamados familiares o de herederos, y por lo tanto de poca importancia arquitectónica, estaría situado en la margen derecha del río Rozas, al suroeste de Duarría, en lo que hoy son fincas de pedregal que todavía conservan el nombre de "San Salvador".
El estudio de los viejos tumbos y "corpus medievales" nos revela cómo a medida que se iban edificando los templos y monasterios éstos fueron adquiriendo posesiones por el actual término municipal. Así, el testamento del conde D. Osorio Gutiérrez (a. 969), fundador del monasterio de Lorenzana, menciona la feligresía de Azúmara, haciendo lo mismo D. Fernando Fernández de Aguiar al reparto de sus heredades en 1311. En 23 de Marzo de 1262 el abad Hermerico y el convento del monasterio de Meira otorgan una carta dando a poblar las heredades de Formarán en la parroquia de Pacios, a doce pobladores. En 1089 las heredades de Vilaseñor, en Balmonte, fueron cedidas por Suerio Gutiérrez y su madre Dª Adosinda al abad de Lorenzana D. Gutierre. En 1324 el arcediano de Azúmara, Juan Domínguez, cedió la mitad de la iglesia de Bazar a Juan Rodríguez, con la finalidad de que ocupara el puesto de rector de la misma, mientras que en 1360 Martín Martínez, clérigo que había sido de Bretoña, deja en testamento a la catedral de Vilamayor de Mondoñedo todas sus posesiones, entre ellas la que tenía en San Pedro de Bazar.
En relación con el templo de Duancos, mencionar que ya en 1181 el rey de León, D. Fernando II, cede a su notario ciertas posesiones, entre ellas las que tenía en dicha parroquia, cesión que llevaba la condición de que a su muerte revirtieran a las posesiones catedralicias de Mondoñedo. Otro documento del año 1340 hace referencia al clérigo de Santa María de Ameixide por unos cobros realizados a Juan Eanes, casero de la iglesia.
Por lo que se refiere al templo de Prevesos, aparece referenciado en un pleito del año 1331 entre Lope Rodríguez y el clérigo Fernando Peres de Valoria.
Esta pequeña muestra de citas documentales haciendo referencia a las heredades y posesiones de unos cuantos templos parroquiales nos confirma que la estructura parroquial ya estaba plenamente organizada a finales de la Alta Edad Media, no sucediendo lo mismo con las posesiones feudales. Amor Meilán hace constar que el día 6 de Marzo de 1396 "...Fernán Pérez de Andrade hacía donación al obispo de Mondoñedo, por escritura firmada en Pontedeume, de los caseres de Viladonga en este municipio. Más tarde, en 1460, D. Pedro Alvarez Osorio, conde de Lemos, da a Galaor Osorio (que llama su primo), de por vida y la de un hijo, la villa de Castro de Rei en calidad de feudo y de servirle con su gente, para que se casase con Constanza, hija de Pedro Pardo de Cela". Durante el mismo siglo XV, Vasco da Ponte cite como señor de Castro de Rei a Gutierre de Quesada y, en 1501, la reina Isabel la Católica concedió al conde D. Rodrigo Enríquez Osorio, por su vida, los privilegios de todas las rentas, pechos y derechos de la villa y de sus tierras.
Es por estas fechas cuando comienza a tener fuerza la nobleza y son construidos los primeros castillos (el de Castro de Rei, la torre de Seivane, la incierta torre blanca de Castrillón). Comienza a quedar atrás el control ejercido hasta ahora por la Iglesia y que terminará en manos de los nobles por medio de un buen número de casas solar y casas patrimoniales que, poco a poco, se fueron haciendo con el dominio de buena parte de las tierras. Se levantan también los primero pazos-torre, para derivar en unos pocos pazos y buenos caserones, unos blasonados y otros sin blasonar. Fueron, y unos pocos continúan siendo, de las familias vinculares. Entre otros tuvieron aquí casa y posesiones los Aguiar, Saavedra, Freire de Andrade, Castro, Somoza, Ulloa, Ron, Neira, Folgueira, Teijeiro, Ríos, Luaces, Cornide, Pardo, Santirso, García, Abad, Montenegro, Vingolea, Gayoso, Mon, Obarrio, Auz o Uz, Vilamarín, Castedo, Rey-Stolle, Ordáx-Avecilla, Santomé, etc... De todos los mencionados y sus casas aportamos un estudio más o menos completo en el correspondiente apartado.
