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El Divino Pedro

miércoles, 26 de agosto de 2015
Pedro Sánchez, el hombre de la mochila, tiene una gran probabilidad de convertirse en el próximo primer ministro de España. El Divino Pedro
Es un hombre joven para los tiempos de longevidad actuales, de excelente presencia y deportista. Tiene formación universitaria, ha trabajado en la empresa privada y habla dos idiomas, inglés y francés. Casado con una bella mujer y con estupendos hijos. Es un representante de la llamada generación Ikea, de las clases medias emergentes en Europa, hijas del boom económico y de la apertura de fronteras.

Por su perfil podría encajar perfectamente dentro de los grupos políticos españoles en el PP, PSOE y en Ciudadanos. Sus inclinaciones sociales y su espíritu de justicia le han decantado hacía el PSOE donde emergió casi por casualidad ya que era un hombre florero que daba lustre al partido y no incomodaba a los apparatchiks del partido, a los profesionales de la política.

Llegó al parlamento por una substitución, es decir por correturnos. Su ambición política y su excelente preparación le hicieron derrotar con cierta facilidad a un sólido apparatchik y a un idealista romantico. Remodeló el equipo de colaboradores más cercanos con dos incisivos sabuesos, siempre con peor imagen que la suya pero con méritos aunque, dicho sin tapujos, mucho más feos que el Divino Pedro.

Desde que es secretario general ha tenido que defenderse con uñas y dientes de los velados ataques de la fontanera prodigiosa quien desde su casticismo andaluz tipo, personaje de los Hermanos Álvaro Quintero, ha sabido llegar al corazón y a los bolsillos de muchos andaluces y que no se rendía a los encantos de Sánchez.

El liderazgo de Pedro se afirmó en un golpe de autoridad al destituir al secretario del PSM, a un impopular Tomás Gómez y cambiarlo manu militari por un profesor universitario, Ángel Gabilondo, con aire de sabio y de talante moderado.

A partir de éste puñetazo en la mesa se convirtió en el líder indiscutible hasta que los votos puedan desalojarlo a manos de la inevitable jauría que desgarra sin piedad a los perdedores.

En las elecciones de mayo el resultado no fue bueno pero utilizando un gran pragmatismo se apoyó en los radicales a la izquierda de su partido pretendiendo ocupar el centro tildando de extremistas de derecha a los del PP. Sus cálculos, probablemente, han sido que los podemitas y demás amigos de unión popular han sido muy buenos para recoger los frutos de la indignación ciudadana haciéndose los campeones de la pancarta insuperables en animar a las calles con variopintas protestas pero que carecen de propuestas realizables más allá de controvertidas campañas de laicismo a todo trapo, de arremeter contra la monarquía y de querer cambiar el nombre de las calles y de agitar la vida ciudadana con sus variopintas protestas. O sea, que a falta de propuestas creíbles de buen gobierno se iban a desacreditar con bastante rapidez.

El riesgo naturalmente era si conseguían políticas municipales y autonómicas coherentes. De no ser así el sentido común y la fuerza de la socialdemocracia europea se impondrían fácilmente al infantilismo ingenuo de los indignados. El corralito griego se encargaría de todo lo demás.

Los primeros dos meses de estos gobiernos experimentales, especialmente en Madrid y Barcelona, están despojando de credibilidad a éstos profesionales de las protestas convertidos en regidores. Ni una propuesta seria, ni un plan digno de tal nombre para combatir el paro. Incluso se permiten poner en cuestión la gallina de los huevos de oro, el turismo, mientras se enzarzan en prohibiciones en que para más inri no consultan ni por Internet a la ciudadanía. Al estilo totalitario: ordeno y mando, sí señor.

Mientras Zapatero prometió que no gobernaría si no sacaba un voto más que sus adversarios políticos, el Divino Pedro se ha curado en salud y se remite a las mayorías sociales. Sus probabilidades de llegar a la Moncloa son elevadisimas si no hay un gran cambio en las encuestas, si no se opera una mejora económica perceptible por los ciudadanos. Los dados están tirados. Su único rival es él mismo.

Tiene que tener cuidado de no contagiarse de las ocurrencias de Carmena y de Colau y de no imitar al defenestrado Carmona en prometer todo a todos y a todas. Si pudiera permanecer casi mudo como un Don Tancredo que se instalaba en medio del ruedo con total quietud o con la majestad de una estatua de Cesar romano no tendría rival en los comicios de diciembre pero le puede pasar que se cumpla el refrán: " por la boca muere el pez".

(Joaquín Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).
Antuña, Joaquín
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