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España no es la de Rajoy

miércoles, 30 de septiembre de 2015
Creo que, una vez más, el profesor de la Complutense, Pablo Iglesias estuvo acertado. "En Cataluña no quieren vivir en la España de Rajoy". En la sexta televisión, el Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, hizo un claro y extenso repaso de las barbaridades cometidas por los mandarines de la todavía etapa gubernamental del santiagués Mariano Rajoy. Terminó diciendo que se sentía español, pero totalmente desapegado de la España de Rajoy.

Tras el resultado de las elecciones catalanas, más o menos coherente con el ambiente y las encuestas, el todavía Presidente del Gobierno de España, no ha dado la cara para explicar cómo hemos llegado al desaguisado catalán, aunque forme parte del desaguisado total con tres perversos pilares: corrupción generalizada, desvertebración socio económica, pérdida absoluta de la soberanía del reino de España ante la Troica.

En un país de cultura democrática, tanto Mas como Rajoy, hace tiempo que debían haber optado por marcharse a sus casas. En un país moderno, instalado en pleno siglo XXI, personajes de opereta como la inmensa mayoría del sanedrín del PP, deberían haberse marchado de la política por jubilación o por vergüenza al mirarse cada día en el espejo y verse tan vetustos y oliendo a naftalina. En un país consciente del conocimiento sin límites del ciber espacio, los dirigentes tendrían que ser muy responsable con el desapego entre clases -los que mandan y los que son mandados-, que no se arregla con nuevas imágenes de guaperas o de chicos con la camisa por fuera y jersey de marca, luciendo media barba y sonrisa desenfadada a modo de la que se utiliza en la barra de un pub del bario de Salamanca, en la ciudad de la señá Cibeles.

El mayor acontecimiento del PP, en este periodo electoral ha sido, la boda del vitoriano ex alcalde de la capital de Euskadi, Maroto, y la discusión sobre la conveniencia de asistir o no al acontecimiento, dadas las connotaciones entre conservadores del matrimonio tradicional y los modernos de la unión entre seres humanos del mismo sexo. Lo demás, mejor para olvidar. El ridículo de Mariano dirigiéndose por vídeo de campaña al pueblo de Cataluña en catalán, cuando ni siquiera habla su lengua -la nuestra- el gallego, y en la misma línea el señorito andaluz -incombustible- Arenas, superviviente de todos los inquilinos de la sede en la calle Génova, sobre el que me cabe la duda de ¿Cuánto cobraba de la caja b para sobre sueldos?.

Tampoco deberían estar muy contentos en la calle Ferraz del madrileño barrio de Argüelles. Al menos tienen proyecto de cambio Constitucional. No sabemos bien en qué consiste su federalismo. No sabemos si pasan de la tradicional defensa de la igualdad y solidaridad entre tierras y gentes de España, a la consolidación de una España asimétrica, dónde para que unos tengan más, otros tendrá que conformarse con menos. Llegados a este punto, confieso que me pongo a la cola de los que preguntan: ¿qué hay de lo mío?. Me estoy refiriendo a la deuda histórica -otros llevan lustros disfrutando de los derechos históricos- con Galicia. Pero, ¿y lo bien que se lo han pasado, bailando?.

Creo que la Cataluña política surgida del 27-S es ingobernable, por la derecha, por la izquierda, por el nacionalismo o el constitucionalismo. A no ser que estén dispuestos a sumar toda clase de frutos y entrar en una carrera hacia la insumisión y el desvarío. Por cierto, que estuve hasta última hora deseando que Unió alcanzara el 3% de los votos y lograra los tres escaños anunciados, habría dado un espectacular vuelco a la parrilla final, amén de mantener el seny.

La España de Rajoy, Cospedal, Sáenz de Santamaría, Soria, Arenas, Fátima Báñez, y otros con cara de pertinaz estreñimiento, resulta insoportable. Supongo que el gurú de la sociología al servicio del PP, el mítico Arriola, estará encantado con su jubilación. ¡Ahí se las componga la tropa!. Es el momento del hombre de la mochila -el saco de las bofetadas-, un tal Moragas.
Amén.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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