La mayor parte de los hidalgos de Castro de Rei no dejaban de ser labradores de los que solamente unos pocos tenían suficiente patrimonio para poder llevar un nivel de vida propio de su clase social. Así, al realizarse en 1762 el Padrón de Callehita, son censados, en lo que es ahora término municipal, cuarenta hidalgos, de los cuales solamente siete tienen suficiente poder económico para poder acudir al “llamamiento de armas” con caballo a su cuenta. Bastante coincidentes con este dato resultan los asientos de la Real y única Contribución de 1752/53, la cual, aún llegando hasta un 30% de omisión en extensión de terrenos y medidas de casas, circunstancia ésta que en la actualidad no supone un grave problema para conocer con cierto detalle las posesiones de cada vecino, viene a confirmar lo que afi-rmábamos al principio de este párrafo, ya que contados casos tenían suficiente propiedades, foros o casas como para poder ser considerados nobles de posesión.
Si durante la Alta Edad Media y gran parte de la Baja la Iglesia tenía en buena medida el control sobre las tierras y quienes las trabajaban, es a lo largo de los siguientes siglos cuando los hidalgos se hacen con la mayor parte de las propiedades, habiendo bastantes pleitos entre la nobleza y campesinos y clero, recuperando este último muchas rentas, mientras que otras les venían dadas por las fundaciones. A mediados del siglo XVIII los vecinos del término aportaban a las veintiséis iglesias parroquiales un total de 26.306 reales en concepto de diezmo, sobre cuya renta tenían su parte los curas párrocos y otros partícipes, como se puede ver con más detalle en el apartado documental de este volumen.
Es fácil imaginar que la vida de nuestros agricultores no era nada fácil al estar sujetos a una estructura que favorecía claramente a las clases dominantes. Ni siquiera poseían la propiedad de la sierra, que disfrutaban en régimen de usufructo bajo sucesivas cartas forales. Los cultivos predominantes eran los cereales, primordialmente el centeno y escasamente el trigo; los frutos secos, sobre todo castañas, y algún producto de huerta como las coles. Los molinos harineros (55 según los interrogatorios del Catastro de Ensenada) situados a orillas de los ríos y principales arroyos, constituían otra fuente de economía, transformando el cer-eal en harina para el consumo humano y animal. Por lo que se refiere a la ganadería destacar el bovino, ovino y porcino y, en menor medida el caballar, asnal y mular.

El Término Municipal en el Antiguo Régimen
Según el voluminoso trabajo realizado por José Farina Jamardo bajo el título de "Os Concellos Galegos" (Tomo III pág. 87/104), tomando por base el Catastro de Floridablanca de 1875, el actual municipio de Castro de Rei pertenecía a las jurisdicciones de Castro de Rei, Pacios, Crecente y Quintela, Lea y Silva de Riberas de Lea, más el coto de Bendia, quedando repartidas las jurisdicciones en la forma siguiente: Jurisdicción de Castro de Rei, formada por las feligresías de Ansemar, Ameixide, Azúmara, Bazar, Balmonte, Castro de Rei, Duancos, Duarría, Dumpin, Loentia y Mos, siendo éstas señorío secular de los condes de Lemos, quienes nombraban justicia ordinaria en las mismas, al igual que en las parroquias de Outeiro, San Pedro de Santa Leocadia y Santiago de Viladonga.
Señorío secular y derecho de nombrar justicia ordinaria eran compartidos en las feligresías de Mondrid y Orizón por los condes de Lemos y el conde de Grajal; en San Esteban de Prevesos por los condes de Lemos y D. Francisco Pardo; en la feligresía de Santa María de Ramil por D. Bernardo Castro, D. María de Aguiar y los condes de Lemos; en San Salvador de Pacios por D. Alejo Arias, D. Bartolomé Pardo, D. Antonio Moscoso y D. Pedro Freire y en Santa María de Ludrio por D. Antonio Navia y el conde de Grajal.
Eran de realengo, y por tanto nombraba en ellas justicia ordinaria El Rey, la parroquia de Triabá, el Coto Redondo de Bendia y Santa María de Quintela, que formaba parte de la jurisdicción de Crecente.
Y de abadengo, nombrando justicia ordinaria el obispo de Mondoñedo, era San Juan de Riberas de Lea.
Cuando fueron creados los primeros ayuntamientos constitucionales, y según se deduce de la documentación de la época, Castro de Rei aparece al mismo tiempo en los partidos judiciales de Lugo y Vilalba, y así consta en los repartos realizados por la Diputación Unica de Galicia del 7 de Julio de 1821, debiendo incorporarse a filas por el partido de Vilalba cuatro hombres y por el de Lugo otros cuatro.
