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Cursos de verano

Paz Palmeiro, Antonio - sábado, 03 de octubre de 2015
Con los años, tal vez uno se vuelva un tanto escéptico en relación con algunas cosas que antes consideraba muy importantes, como por ejemplo el estudio, llegando a cuestionarse si realmente era necesario estudiar tanto o había cosas más importantes que hacer. Serán cosas de la tercera edad...

Posiblemente, España sea un país donde se estudia mucho y se piensa y emprende poco, y el resultado de tanto estudiar y tan poco emprender es que haya poco empleo y tengamos los parados mejor formados de la Unión Europea y a algunos licenciados ejerciendo de camareros en el Reino Unido. Es muy significativo el hecho de que grandes emprendedores tecnológicos como Bill Gates y Paul Allen fundadores de Microsoft, Steve Jobs fundador de Apple junto con Steve Wozniak, Mark Zuckerberg creador de Facebook, Jan Koum uno de los creadores de WhatsApp, y Jack Dorsey creador de Twitter, abandonasen pronto sus estudios universitarios en Harvard o en otras prestigiosas universidades americanas.

No hay más que ver a los niños en su más tierna infancia yendo al colegio con un cargamento de libros a sus espaldas. Luego, por si aún no tuviéramos bastante con las múltiples asignaturas que se estudian en los Institutos (esperemos que no vuelva la reválida, que es como comprar y pagar dos veces la misma cosa) y en la Universidad para luego llegar a la conclusión de que si no tienes un máster ni sabes inglés no sirves para nada, todavía están los cursos de verano, algunos de gran renombre como los de El Escorial, la Complutense, la Universidad Menéndez Pelayo o la Granja de San Ildefonso. O sea, que el que no se forma es porque no quiere. Otra cosa bien distinta será encontrar trabajo luego, porque resulta que cada año salen de las universidades miles de licenciados y, sin embargo, según dicen algunos directivos, los profesionales más buscados son: mecánicos, electricistas, fontaneros, panaderos, carniceros, chefs de cocina, secretarias, personal administrativo y personal de enfermería.

Nunca asistí a ningún curso de verano de los que he citado, sin embargo, en los inolvidables veranos del siglo pasado en el Valle de Oro he aprendido muchas cosas colaborando en las tareas del campo, hablando con los mayores y también en las fiestas, lo que en cierto modo podría considerarse como unos "cursos de verano" que tenían más de aprendizaje que de enseñanza.

El equivalente a los campus universitarios eran las vegas de Maariz y Sonelle, en donde se alternaban los cultivos de trigo y de maíz. Después de la siega del trigo venían las mallas que eran como un trabajo en cadena con todo el ceremonial de auténticos especialistas, y a finales de agosto y principios de septiembre se sembraban los nabos una vez abonada y arada la tierra que había albergado la cosecha del trigo.

En los atardeceres de verano se podía escuchar a los mayores contando historias y aventuras de juventud en las vegas y caminos y aprender de su experiencia como si de cursos de mundología se tratara, y en las fiestas de todas las parroquias del valle, al son de las magníficas orquestas de La Coruña y Pontevedra, aprendimos a bailar pasodobles, tangos y ritmos tropicales como en un curso de bailes de salón.

Ahora recuerdo con gran nostalgia aquellos "cursos" en las apacibles tardes de los lluviosos veranos del Valle de Oro, cuando aún teníamos toda una vida por delante.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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