La pasión por la verbena de los Groupies

Una nueva forma de vida es seguir en cada actuación sin perderte ninguna, a tu orquesta favorita.

Sobre los terrenos de los campos de fiesta hay una nueva especie de humanos, se relacionan con fervor entre las multitudes en la sesión vermut o pase nocturno de alguna orquesta, las que ofrecen más espectáculo, cuando amenizan cualquier fiesta patronal. Ellos son admiradores de estas bandas musicales y por supuesto de sus cantantes, a los que idolatran incondicionalmente, es un fenómeno en auge estos “Groupies” autóctonos, es un concepto renovado de fan, no es admirar simplemente la puesta en escena o profesionalidad de este sector de sacrificados artistas sino que “endiosan” de tal manera a cualquier perteneciente del grupo que desean formar parte de ese círculo; ser colega, aventura ocasional o incluso su pareja, formando parte importante de su vida sin olvidarse de señalar en el calendario las fechas de cada actuación sin perderse ni una por nada del mundo.

Las folladoras de estrellas

Las chicas que se acuestan con sus ídolos y luego “presumen” de ello con sus amigotes en plan: "mira que guay me he tirado al vocalista de tal orquesta…¡flipa!", son las llamadas “folladoras de estrellas”. Su perfil suele ser el de una “choni” de baja autoestima y sin muchas inquietudes personales, se fijan en alguien que destaque sobre el resto, desea ser algo especial para ese “cantante conocido”, identificándose con ese “valor externo”, consideran que si alguien las viera con un artista de estos se morirían de envidia. Seguidoras enfervorecidas sacan sus mejores galas para lucir frente al palco, son capaces de hacer cualquier cosa con sus gritos desorbitados para atraer la atención de estos atractivos intérpretes. Las más seguras de si mismas se fijan primero en los cantantes “mas cachondos”, después siguen en preferencias los guitarristas, bajistas, trompetistas... o sea el resto de la banda y por último los técnicos de sonido o iluminación e incluso como último recurso: los montadores del escenario que suelen estar “cuadrados” y están muy mazas. Se convierten en emblemas de estas bandas, formando parte del conjunto decorativo.

Desde el escenario

Los cantantes desde arriba lo divisan todo, tienen una panorámica privilegiada de lo que se cuece abajo porque da tiempo a analizar eso y más, entre canciones en la verbena. A alguno se le sube el ego y los “humos” le adornan la cabeza, sintiéndose como “Narciso” admirados por tanta hembra. A las féminas cantantes o bailarinas, les sucede igual, montón de “mariposos yogurines” revoloteando a sus pies, mirando boquiabiertos cada movimiento. Para estas “estrellas accesibles”, pueden desde aprovecharse o hacerse amigo de verdad de sus fans a tener que poner límites, porque hay gente agobiante, irrespetuosa que empalaga como las moscas siguiéndote hasta el wc y no dejándote nunca en paz.

El fenómeno de las masas

El público juvenil disfruta también con el “botellón”, para dar brincos y gritos a lo loco, simulando o creyéndose el coro, mientras mueven las banderillas de la orquesta, cayéndose para todos los lados y sembrando vasos y botellas por delante del palco siendo difícil esquivarlos para los demás espectadores más pausados.

Además, a veces no sabes donde están más perjudicados si los que bailan abajo o los que están encima del escenario, dejando otro tipo de espectáculo a la luz, muy lamentable.

Sexismo

Una tendencia a exponer a la mujer como objeto sexual, con un vestuario escaso y reclamando la atención de babosos donde solo ven a un cuerpo explosivo, humilla a la mujer, ignorando sus cualidades artísticas y personales, reduciéndolas a instrumentos para el deleite visual. Además el éxito de alguna orquesta está en cuantas más hembras sobre un escenario muestre más ligeras de ropa, mejor, así se multiplica el impacto visual, más adeptos habrá con la boca abierta y mas hablarán de su espectáculo.