El Guadalquivir,
río querido de mis llantos
y no del olvido, que no puedo.
Es este el título Rutas del olvido, del libro de poemas (poemas de amor) del ferrolano Aquilino Eiriz, editado por la Sociedad Artística Ferrolana, la SAF, presente siempre en la cultura de nuestra ciudad y presentado el pasado lunes en el Parador de Turismo, con una fluida presencia de público que vivió la emoción contenida en los sentidos
versos a través de la honda expresión de Francisco Vila, la nitidez de Aurora Varela y el propio autor, Aquilino, que con su palabra pintó un paisaje en la memoria de todas estas cosas que no se olvidan, con versos de sencilla métrica y palabra directa, concisa, transmisora de sentimientos de corazón a corazón.
Una cuidada edición que comienza más que con una biografía con una confesión, del ayer al hoy y continúa con el prólogo de Ernesto Caldelas y una clara exposición sobre la dimensión creativa del autor (que abarca junto a la creación literaria otras facetas del arte como la pintura- acaba de inaugurar recientemente una exposición en el Casino ferrolano- y la fotografía) expuesta por Carlos Barcón, que se refiere al contenido de esta obra como poesía tremendamente humana, delicada, dolorosamente sincera y agudamente interesante. Y así son los versos de Aquilino, que nacen del recuerdo de su único amor, Fani, y van transcurriendo por la soledad de su pérdida, por el tiempo vacío de la ausencia, por Arcos de la Frontera, por los surcos del llanto, por la vida que pasa
y por la vida que queda, por el silencio y la soledad, por el sueño, por ella
Ella bañada en el olvido, ella que se la lleva la muerte.
Hoy estas líneas no hablan de música, o quizás sí, porque también hay música en los versos de Aquilino, una música transparente y clara, como el agua del río Guadalquivir que repiquetea en una memoria que no conoce el olvido.
