Las noches de cuchillos largos

‎La política está caliente, torrida. Estamos asistiendo a linchamientos simbólicos de políticos sospechosos de corrupción y de violencia de genero. Impera la política del espectaculo. Morbo a todo trapo. Juicios sumarísimos sin necesidad de refrendo judicial. Incluso se pide que se viole la ley incitando a los funcionarios a la prevaricacion y que se apliquen las leyes de forma retroactiva y esto lo solicitan los más moderados.

La Kristallnacht, la noche de rotura de escaparates de Alemania, se improvisa todos los días con virulencia verbal ante los acusados por el pueblo justiciero. Las masas callejeras tienen prisa y no se paran en chiquitas. Tienen que rodar cabezas. No debe quedar títere con la testa. Se tiene prisa. Titulares sensacionalistas en periódicos y radios alertan a la ciudadanía del escándalo de turno. Un famosisimo juez pública un libro con el sugestivo título de "Fango".

Jueces estrellas en activo alternan paseillos de corte taurino con modelitos bien estudiados, mientras otros con prisas inusitadas después de años ultiman expedientes elefantiasicos. A medida que nos acercamos a las elecciones se multiplican los días y las noches de cuchillos largos.

Los "yo acuso" de Emile Zola anidan en las diversas tertulias políticas y cuanto menos están probados los hechos más sangre pide la masa vampirica. Los ciudadanos sosegados y tranquilos están estupefactos. Los artífices de rumores y alquimistas de reputaciones ajenas están de enhorabuena. Es su momento y no se cortan un ápice. Como en los cánticos futboleros impera el "a por ellos".

Para que no falte nada, un Premio Cervantes desde su cátedra de Fénix de las Letras invoca a los amigos de Podemos y en la distancia un tribuno de Venezuela desata la caja de los truenos y en su elegante e impoluto chándal castiga severamente al gobierno español con verbo de fuego y su canciller se opone a la presencia de un padre de la patria sevillano. Cielos inclementes. Tierras torridas. Este es el sereno panorama que disfrutamos en España en la antesala de varias elecciones.

En tierras catalanas una monja peronista dicta ley y denuncia todas las tragedias que se abaten sobre los desheredados de la sociedad, verdaderos e imaginarios. Es el momento del clamor popular, de los Savonarolas de diverso pelaje que elevan sus dedos lo más lejos posible para no verlos de cerca. Solo el otro es culpable. No hay piedad. Es la hora del juicio. En otros tiempos las guillotinas campearian ufanas olisqueando la sangre y hambrientas de cuellos. Hoy los tiempos son otros y el escarnio se traduce en ludibrio y en algarabía y en sentencias de muchísimos años y en petición de cadenas perpetuas para siempre jamás. Repulsas indignadas tengan o no fundamento. No se estilan palabras degeneradas, oh los nazis y sus campañas, como piedad, comprension, serenidad y tolerancia. Que se va a hacer , reina el todo vale. Las Walpurgisnachts teutonicas, los Aquelarres goyescos son la última moda. Hasta las meigas están devaluadas en sus brumas galaicas. Que Dios se apiade de los justos llevados al Calvario de sus pasiones. Es la hora de los cuchillos largos. Emile Zola está de moda.