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El valor del trabajo

sábado, 08 de agosto de 2015
El trabajo es cosa buena,
es lo mejor de la vida;
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno.
Unos trabajan de trueno
y es para otros la llovida.

El estanciero presume
de gauchismo y arrogancia.
El cree que es extravagancia
que su peón viva mejor.
Más, no sabe ese señor
que por su peón tiene estancia.

Atahualpa Yupanqui (Coplas del payador perseguido)

Se repite hasta la saciedad que los empresarios crean puestos de trabajo, algo que es de agradecer aunque ello no sea su principal preocupación, y que incluso sería más de agradecer si fuese posible crear empresas sin trabajadores o sí los trabajadores generasen más pérdidas que beneficios lo cual no es así en la mayoría de los casos. Pero, como siempre, los trabajadores parece que no cuentan; los trabajadores que, aunque Sostres diga que son intercambiables, en realidad son imprescindibles. Porque los buenos obreros que hacen bien su trabajo son imprescindibles para que exista y perdure un gran empresario, y cualquier emprendedor, ahora que están tanto de moda, no llegaría a ninguna parte sin la colaboración de buenos trabajadores, y los promotores inmobiliarios no se hubieran forrado si no hubiese buenos albañiles. Otro tanto podría decirse de los trabajadores especializados que contribuyen a la creación de empresarios industriales.

Pero, si nos ponemos estupendos, incluso se podría decir que los puestos de trabajo en realidad los creamos indirectamente los consumidores o clientes porque cuando adquirimos un producto o la prestación de un servicio estamos pagando el salario de los obreros y el beneficio del empresario. Es cierto que a cambio recibimos un producto o un servicio, pero ¿para qué serviría un producto o un servicio si no hubiese quién lo comprara? Los que llevamos más de cuarenta años comprando en una gran cadena de tiendas de ropa hemos contribuido a crear los puestos de trabajo de los excelentes dependientes que tienen y, sobre todo, hemos contribuido a crear al gran tendero, dueño de las tiendas, recientemente fallecido. Otro tanto podría decirse de la contribución a la creación de los grandes mercaderes propietarios de supermercados por parte de los que llevamos muchos años comprando en dichos supermercados.

También los trabajadores, la mayoría inmigrantes, que trabajan en la hostelería, en la construcción o en los invernaderos, por ejemplo, contribuyen a la creación del empresario correspondiente, puesto que, en todos esos casos, sin ellos no existiría actividad empresarial y, por lo tanto, empresarios. Es decir, el empresario existe desde el momento en que haya unos obreros trabajando y empiece la actividad de la empresa, y no antes. Luego, esos obreros habrían creado un pequeño empresario.

Pero, llegados a estas conclusiones, el mayor mérito lo tendrían las costureras o modistas, sobre todo las del tercer mundo, que cosiendo durante años en largas jornadas de trabajo y por poco dinero, han colaborado activamente en la creación de grandes tenderos a nivel mundial. Todas ellas se merecerían un monumento.

En cualquier caso, lo cierto es que los unos necesitan de los otros: La costurera necesita a alguien que le dé trabajo y el tendero necesita a alguien que le cosa la ropa. Y unos y otros necesitan que los consumidores o clientes compremos las prendas. Así que, a cada uno lo suyo.

En fin, se trata de ver las cosas desde otro punto de vista. No sigo escribiendo porque me voy a comprar al supermercado, así seguiré contribuyendo a la creación de algún gran mercader.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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