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La ciudad alegre y confiada

jueves, 28 de enero de 2016
Jacinto Benavente nuestro Premio Nobel de Literatura escribió la segunda parte de su aplaudida comedia "Los intereses creados" en 1916 y la título "La ciudad alegre y confiada"‎, en que unos gobernantes se enfrentan a una difícil decisión que tendrá graves consecuencias, mientras la población está como dice el título "alegre y confiada". Cien años después la historia se repite, esta vez no en la Venecia de los Dux, sino en la España actual. Unos embaucadores de lengua fácil y de imaginacion fértil expertos de los medios de comunicación se han convertido en personajes de reality, de gustoso culebrón, entrando en los hogares de todo un país ensimismado y divertido, son extravagantes, estrafalarios, surrealistas. Podrian protagonizar una película de Buñuel si volviera del otro mundo o del Berlanga del todos a la cárcel. Son populacheros y dicharacheros. No se quedan nunca callados. Practican un feismo sistemático y bien estudiado. Hablan de miserables a los que quieren rescatar, de desigualdades, de tremebundos poderosos,pintan un mundo mejor sin explicar como se consigue ese mundo austero y no dejan títere con cabeza, pero su desparpajo los convierte personajes de la comedia del arte, de Arlequines desarrapados y populacheros. Se goza del espectáculo. Sus amistades no son recomendables, pero sus "Tirano Banderas" de Valle Inclan están lejos y coloridos. La literatura es el espejo de la vida y en esta era digital, de la cuarta revolución industrial, impera el espectaculo,que nos alegra y regocija o a veces nos estremece como en las películas de Amenábar, nuestro Hitchcock nacional, pero "Los otros" nos escalofrian pero desaparecen en cuanto se encienden las luces o se apaga el televisor. Nadie sospecha que estos zombis se aduenen de nuestras vidas vidas, solo forman parte del "show", un paréntesis en nuestra monotomia y el gris de lo cotidiano. Así se vive en esta ciudad, en este país alegre y confiado. Muy poca gente parece darse cuenta de lo que se avecina. Lo ven como una comedia de sobremesa para echar una tranquila siesta. Indiferentes y sin temores se acercan al precipicio entre algarabía, fútbol y comadreos de todo tipo. Los siniestros personajes están preparándose para despojarse de sus pieles de cordero y aparecer con sus verdaderos semblantes horripilantes y ornados con ropajes funebres del mejor Halloween. Traen planes de implantar las colas obligatorias, restringir las mercancías en los supermercados y estudiar los corralitos de la última generación. No olvidan tampoco un plan para adelgazar a los gordos burgueses y limpiar de telarañas el mundo de la cultura e imponer el pensamiento único. Acabar con las patranas oscurantistas e instaurar alguna Diosa Razón en la Cibeles de Madrid, en el Pilar de Zaragoza y en la Plaza de Cataluña de Barcelona. La fiesta sigue y se ríen las gracias de estos simpáticos charlatanes. La última bufonada protagonizada en la corte del Rey Felipe VI fue insuperable, digna de un Boadella inspirado. Así se las gastan estos personajes de la comedia bufa, que afilan sus dientes para el gran banquete, mientras los ciudadanos están alegres y confiados.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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