En el reparto proporcional de la contribución territorial del 13 de Septiembre de 1821 corre-spondían a Vilalba 28.595 rs. 7 ms. y a Lugo 57.529 rs. 29 ms. Finalmente, en el reparto de consumos del 2 de Octubre de 1821 figura Vilalba con 4.933 rs. 12 ms. y Lugo con 9.856 rs. 23 ms.
Una vez realizada la nueva división territorial de Galicia en cuatro provincial, la Diputación Provincial de Lugo hizo lista de los primeros pagos, donde aparece Castro de Rei con 330 rs. 11 ms. en el partido de Lugo, y con 164 rs. 12 ms. en el de Vilalba. Con la nueva división municipal del 23 de Julio de 1835, figura este municipio como "Ayuntamiento Constitucional de Castro de Rey de Tierrallana" formado por treinta y tres feligresías.
El 9 de Marzo de 1838 los vecinos de las parroquias de Silva, Mos, Duarría, Dumpín, Ludrio y otras solicitan no ser segregadas del recién creado término municipal. Pero es en 1840 cuando los ayuntamientos sufren una importante reforma, figurando el nuestro como nuevo "concello" de Castro de Rei, formado por las siguientes parroquias: Ameixide, Ansemar, Azúmara, Balmonte, Bazar, Bendia, Castro de Rei, Duancos, Duarría, Granja de Coea, Goberno, Dumpin, Ludrio, Loentia, Mondríz, Mos, Orizón, Outeiro, Pacios, Prevesos, Riberas de Lea, Ramil, Quintela, Santa Leocadia, Triabá, Viladonga y Riberas de Anllo.
Posteriores reformas alteraron sustancialmente el mapa parroquial, suprimiéndose la feligresía de Ameixide e incorporándose la de Goberno. La Granja de San Salvador de Coea pasó a llamarse Salvador de Coea, no figurando nuevas referencias acerca de Riberas de Anllo.
El 14 de mayo de 1842 la Diputación Provincial, en acuerdo plenario, resuelve el contencioso que venían sosteniendo este municipio y el de Pastoriza, sobre el lugar de Castro dos Freires, dictaminando que siguiera formando parte de la feligresía de Sta. María de Quintela (Castro de Rei). A su vez en la sesión de la corporación provincial del 15 de marzo de 1843, es debatido durante el pleno un informe del término de “Castro de Rey de Tierrallana”, actual “concello” de Castro de Rei, sobre la agregación de los lugares de Reigada y Teixeiro. También la Diputación Provincial resuelve el 17 de julio 1843, la disputa que sobre la feligresía de Momán venían sosteniendo este municipio y el de Cospeito, determinando dicha corporación provincial que siguiese formando parte del término de Cospeito. A su vez se recibe en la diputación un escrito de los vecinos de la parroquia de Reigosa, solicitando ser segregados de Pastoriza y agregados a Castro de Rei.
A juzgar por el trabajo de investigación sobre “Os Concellos Galegos" realizado por el profesor José Farina Jamardo y su equipo de investigación, en lo que atañe a Castro de Rei no aporta más datos de los ya mencionados con respecto a las variaciones sufridas a partir del R.D. de 23 de julio de 1835.
La historia contemporánea del término municipal no se limita solamente a los vaivenes de la organización parroquial, con sus segregaciones y agregaciones. Ocurrieron muchos otros hechos todavía no suficientemente estudiados, como fueron los desastrosos efectos de la invasión francesa, cuyas huestes dejaban penosos recuerdos por donde pasaban, no salvándose tampoco esta zona. En relación con ellos escribió el Sr. Coira Sanjurjo lo siguiente: “Sobre este territorio se desarrollaron algunos episodios bélicos, que no debemos pasar adelante sin reseñar, aunque no sea más que someramente” –y añade: "en la parroquia de Duarría, sobre el río Azúmara, los franceses construyeron el puente que se llama en la actualidad de los Franceses. A principio del año 1809 y en el campo de la Escanabada, enclavado en terrenos pertenecientes a los ayuntamientos de Cospeito y Castro de Rey, la vanguardia de Mahi, mandada por Mendizabal, derrotó a las tropas del general francés Furnier. Dicha batalla es conocida por el nombre de batalla de Feira de Castro, por estar muy próxima el campo de la Escanabada”.
Salvando la libre interpretación de lo dicho por el señor Coira Sanjurjo, solamente nos resta añadir que los actos vandálicos cometidos por las tropas francesas afectaron incluso a la documentación custodiada en la Casa de Jurisdicción de la villa de Castro de Rei.
