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Sucedió en Angrois...

Rodríguez, Xerardo - sábado, 07 de febrero de 2015
El 24 de Julio del año trece de este Tercer Milenio, el que mas y el que menos, algo perdió en Angrois, que es barrio solidario, muy solidario, de los aledaños de Santiago de Compostela. 79 personas dejaron este mundo y casi cien resultaron malheridas, como consecuencia del más trágico accidente que hasta ahora recuerda la historia del ferrocarril gallego.

El maldito tren, ALVIA que no AVE, ese que nos quieren quitar los diputados catalanes de CIU para que los dineros de aquí se inviertan en los “cercanías” de Barcelona, no contaba con todas las medidas de seguridad exigidas por su condición de convoy de velocidad alta.

No lo digo yo, lo dicen y lo firman en extensos informes tres peritos designados por el juez Luís Aláez, ingenieros expertos en telecomunicaciones, César Mariño Davila; en Ferrocarriles, Juan Carlos Carballeira Rifón; y el ingeniero industrial José Manuel Lamela.

Entre los tres expertos escribieron 500 folios sobre las causas que provocaron aquella tragedia tras un año y pico de darle vueltas a todo. Y tanto Mariño como Carballeira como Lamela coinciden en que la curva más peligrosa del proyecto, la conocida como de la Grandeira, carecía de medidas de seguridad… mientras ADIF, para vergüenza de sus dirigentes y de la señora ministra, sigue afirmando que la causa del accidente fue “solo” un despiste del pobre maquinista.

Dice Mariño en su informe que “la curva de Angrois es el punto más crítico o restrictivo de esta línea de alta velocidad y no contaba con ningún elemento de seguridad asociado, ni siquiera una señal que indicase que la velocidad debería reducirse de 200 a 80 por hora, cuando ese tramo debería ser señalizado como vía de velocidad limitada permanente”.

El perito judicial también indica en su informe que la casuística se debió asimismo a los cambios efectuados en el trazado inicial y a la desconexión del sistema ERTMS de frenado automático.

Sin embargo Carballeira, aunque reconoce también la mala señalización y la falta del sistema de frenado automático, culpa del accidente al exceso de velocidad y a la distracción del maquinista, aunque es muy crítico con “el sistema de análisis de riesgo del administrador ferroviario” tras el cambio de proyecto.

Por su parte Lamela da cuenta de hasta siete fallos de mantenimiento en el Alvia y achaca las causas a varios factores, incidiendo en la importancia del cambio del proyecto inicial, en la carencia de ERTMS y la falta de análisis de riesgo por parte de ADIF.

Sin ser un experto me atrevo a decir tres cosas, a la vista de estos informes:

1. La modificación del proyecto -tal vez para rebajar el presupuesto de expropiaciones- fue la causa principal, ya que en el inicial no existía tal curva.

2. La falta del sistema de frenado automático ERTMS convirtió en inevitable el accidente.

3. La coincidencia de la llamada del factor al maquinista en ese lugar desprotegido provocó el despiste del conductor del convoy que redujo la velocidad manualmente cuando ya era tarde.

Resumiendo: si el proyecto que se llevó a cabo fuese el inicial no habría necesidad de sistemas de frenado automáticos ni el despiste del conductor influiría en la tragedia…

Estoy de acuerdo con las víctimas en que la posición de ADIF y de las autoridades de Fomento resulta absolutamente despreciable y espero que el juez tenga en cuenta los testimonios de quienes sufrieron en sus carnes el accidente, además de los informes de los expertos.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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