Mefredona para dos días y dos noches de sexo
Rodríguez, Xerardo - sábado, 07 de noviembre de 2015
Aquel día, mi novia y yo llegamos a casa a la hora en la que mi abuela se levantaba. No veas cómo me puso a pesar de ser una abuela moderna. Si mi abuela levantara la cabeza y se pasara un fin de semana con estos chicos de ahora
es probable que quisiera volver con celeridad a la tumba. Porque, seguro, estos nunca le dejarían entrar en la fiesta.
Me refiero a la fiesta de estos chicos que se meten cinco gramos de mefredona para pasar a gusto el fin de semana
Comienzan el viernes en un local de copas con la primera que da lugar a una segunda aderezada con polvitos blancos esnifados con descaro. Luego se van a la disco para tomarse la tercera, la cuarta, la quinta
todas acompañadas con mas esnifes. Cuando salen les da el sol en los ojos y se meten corriendo en un apartamento.
Allí se ponen ciegos de música electrónica y de cocaína, antes de tomarse lo que ellos llaman la recena. Tras el postre, el grupo se pondrán a darle al cuerpo sexo y más sexo durante dos días y dos noches, sin comer y sin dormir.
Son gays y a esta gracia le llaman chemsex. También podrían ser heteros pero, consultadas fuentes apropiadas, parece que no aguantan el ritmo. Quizá porque aún no probaron la comida para cactus; o sea, la mefedrona.
Es una droga sintética, polvo blanco cristalizado que se compra por Internet a razón 100 euros los 10 gramos. Es cara pero más barata que la coca o el éxtasis
y al parecer pisa a fondo el acelerador, facilitando la práctica de sexo más extremo, promiscuo y duradero.
Algunos practicantes del chemsex se inyectan la mefedrona y toman viagra cuando ya llevan varios polvos
Esto último es lo más próximo a la muerte que se conoce en el mundo de la droga.
Las fiestas se celebran en toda España y llegaron a Galicia importadas por algunos gays que suelen viajar a Mallorca. A ver si me explico, no todos los miembros del colectivo gay entraron en esta vorágine, pero si muchos de ellos, jóvenes de entre 18 y 30 años. Aprendieron estas mañas en Magaluf, meca de la locura colectiva. De ahí importaron la mefredona que ahora venden también los camellos que tienen al pie de sus casas.
Lo peor de todo esto que te cuento es que la mefedrona fue declarada ilegal aún en el 2011 y el sexo
no está prohibido. Por eso hay expertos que vaticinan un largo futuro a estas fiestas sodomitas por estos predios, con el peligro que conllevan las drogas, que de eso, por desgracia, mucho sabemos los gallegos.
Tu, mi amigo, por muy gay que seas, procura no meterte en estos fregados de los que casi nunca se sale.

Rodríguez, Xerardo
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los
autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora