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Los terrores nocturnos

miércoles, 09 de septiembre de 2015
"Los terrores nocturnos no tratados vuelven reservados a los niños"


Son las dos de la madrugada, todo está oscuro y se oye un grito. Podría parecer una escena de una película de miedo, pero es la realidad que sufren los niños con terrores nocturnos. Esther Miralpeix García, miembro de Saluspot y psicóloga en el Centro de Psicología Clínica Esther Miralpeix, explica en esta entrevista por qué a los niños les asaltan miedos a la hora de dormir, establece la diferencia entre pesadilla y terror nocturno y aporta consejos para que los padres sepan cómo actuar en estas situaciones.

¿Qué tipos de miedos suele sufrir un niño?

Aunque el tipo de miedos varía según la edad, los niños son muy sensibles a los cambios bruscos (animales que se mueven muy rápido, por ejemplo) y a los estímulos intensos (como ruidos y luces). También afectan a su estabilidad los cambios en su vida cotidiana (un cambio de casa o de ciudad), las pérdidas afectivas (la muerte de un familiar) y las situaciones nuevas o desconocidas (un nuevo colegio), además de catástrofes, accidentes de coche, incendios o abusos.

¿Es igual una pesadilla que un terror nocturno?

Ambos se engloban dentro de los trastornos del sueño e incluyen situaciones de ansiedad al despertar. La diferencia está en que en las pesadillas el niño recuerda el contenido de lo soñado, mientras que en los terrores nocturnos los contenidos son inexistentes o muy vagos. Las pesadillas son muy variadas pero siempre incluyen un peligro para la integridad del niño. Tanto los terrores nocturnos como las pesadillas suelen remitir con la edad.

¿Cómo se manifiestan estos miedos?

Por lo general vienen acompañados de ansiedad. Los niños no siempre pueden explicar la causa de su miedo: si son muy pequeños el habla aún no está suficientemente desarrollada, pero si son mayores puede que el temor sea tan intenso que les impida explicarlo o entenderlo. Pueden aparecer sudores, temblores y regresiones a conductas anteriores, como mojar la cama cuando ya controlaba perfectamente los esfínteres, tartamudear o chuparse el dedo. El niño puede empeorar su rendimiento escolar, sufrir rabietas o volverse más solitario.

¿Qué técnicas son más adecuadas para tratar los miedos infantiles?

El EMDR (Eye Movement Desnsitization and Reprocessing, en sus siglas en inglés) es una técnica para tratar problemas con origen en experiencias tempranas, avalada por estudios controlados. Un trauma psicológico no se da solo en situaciones excepcionales, sino que otras experiencias más corrientes (la muerte de un abuelo, tener piojos, ser criticado en público por un profesor, etc.) pueden causar sintomatología profunda en un niño de corta edad. Los niños no lo superan con el mero paso del tiempo.

¿Cómo deben actuar los padres ante un terror nocturno?

Tienen que adoptar una actitud tranquila, demostrar que conocen la situación y decir a los hijos palabras que les calmen. Si fuera necesario, pueden permitirles dormir en la cama de los padres o que sean éstos quienes acompañen al niño en su habitación.

Si no se tratan a tiempo ¿qué problemas pueden ocasionar?

Es probable que los miedos se vuelvan crónicos y persistan a lo largo de su vida adulta, lo cual dará lugar a situaciones de inseguridad. Esto dificultará que se relacione con los demás de una manera más espontanea e incluso su carácter puede volverse reservado, triste o huraño. Aunque un adulto sienta temor, será más capaz de controlarlo si sus padres le escucharon y le atendieron en la infancia.

¿Con qué trucos podemos combatir los terrores nocturnos?

Para ayudar a los niños a superar sus miedos es importante:
- Que los padres cuiden las rutinas diarias: respetar los horarios, acompañarles a la cama y leerles o contarles un cuento.
- Compartir más horas de juego con los niños.
- Ayudarles a hacer los deberes.
- Favorecer las situaciones de conversación en la que espontáneamente nos pueda explicar que les preocupa.
- Ampliar el círculo de relación familiar y social para que el niño se sienta más amparado. Incitarle a ampliar su círculo de amistades.
- Enseñarle cómo cuidarse, darse tiempo para las cosas, comer y dormir a las horas que corresponde, hacer ejercicio, descansar y desarrollar alguna afición.

Por Dña. Esther Miralpeix García, miembro de Saluspot y psicóloga en el Centro de Psicología Clínica Esther Miralpeix.
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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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