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Aranjuez

lunes, 20 de julio de 2015
Desde que en los años setenta salí de Galicia, atravesando por primera vez la interminable estepa castellana, he visto muchas ciudades pero, salvo París, ninguna me ha impresionado tanto como Aranjuez. Sólo una vez estuve en esa bellísima ciudad a orillas del río Tajo, a la que llaman la “Pequeña Versalles" pero que también podría recordar a San Petersburgo, y debo confesar que me pareció una fascinante ciudad.Aranjuez
Todo en Aranjuez es armonioso: La cuadrícula perfecta de sus calles, la altura uniforme de sus hermosos edificios, sus palacios y sus jardines... Es una ciudad totalmente llana, con bellos jardines como el Jardín del Príncipe y un magnífico Palacio Real que mandó construir Felipe II en 1561. Una ciudad que conserva toda la belleza y el esplendor de otros tiempos sin ser decadente, porque la belleza nunca puede ser decadente.

Aranjuez, que sirvió de inspiración a Joaquín Rodrigo para su Concierto de Aranjuez, es el lugar ideal para perderse en una tarde de otoño por sus jardines escuchando valses vieneses y recordando tiempos pasados.

Aranjuez es un oasis al borde de La Mancha cuya perfección contrasta con el despropósito de una inhabitable urbanización cercana levantada en un inmenso secarral en los peores años de la burbuja inmobiliaria.

Como fue una visita fugaz, había pensado volver a Aranjuez para ver con más detalle el Palacio Real y sus jardines antes de escribir este breve relato pero no lo hice, ni sé si algún día lo haré, porque tal vez se perdería la magia irrepetible que producen las cosas hermosas la primera vez que se contemplan.
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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