Sueños y proyectos

Me he pasado la vida entre sueños y proyectos, luchando por armonizar esa extraña compulsión de la escritura, en el mundo fascinante de las palabras, con los apremios y las exigencias de la vida cotidiana (Si comparo el Debe con el Haber -contador al fin- el resultado es deficitario, es decir, una quiebra, un fracaso).

Hay quienes opinan que los poetas, músicos, pintores y escultores no deben casarse ni vivir sujetos a compromisos pecuniarios de la vida "normal". Es probable que tengan buena parte de razón, pero la existencia humana es algo más que un libro de cuentas y un decálogo de normas del "buen vivir", en la obediencia -más o menos sumisa- de los dictados de la tribu.

Al cabo de los años, se percata uno de la lucidez de algunos asertos inmortales, como el de aquel enorme Poeta, que jamás escribió una sílaba, pero que inspiró el prurito de creación de millones de individuos, a través de su palabra, rotunda y certera como un cuchillo... "No se puede servir a dos señores, porque acabarás traicionando a uno de ellos..."

Es una verdad irrefutable, que vale también para los caminos del arte. En tal sentido, Albert Camus nos dijo que: "A través de toda la historia de la Humanidad, se repite siempre una constante: El Arte y el Poder discurren por sendas paralelas, y cuando llegan a tocarse, indefectiblemente es en detrimento del primero".

Esto lleva tiempo asumirlo, -y no es para autoflagelarse, ni posar de víctima-; al revés, podemos apelar al humor, esa gran panacea del devenir, empezando por saber reírnos de nosotros mismos, de nuestros límites y miserias, aun cuando nadie pueda despojarnos de nuestros anhelos, porque "el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando razona".

Yo me he ido entusiasmando, más de lo conveniente, con crear una fundación cultural, que llevaría al nombre de Cándido Moure, a partir de una idea que no es mía -hay que recalcarlo, porque la memoria es frágil-, y luego de algunas conversaciones, informales por cierto, con mis hermanos: Mario, Juan Luis y Fernando, aparecía como posible, y viable, como se dice ahora. Lamentablemente, ellos renunciaron al propósito, con razones atendibles.

Pero sigo empeñado en la porfía de este afán, más allá del epónimo que debe llevar la fundación, porque utilizar el nombre de nuestro querido Cándido, sin anuencia tribal, puede prestarse a ciertos resquemores y o prevenciones, máxime cuando uno carece de garantías de sustentación reales del proyecto, lo que puede otorgar a su probable ejecutoria una connotación peregrina.

No obstante, creo haber encontrado una salida, o vía en los "senderos que se bifurcan"... Seguiré con la idea, sólo que la entidad cultural (sin fines de lucro, por supuesto) se llamará "Fundación Cultural Francisco de Moure", en memoria del famoso escultor, quizá hito fundacional de las familias y clanes y tribus que llevan este curioso apellido, originado, probablemente, en el vocablo "mouro", o moro, en castellano. En Chile, tenemos nuestra frondosa rama genealógica y la del ilustre poeta y pintor, Manuel Magallanes Moure.

Hice las averiguaciones pertinentes: no existe una fundación con ese nombre, ni en España ni en este reino del Finisterre, por lo que seríamos originales en esto, al menos… Partiremos con una página web bien construida, la que iremos enriqueciendo, poco a poco. En ella -por supuesto- hablaré de nuestro antepasado-fundador, el hijo emigrante de A Touza y Santa María de Vilaquinte, como lo vengo haciendo desde hace treinta años, como está escrito en dos novelas: "La Voz de la Casa" y "Memorial del Último Reino", y en infinidad de textos volanderos que han cruzado la cordillera y los mares, como testimonio de afecto y de búsqueda permanentes.

Puede que éste sea un último proyecto de este escriba algo desquiciado (el tiempo empieza a pasarnos la cuenta), mas a él invito a integrarse, cariñosamente, a todos los que se quieran sumar a la iniciativa, sean o no de nuestra sangre, que en los senderos de la cultura, al fin y al cabo, somos todos hijos de la misma fraternidad.