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Hepatitis C

sábado, 21 de febrero de 2015
Señor Presidente del Gobierno: de ninguna manera le deseo a usted ni a su familia que mañana, al salir de una consulta en un hospital público, habiendo sido pinchado sin las debidas precauciones, resulte usted contagiado de hepatitis.
Hepatitis C
No se lo deseo, créame, no ganamos nada con el odio y los malos pensamientos; pero sí me gustaría que se pusiera un rato en los zapatos de los 900.000 enfermos de hepatitis C que hay en España, que se ponga en su piel (¡ese sarcasmo de su subalterno Floriano diciendo “nos ha faltado piel”: les ha faltado piel, vísceras, entrañas, sentimientos… y les ha sobrado cara!).

La hepatitis C es un problema de salud pública gra-ve, repita conmigo, Presidente: “La hepatitis C es un problema de salud pública gra-ve”. Afecta a 900.000 enfermos y muchos han sido contagiados en hospitales públicos.

El laboratorio Gilead posee como propiedad privada la patente del medicamento Sovaldi, que permite la curación del 95% de los casos de hepatitis C. Los inmensos beneficios de Gilead salen de nuestros bolsillos: ¿de dónde si no su facturación hipermillonaria? ¿O es que los recursos que los laboratorios destinan a investigación les caen del cielo? La investigación farmacéutica, también la pagamos nosotros. Repita conmigo, Presidente: “La investigación médica la pagan los ciudadanos íntegramente cada vez que compran un medicamento”.
Médicos del Mundo ha impugnado esa patente ante la Oficina Europea de Patentes, y su Gobierno, con o sin piel, debería hacer lo mismo: impugnar la vampirización de un bien público tan necesario como el agua y el oxígeno, la salud de un millón de ciudadanos. El problema es muy sencillo, Presidente: el tratamiento de la hepatitis C con genéricos cuesta 700€ en la India y 100.000€ en España. La diferencia es el negocio de Gilead.

Dar el tratamiento a todos los afectados no es cuestión de dinero, sino de ética, de voluntad política, de prioridades. Usted debe elegir entre la salud de los ciudadanos y el negocio millonario y sin escrúpulos de Gilead. Un Gobierno digno no permite que un laboratorio amase fortuna a costa de sus ciudadanos. Con la salud no se juega. Repita conmigo, Sr. Rajoy: “Con la salud no se juega ni se negocia”.
Carrera, Valentín
Carrera, Valentín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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