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El Hombre Perplejo

martes, 24 de marzo de 2015
El Hombre Perplejo André Gide en su famosa novela "La puerta estrecha" describe el difícil camino de la virtud cívica. En nuestros días su rigor derivado de su ética protestante se enfrentaría a un enrevesado reto ante los enemigos externos e internos que acechan al mundo occidental. Al hombre que se rebela de Camus opondría su "hombre perplejo". Amenaza externa por el fundamentalismo yihadista,que a fuego y sangre quiere imponer la religión de un Dios despiadado, el Adonais del Antiguo Testamento y todo ello sirviéndose de los últimos fetiches de esa caja de Pandora abierta que es la tecnologia. Amenaza interna por los vientos de inconformismo y de abierta rebelión que profesan los antisistema, que desean subvertir los valores del mundo occidental bajo un credo igualitario e iconoclasta.

Estas dos fuerzas que a veces son complementarias nos empujan hacia la perplejidad. La fe impuesta a base de lucha armada, derramamiento de sangre y repudio de virtudes débiles remedando a Nietszche y su desprecio por las flaquezas humanas como la compasión y la ternura y no digamos el amor al prójimo. El otro mundo es posible que se intenta lograr a base de violencia,desprecio de la convivencia pacífica,nuevos dogmas ecologistas de difícil comprobación científica,anhelos de maravillosa igualdad,que ofrecen un futuro sembrado de crueles gulags y campos de reeducación,estos deseos llevados al paroxismo ofrecen cristales rotos,coches en llamas y combates callejeros,con una estética irrefrenable de feismo. Ante estos desafíos externos e internos se tambalea la conciencia del hombre contemporáneo y se instala una situación de perplejidad. Es cierto que ambas tendencia hacia la fe teocrática y la igualdad ácrata tienen sus defensores que se consideran progresistas, como si el avance humano hacia paz y concordia exigiera degollar a personas como si fueran corderos o erigir barricadas y zumbar a los guardias, a los que Passolini consideraba los verdaderos hijos del proletariado.

Como lograr un rigor ético calvinista un espíritu regeneracionista que se aleje de ambos enemigos, que los supere para ofrecer una religión amable teñida de valores ciudadanos y una economía que no aumente la desigualdad y que ofrezca pan, cobijo y trabajo para todos, este "hombre perplejo" tendrá que navegar entre dos aguas,esquivando a los violentos y no oyendo los cantos de sirena del entretenimiento sistemático de la industria del ocio y de los profetas de la catástrofe, que alimentan el morbo y armándose de paciencia y bon seny buscará afanosamente una brújula hacia un mundo mejor. Túnez y Frankfurt nos han ofrecido el 18 de marzo las dos caras de la luna del "hombre perplejo".Dios nos coja confesados!
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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