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José Moar Vázquez

jueves, 19 de noviembre de 2015
Orteganos de adopción: José Moar Vázquez

Maestro de orientación marítimo-pesquera del Cariño de postguerra

José Moar VázquezJosé Moar Vázquez, nació en Santiago de Compostela el 23 de enero de 1910. Era hijo del catedrático de Historia de la Escuela Normal de esa ciudad José M" Moar Fandiño, y de la maestra Mª del Rosario Vázquez Arias-Carvajal, natural de Avilés. Su formación de Primaria y Bachillerato la realizó en la capital de Galicia, así como algunas de las asignaturas de la carrera de Filosofía y Letras. Posteriormente, se trasladó a Pontevedra para estudiar en su Escuela Normal los cursos de Magisterio, que finalizó en junio de 1929. Al finalizarlos se especializó en Orientación Marítimo-Pesquera. Su primer destino fue en el Pósito de Pescadores de Corme (Ponteceso), para después hacerse cargo de las Colonias Escolares en el Sanatorio Marítimo Nacional de Oza (A Coruña).

En 1932 volverá a su ciudad natal para formar parte del elenco de profesores de su Instituto de Segunda Enseñanza, como sustituto del docente de Lengua Italiana, que estaba de baja por enfermedad. Poco tiempo después José Moar pasará a ocupar una plaza de interino en la escuela graduada de niños Concepción Arenal de A Coruña, puesto al que seguirán los de Milladoiro (Ames), Vilaxoán (Vilagarcía) y Ponte do Porto (Camariñas). Un año después de su último cambio de destino, opositó con éxito en Lugo, donde fue nombrado maestro propietario de la escuela de niños de Belsar, en el municipio de Ourol, de la que tomó posesión el 12 de noviembre de 1934.

En 1942 asistió en Madrid a un cursillo de capacitación y aptitud para la enseñanza de temas marítimos, organizado por el Instituto Social de la Marina. Al terminarlos fue enviado a la Escuela de Orientación Marítima de los Pasito, en Santurce (Vizcaya), de la que se hizo cargo en septiembre de 1943. Este será su último destino antes de llegar en 1945 a la Escuela del Pósito de Cariño, en el Peiral.

Muchos de sus alumnos todavía lo recuerdan como un gran profesor y una persona muy querida por ellos por los que se desvivió en una época en la que la educación no tenía el carácter obligatorio con el que se le impregna hoy.

Moar permaneció en Cariño entre 1945 y 1956, durante ese tiempo se hizo cargo del aula de niños de la escuela cariñesa, mientras que la de niñas, como era costumbre en una época en que había separación de sexos, era regida por una maestra. Aquellos años fueron unos años muy difíciles para todos y, en particular, para los maestros, pues a una precariedad económica que les daba justo para cubrir sus necesidades más básicas, le tenían que añadir una falta casi total de recursos con los que atender a las necesidades educativas más elementales de sus alumnos. A pesar de ello, consiguió poner en marcha aquella escuela y que los niños deseasen asistir a ella. En aquel tipo de escuelas, su formación se dirigía a cumplir con los requisitos exigidos en cualquier otra escuela primaria, pero, además, se buscaba que sus estudiantes aprendiesen aquellas otras materias que les podrían servir en un futuro laboral asociado al mundo del mar. Así, estos deberían ejercitarse en la confección de nudos, en los conceptos básicos de la astronomía, en el reglamento de las luces en el mar, en las partes que componían la estructura de un buque, los tipos de estos, los aparejos de pesca, los fundamentos de la máquina de vapor, los equipos de navegación, la localización y orientación en el mar, la fauna y la flora marina, los sistemas de comunicaciones, los código de banderas, el código Morse, la meteorología, las zonas pesqueras, las rutas marítimas, los puertos importantes, la historia de la navegación, y otra muchas nociones que parecían estar fuera de lugar para el resto de sus compañeros de las otras escuelas.

Para Moar la transmisión de estos conocimientos era algo muy importante pues de ello dependía la buena cualificación de sus pupilos. Por ello, él mismo elaboraba sus propios apuntes ilustrándolos con dibujos coloreados que ello los pudiesen copiar y aprender más fácilmente. Además, aprovechaba el hecho de que desde su sala de clase se veían pasar los barcos, lo que le permitía sacar a colación ejemplos con los que les explicaba y les proponía algunos problemas de matemáticas. De ese modo, los alumnos podían calcular cuánto pescado llevaban los barcos, o cuánta remuneración le tocaría a cada marinero.
José Moar Vázquez
Como muchos otros profesores de su época, él también demostraba un gran interés por la educación, pudiendo llegar a presentarse en el lugar en que se encontrasen trabajando sus alumnos para pedirles que lo dejasen para ir a la escuela, aunque tan sólo fuera por algún tiempo.

José Moar también instauró un programa para la formación para los adultos de la zona, al que asistían los marineros en unos horarios de tarde-noche que les permitían compatibilizar sus clases con sus faenas profesionales. Allí, bajo la iluminación de dos pobres bombillas, muchos consiguieron formarse para así poder acceder a los títulos de patrones o motoristas de las embarcaciones en que trabajaban. Estas y otras muchas experiencias todavía son recordadas por los mayores del puerto cariñés.

Él también guardó un afecto especial por Cariño, confesándole en múltiples ocasiones a sus vecinos que aquella había sido la etapa de su vida en que más feliz había sido. Durante su estancia en la localidad, Moar y su familia se habían alojado en una de las casas que Fanego había construido enfrente a los talleres de Marcelino. Un lugar, junto con el de A Basteira, que se convertiría en el escenario de los juegos infantiles de sus hijos, uno de los cuales había nacido en Cariño.

Otro asunto al que dedicó parte de su tiempo José Moar fue el de escribir algunos artículos para diferentes medios de comunicación. En ellos hablaba de Cariño, su potencial pesquero y conservero, su cultura, sus fiestas, su folclore, del que destacó su genuina danza de arcos. Sus escritos aparecerán publicados en El Progreso, El Heraldo de Vivero, Vida Gallega y La Voz de Ortigueira. Por ellos fue galardonado en varias ocasiones. Por último, mencionar que la literatura, la poesía y el cine siempre constituyeron otra parte importante de sus distracciones, que en no pocas ocasiones compaginó con su afición al fútbol y a la natación. Esta diversidad de entretenimientos le facultaba para charlar con los marineros sobre múltiples temas, incluida la labor profesional por la que los admiraba, y a la que le dedicó algunas poesías y ensayos.

El último destino de José Moar fue en la Escuela de Orientación Marítima de Covas (Viveiro), a partir de 1956, donde falleció a los 58 años, en 1968, tras una larga y penosa enfermedad que le impidió ejercer su profesión hasta el final como a él le hubiese gustado.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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