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¿Pero de donde los sacan?

martes, 10 de noviembre de 2015
Hace unos días José Joaquín Peñarrubia, flamante senador del Partido Popular por Murcia, anunciaba, en la Comisión de Presupuestos de la Cámara Alta, que ya están identificadas y escavadas todas las fosas comunes y por ello recuperadas todas las víctimas. Que no se dotaba de más fondos a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica porque el dinero recibido del anterior Gobierno lo había dedicado a financiar a los actores. Así, con dos cojones.

De las 2.052 “fosas de Franco” identificadas, quedan aún más de 1.500 por excavar, cerca de otras 300 quedan aún, se calcula, por descubrir, y más de 114.000 españoles siguen todavía sin aparecer. Y este fascista personaje, que cobra de los impuestos que también pagan los familiares de estos desaparecidos, se permite decir a todos los partidos de la oposición, “que no den la murga con las fosas”, “que dale Perico al torno”, y todo ello con unos ademanes y gestos solo al alcance de esta derecha perdonavidas que nos gobierna. Pero, ¿en qué puto país vivimos?

Con los 143.353 españoles al menos asesinados durante el golpe militar y la posterior dictadura, a los que hay que añadir los niños robados a los que se cambió la identidad, y los republicanos desaparecidos en combate cuyos restos ni siquiera enterraban, nos situamos inmediatamente detrás, a nivel mundial, del régimen Camboyano del genocida Pol Pot. Nuestro particular genocida, en este caso, sí que estuvo a la altura de las circunstancias.

Tenemos el dudoso honor de ser la única democracia en el mundo que no ha realizado ninguna investigación sobre el terrorismo de Estado, a pesar de las repetidas peticiones que tanto la ONU, como la Comisión Permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, realizaron al gobierno español en este sentido durante los últimos años. Por el contrario, las salvajadas cometidas por la dictadura de Franco siguen siendo sistemáticamente difuminadas por sus sucesores, muy presentes ellos en las filas del Partido Popular y consecuentemente en el actual gobierno.

Si alguien tiene la curiosidad de ver la relación de los asesinados observará, supongo que sin sorpresa, que la inmensa mayoría de ellos son gentes humildes: labradores, marineros, carpinteros, albañiles, peones, mineros, faranduleros, y supongo se preguntarán: ¿Qué habrán hecho para merecer semejante final? Y nadie, en su sano juicio, podrá encontrar explicación. Tal vez el clero de aquella época la tenga.

El fariseísmo de esta tropa les permite escandalizarse del encarcelamiento de Leopoldo López, el opositor juzgado y condenado por los Tribunales de la democrática Venezuela, y hacer responsable de tal hecho a los dirigentes de Podemos. Por el contrario, las lapidaciones y ahorcamientos que se cometen en los Emiratos Árabes o en Arabia Saudí, regímenes totalitarios y dictatoriales, se la traen al pairo.

Nos extrañamos del creciente desarraigo de muchas partes de España y del aumento del sentimiento separatista, pero, ¿quién puede querer pertenecer a esta España cainita? ¿Quién puede identificarse con una sociedad que pasados 76 años todavía no fue capaz de curar las heridas de la fratricida guerra? Para que estas curen, como ocurre con las corporales, hay que escarbarlas y hacer salir el pus. Si así no se hace, curan en falso y se vuelven a reproducir. Ningún familiar de desaparecidos clama venganza ni exige responsabilidades, que estarían en su derecho. Lo único que quieren es identificar y recuperar a sus familiares. ¿Se puede pedir menos?

¿Por qué no mandamos de una vez a sus casas a personajes como Rafael Hernando Fraile, portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, por aquellas sus manifestaciones: “solo se acuerdan de buscar a sus padres en las cunetas cuando hay subvenciones”; o a Pablo Casado Blanco, vicesecretario de comunicación del Partido Popular, por decir aquello de: “siempre están con la guerra del abuelo y con no sé qué desaparecidos”; o a José Joaquín Peñarrubia, fascista senador del Partido Popular y autor de las afirmaciones aquí aludidas.

Tú, honesto votante del Partido Popular, ¿de verdad te sientes representado por estos infames personajes? ¿Eres consciente de que votando al partido donde está encovada toda esta caterva de sinvergüenzas estás contribuyendo al enconamiento de esta sociedad en la que tenemos que vivir? Por favor, piénsalo.
Sampedro, Jorge
Sampedro, Jorge


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