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Demófilo Pedreira Rumbo

martes, 26 de mayo de 2015
A las diez de la mañana cruzamos el canal de Chacao, que separa a la Isla Grande de Chiloé del continente, acodados en el transbordador que recorre en media hora siete kilómetros sobre la franja marina del Pacífico. Informo a los amigos de Televisión Gallega que a fines de enero de 1567, cincuenta y ocho hispanos, con sus corceles amarrados a las pequeñas dalcas movidas por canoeros chonos, cruzaron las gélidas aguas al mando del capitán Martín Ruiz de Gamboa, conquistador de Chiloé.

En el puente de la motonave, Enrique el Camarógrafo escruta el mar con su artefacto, dispuesto a filmar ocasionales delfines que suelen acompañar las embarcaciones. Una lluvia fina y persistente tiende su manto de blancor sobre el canal, impidiendo la visibilidad más allá de veinte o treinta metros. Hace frío y a Chefi la Periodista le castañetean los dientes, pero no quiere bajar de cubierta. -Ojalá mejore el tiempo... Es lo que pensamos los cinco pasajeros, mientras arrecia el orballo del fin del mundo.

Al descender en la pequeña localidad de Chacao, pido a Enrique y a Chefi que “tomen posesión de la Isla Grande de Chiloé”, como lo hicieran aquellos osados aventureros hace cuatrocientos treinta y cinco años. Lanzamos luego un “alalᔠde júbilo y trepamos a la camioneta para continuar viaje a Dalcahue; allí nos espera el amigo Demófilo, gallego oriundo de O Grove, quien vive en la Nueva Galicia desde hace veinte años, acompañado de Irene Carrtalá, su fiel esposa madrileña, de origen valenciano...

Demófilo Pedreira Rumbo llegó al archipiélago austral, en 1976, para dirigir la filial de una industria pesquera y conservera gallega, en Dalcahue, cuya casa matriz está en Pontevedra... Circunstancias personales le llevarían a Chiloé, al comienzo como virtual e ineludible obligación. Pero pronto aquel desarraigo, de suyo forzoso, iba a transformarse en creciente apego por una comarca donde el hijo de O Grove 1encontró parte de la Galicia de su juventud; tal fue el encantamiento de esos parajes batidos por intensas lluvias durante diez meses del año, junto a la impronta afectuosa y acogedora de sus habitantes.

Le conocimos en 1986, en la ribera de Quinchao, junto a un flamante navío blanquiazul que lucía el nombre de Nueva Galicia. Le secundaba entonces otro gallego, Antonio Escalante, más joven, extrovertido como un andaluz, ansioso de que le contáramos nuestras experiencias en el Congreso“Rosalía de Castro e o Seu Tempo”, que tuviera lugar en Santiago de Compostela, en julio del año anterior. Antonio nos acompañaría a las villas de Curaco de Vélez y Achao, en la isla de Quinchao, en la ribera este del canal que separa esa ínsula de Dalcahue...

Pero eso es pretérito. Ahora, Demófilo será entrevistado por Chefi Vázquez y narrará parte de su historia personal, en un gallego enxebre que a ratos nos recuerda la fala de nuestro padre.

Después de un xantar como Dios manda, agasajo de Irene y Demófilo, partimos en rápida incursión a la villa de Achao, hoy por un excelente camino de asfalto que acorta la distancia. Nos detenemos junto a la iglesia, la más antigua del archipiélago, acabada de construir en 1750 por los padres jesuitas. Es una de las catorce iglesias declaradas “patrimonio de la humanidad”, que están en plena restauración. Hecha con nobles maderas de estas islas: alerce, coigüe, mañío y ciprés, ha resistido embates de la lluvia y el viento, los terremotos que exhiben destructor poderío cada quince o veinte años, y la acción de los hombres, más subrepticia pero no menos corrosiva... Don Pedro Torres, el párroco, abre una puerta lateral del templo y nuestros amigos de TVGA filman su interior. Originariamente –cuenta el sacerdote- fue hecha de maderas ensambladas, sin un solo clavo en su estructura, debido a la falta de pertrechos y ferreterías... El ingenio humano ostenta sus maravillas en las innumerables iglesias del Chiloé insular. -¿Cómo podríamos definir, en breve frase, estas obras?- me pregunta Chefi... –Como un “canto a la madera”, le respondo.

Pues si Galicia es “sinfonía de la piedra”, aquí el árbol generoso ha debido sustituir la falencia de materia pétrea, aunque en la actualidad el bosque comienza a escasear, merced al implacable homo sapiens, que taló sin prudencia ni visión económica futura las nobles maderas que causaran admiración en ilustres viajeros como Humboldt y Darwin. Quien habla ahora con propiedad y aporta datos valiosos es Demófilo Pedreira, contento, entusiasmado por ejercer de agasalleiro anfitrión...

Dejamos Dalcahue poco antes del crepúsculo. El camino asciende para entrar en los llanos de Mocopulli, en cuyas breñas se librara el penúltimo combate de los republicanos chilenos contra gallegos y chilotes -comandados por el último gobernador hispano, Manuel de Quintanilla- que rehusaban integrarse a la naciente nación de Chile. Era en 1824. Dos años después, el Gobierno del Presidente Ramón Freire (fillo de galegos), secundado por la escuadra que comandaba el inglés Lord Cochrane, incorporaría definitivamente Chiloé al dominio de la incipiente república... Aún hoy, muchos habitantes de estas islas siguen sintiéndose “chilotes” y llamando a quienes vienen del norte “chilenos”, o “gringos”, si cuadra...
Moure Rojas, Edmundo
Moure Rojas, Edmundo


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