Del primer ejército patriota en Venezuela, que fue creado en 1810 por la junta suprema al mando del marqués de Toro, para implantar su autoridad en todo el territorio venezolano, hubo en sus filas soldados que procedían de la jurisdicción de Castro de Rei, así como en otras batallas que tuvieron lugar en las colonias latinoamericanas, pues aún en el recuerdo popular de unas cuantas personas de avanzada edad está la “Guerra de Cuba” o Guerra con los Estados Unidos de 1898, donde España perdería los últimos restos de sus colonias (Cuba, Filipinas, Puerto Rico, etc...). La guerra Carlista, principalmente la de 1833-1840, tuvo sus partidarios por estas tierras por ambos bandos, principalmente gentes de la zona de Meira, donde esta documentada la existencia de una facción, que fue perseguida y ejecutados los principales cabecillas de la misma.
Durante la conflictiva situación habida con Marruecos en l909 se produjo la emboscada del Barranco del Lobo que obliga al Gobierno a enviar algunas unidades militares al África, en las misma participaron soldados de la zona. No obstante donde más bajas se han producido fue en el desaste de Annual (a.1921), donde el general de brigada D. Manuel Fernández Silvestre, fue cercado por los moros, desapareciendo después de una desesperada resistencia. En 1925 se produce el desembarco de Alhucemas, con la finalidad de resolver el problema de Marruecos, iniciándose una ofensiva contra el cabecilla Abd-el-Krim que había fundado la república del Rif. A consecuencia de ello fueron varios los soldados naturales de Castro de Rei que dejaron su vida en el frente de combate.
La década de 1925 a 1935 transcurre para los paisanos del municipio más o menos pacifica, pero sin estar del todo ajenos a los acontecimientos, pues en más de una ocasión llego haber pequeños enfrentamientos de índole político que por suerte no han tenido peores consecuencias, y, en el peor de los casos la correspondiente advertencia de la autoridad competente calmaba los ánimos. Pero las cosas tomaron otro rumbo al estallar la guerra civil de 1936, presidía la corporación Severino Rivas Barja, que curiosamente en las elecciones mu-nicipales de aquel año no habla sido tan siquiera elegido concejal, pues el primer grupo de gobierno surgido de aquellos comicios votó como regidor municipal a Ramón Perejón Pardo, sin embargo el entonces Gobernador Civil de Lugo, suspendió a los miembros del gobierno local, siendo elegida el 18 de marzo de 1936 una comisión gestora, con el objeto de suplir al destituido gobierno local, fue su presidente Serafín Carballo Aguiar, que muy poco tiempo estuvo al frente de su cometido, pues por orden de la máxima autoridad provincial era designado otro grupo de gobierno con algunos miembros de la anterior gestora, y otros nuevos, siendo nombrado alcalde presidente Severino Rivas el 9 de mayo de 1936, cuya corporación era la siguiente: alcalde presidente Severino Rivas Barja, concejales, Manuel Cacharón Vega, Ramón Barrela Iglesia, José Díaz Barrera, José Barja Rodríguez, José Ramos Abelleira, Manuel Rivas Alonso, José Fernández Lodeiro y Darío Castro Cabana. La última sesión de ésta corporación se celebró el día 4 de julio de 1936, en la que fueron tratados varios temas de poca consideración, y debía de celebrarse la siguiente el 18 de julio, cuya nota obrante en el libro de actas de ese año, es lo suficientemente explícita, y al mismo tiempo se ve claramente en ella que el secretario del ayuntamiento trató de "capear" aquella situación de la mejor forma, dice: "Hago constar yo Secretario que la sesión correspondiente al día de la fecha no se celebró por no haber comparecido ninguno de los señores concejales, a causa de las labores propias del verano.
Castro de Rey a dieciocho de Julio de mil novecientos treinta y seis". Ni que decir cabe que las convulsiones políticas de la nación tenían su reflejo en Castro de Rei, y, quien salió peor parado de ellas fue el alcalde Severino Rivas, que se fue esconderse a Lugo ciudad, siendo "paseado" un día del mes de octubre del 36, apareciendo su cadáver en la cuneta de la carretera de Lugo a Portomarín.
El 29 de julio del 1936, se persona en la casa consistorial del ayuntamiento de Castro de Rei, el comandante jefe del puesto de la Guardia Civil de esta villa José Revuelta, cumpliendo la orden emanada del delegado jefe de orden público en la provincia, se procede a la destitución de la corporación municipal, de cuyos miembros ninguno se hallaba presente. Toman posesión en calidad de comisión gestora la nueva corporación formada por José Antonio Pacio, en calidad de alcalde-presidente, José Rodríguez Gesto y Manuel Fernández, que serian primer y segundo teniente de alcalde respectivamente. La referida gestora acuerda en sesión extraordinaria celebrada el 31 de julio de 1936, señalar todos los jueves a las tres de la tarde para celebrar sesión, y nombrar comisionado para la entrega de mozos en caja (alistamiento de los mozos para prestar servicios de armas), a Benedicto Tejeda Novo.
