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La Colau se cuela

jueves, 20 de agosto de 2015
A Ada Colau, la singular alcaldesa de Barcelona, no le ha bastado con retirar el busto de Juan Carlos I que presidía el Salón de Juntas de su Ayuntamiento; ahora sigue insistiendo en la supresión de símbolos y referencias monárquicos de Barcelona‎ alegando "una sobrerrepresentacion borbónica, monárquica y una falta de representación republicana".

Un turista que llegara a la Ciudad Condal desde un remoto país y leyera estas declaraciones creería que la República ha tenido gran importancia en Cataluña y que ha habido siglos de República y de personajes republicanos. Quedaria asombrado al saber que ha habido solo dos Repúblicas, una que duró once meses y otra que lo hizo durante ocho años. Hubo un Presidente republicano catalán, Francesc Pi Margall, jefe del ejecutivo durante el larguísimo periodo de un mes en 1873 y que durante la Segunda República 1931-39 se aprobó el Estatuto Catalan y en Barcelona hubo desgarradores enfrentamientos civiles, todo ello frente a casi trescientos años de Monarquía Borbónica desde el final de la guerra de sucesión en 1714. Es decir, un pobre balance republicano en la Ciudad Condal. Como en el caso de la ciudad de Cádiz del alcalde carnavalero Kichi que quitó el cuadro del Rey para sustituirlo por la de un alcalde anarquista de la Primera República, estoy convencido que la Sra Colau tiene en su subsconciente los episodios revolucionarios de los insurgentes de su ciudad como la Semana Trágica de Barcelona, a Mateo Morral atentando en la boda de Alfonso XIII, a los protagonistas de la insurrección anarquista en Barcelona en la guerra civil,‎ a sus queridos Okupas, a los antisistema, a quienes asediaron al Parlament de Cataluña y a sus Robin Hoods de las campañas antidesahucio que la han aupado a la alcaldía.

Creo que debería leer atentamente el mensaje de Manuel Azaña, Presidente de la República, el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona y en una de esas pancartas que tanto le gustan deberia colgarlo en la fachada de su edificio. Don Manuel, con palabras lapidarias, se duele por "la sangre iracunda" y amonesta a quienes se dejen llevar por el espíritu de confrontación a "enfurecerse con la intolerancia, con el odio y con el espíritu de destruccion" y les conmina a "que escuchen el mensaje de los embravecidos caídos en la batalla" y culmina con un mensaje final "Paz, Piedad y Perdón". Me temo que la República a la que se reclama Doña Ada es la del Poder Popular en Cuba o la Bolivariana de Venezuela y entre sus "héroes" no estará Don Manuel Azana, ni nadie que incite a la concordia y a la tolerancia. Su lema podría ser "Prohibiciones son amores y no buenas razones".

(Joaquín Antuña es Presidente de Paz y Cooperación).
Antuña, Joaquín
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