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Cuentos, comilonas y mentiras

viernes, 28 de agosto de 2015
Ayer me visitaba un viejo amigo madrileño y me preguntaba por la realidad de Galicia. Le contesté varias cosas: la primera es que aquí todo se arregla con comilonas. La segunda que Galicia, igual que muchas partes de España, está en manos de mafiosos y la tercera que la prensa es dócil y se recrea inventando leyendas y otras zarandajas en vez de denunciar los abusos y atropellos a los que se somete la que llaman tierra de Breogán.

Cualquier inspector que llegue a comprobar, por ejemplo, si la gente jubilada sigue trabajando ilegalmente, rápidamente es invitado por el conocido de turno para ir a comer al mejor restaurante de la zona y, entre centollo y chupito de licor café, se le cambia el chip de la justicia que pudiera presentar; la segunda explicación es que aquí nadie entiende, por poner otro ejemplo, como funciona la Ley de Costas. Auténtica tomadura de pelo por la que unos pueden construir donde les viene en gana y otros no. Es tan arbitraria y tiene tantas excepciones, que basta con ser persona importante para saltarse a la torera.

Además, siempre hay algún funcionario “amigo” para explicarle a uno aquello de: hecha la ley, hecha la trampa. La tercera es que nuestros periódicos, huyen de lo conflictivo y prefieren la subvención de la Xunta, vía anuncios, que dar cabida a los espíritus críticos y valientes que pudieran complicarse la vida investigando corrupciones de todo tipo.

Personalmente, echo de menos a los periodistas que debieran investigar, en vez de tantos que se dedican a ensalzar el marisco o a inventar caminos jacobeos, queimadas populares u otras mil “andórmenas”; mentiras que se instauran en la sociedad, como todo lo que rodea al apóstol Santiago, y se vende como verdadero algo que sólo es negocio.

La Historia no se escribe con leyendas ni con falaces argumentos, sino con hechos objetivos e investigadores sinceros. Pero mientras, estas actitudes sólo sirven para enmascarar una realidad, que se niegan a ver, en vez de denunciar los abusos que resultan evidentes.

¿Recuerdas, Alberto, que llevado de tu altruismo y espíritu solidario, querías venir a limpiar el chapapote? Pues mira, aquí, el ex alcalde de mi pueblo, cuya historia merece un capítulo aparte, le restaba importancia a la catástrofe ecológica del Prestige - a mí muy sibilinamente me acallaron- y ni él ni nadie vigiló a los golfos que fueron a manchar los barcos para cobrar subvenciones?

¿Sabes lo que dijeron que iban a pagar de indemnización?: una mierda. Así como suena, que nosotros no somos americanos, ni es verdad que seamos tan valientes como nos quieren hacer ver los iluminados. Fíjate como los celtas fuimos arrinconados en el Finisterre. Nosotros no jugamos ni en regional preferente, ni luchamos para ascender, que eso sólo vale para mediocres, tipo Marianito el corto, o su delfín Feijoo, otro niñato que se metió en política porque era condición “sine qua non” para aprobar las oposiciones. La Historia se escribe así y nosotros sólo somos testigos incomodos.

Galicia no es tan distinta a otras regiones de España, eso sí tiene sus peculiaridades: un privilegio de la naturaleza, arrasado por depredadores humanoides y avispas asiáticas, donde, no sin dificultades, sobreviven muchos ancianos. También nos invaden los chinos sin que nadie sepa si legal o ilegalmente. Los jóvenes de Galicia, igual que nosotros en su día, aceptamos como única solución la emigración, como un estigma hereditario, y buscamos un porvenir en otras partes porque aquí no se fomenta ni la investigación, se desconocen las tecnologías, nuestro espíritu empresarial, escasísimo en la Tierra, se desarrolla en otros lugares y no les menciones a tus vecinos la palabra reciclaje porque asusta… no te atrevas a llamar seres inertes a tantos vagos, jugadores de cartas, cuentistas de taberna, pícaros, vividores, granjeros de viejos y otros sujetos que todos conocemos y todos sufrimos…

Sé bueno, permite que el funcionario se escaquee, que el médico llegue tarde, que tu vecino tenga empleados sin asegurar, que el constructor mangonee en el ayuntamiento, que cada cual aparque donde le salga de allí, que los políticos sean maleables…No denuncies, calla, calla otra vez más…que para muchos serás considerado buena persona. A uno que siempre vivió sin querer trabajar, como un parásito para su familia también le llamaban así. En cambio de mí lo más suave es "ese cabrón". ¡Hay que joderse!¿ Por qué habré sido tan gilipollas? .
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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