Una vez transcurridos aquellos primeros días de la Guerra Civil, llenos de miedo y temor, no hubo para los vecinos del municipio mayores complicaciones, no obstante fue expedientado el secretario Luis Goy Regueira, por causa de un "chivatazo" acusándole de haber sido visto en algún mitin dado por cierto personaje de la República, siendo destituido de su cargo a finales de julio de 1937.
Castro de Rei no sufrió las consecuencias de los maquis como ocurrió en otras zonas de la provincia, hubo algunos robos realizados por "os fuxidos", como ocurrió en la casa de Port-o-Bexán (Bendia) entonces propiedad de la familia Santomé, donde resultó muerto el colono o casero de ella. En el lugar de Marzo, feligresía de Prevesos, hubo enfrentamiento con la Guardia Civil, resultando herido el miembro de la benemérita y muerto el "escapado". Peores consecuencias tuvo la guerra para los mozos que fueron al frente de combate, solamente en el lado nacional dejaron sus vidas un total sesenta y ocho mozos, y, desconocemos si en está relación están incluidos aquellos soldados que al estallar la guerra estaban en la zona republicana.
La posguerra deja sentir sus efectos, negativos, en la "chaira luguesa" pero los campesinos al tener una economía básicamente ganadera y agraria no sufren las estrecheces económicas de las zonas urbanas, sí la falta de ciertos productos, el racionamiento de otros, etc... Desde las distintas administraciones, Ayuntamiento, Diputación Provincial, Gobierno Central, son acometidas aquellas obras mas necesarias, y más urgentes.
En 1956 el Instituto Nacional de Colonización da luz verde a un ambicioso programa colonizador en los municipios de Castro de Rei y Cospeito, que inicialmente iba a convertir en terreno de cultivo nada menos que 2.890 hectáreas de páramos y montes improductivos, fueron edificados nuevos poblados, e incluso se creo una nueva feligresía eclesiástica (S.Isidro de Matodoso) se pusieron en practica los más modernos sistemas de explotación agraria de entonces, y de todo ello se benefició en buena medida este municipio.
A partir de 1975, con la llegada del sistema democrático comienzan a realizarse un sinfín de obras tendentes a conseguir una vida más feliz para los habitantes del término. De las mismas incluimos aquí un resumen.
Reforma de la Casa Consistorial; adjudicación y reforma del Centro de Salud de Castro de Rei; construcción del Centro de Salud de Castro Riberas de Lea; Construcción de una Residencia de Asistidos en Castro de Riberas de Lea; construcción de un Centro de Enseñanza Secundaria en Castro Riberas de Lea; mejora en la instalaciones de alumbrado público de las villas de Castro de Rei y Castro Riberas de Lea; instalación de puntos de alumbrado público en todo el término municipal; acondicionamiento y servicios de la Plaza Mayor de Castro de Rei; mejoras y ampliación del abastecimiento de agua a las villas de Castro de Rei y Castro Riberas de Lea; ampliación de la red del abastecimiento de agua a la parroquia de Bazar; abastecimiento de agua a las parroquias de Azúmara, Ramil, Balmonte y Goberno; estación elevadora y depósito de agua en la parroquia de Quintela, para suministro a diversas feligresías del término; mejora del afirmado y asfaltado de la mayor parte de la red de caminos locales; instalación de dos minirecep-tores de señal de TVG, que sirve para mejorar también la señas de las demás cadenas de TV; reelectrificación de buena parte de las parroquias del municipio; puesta en marcha del proceso de concentración parcelaria en algunas feligresías, realizándose por el momento en las de Bazar y Outeiro, y publicado Decreto de la utilidad pública y de urgente ejecución de las parroquia de Goberno, Balmonte, Ansemar y Quintela; ampliación y mejora de las instalaciones del mercado comarcal de ganados de Castro de Riberas de Lea; mejora de 18 carretera Rozas-Abadin; mejora de la telefonía rural; acondicionamiento de la Casa Cuartel de la Guardia Civil.
Todas estas obras fueron realizadas por los distintos entes, municipal, provincial, autonómico o gobierno central; o en su de-fecto con la firma de convenios entre los mismos.
López Pombo, Luis
López Pombo, Luis


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